Chicas. Mañana subiré 3 capítulos. Por cierto, este mes termino la novelita 💚🌹
Entre los brazos de ese hombre, Cassandra le besaba cada vez aferrándose más a él, hasta que… —¡LAS BEBÉS! —gritó ella alejándolo con sus manos. —¡Hey! ¡Ten cuidado, casi me empujas de las escaleras! —la regañó Angelo, que apenas logró sostenerse de la barandilla. —Las gemelas… Tengo que atenderlas, ve por mi comida —subió ella sin volverlo a ver. Angelo solo suspiró de alivio, sentándose en una de las escaleras. ………… En la mansión de los Black. Marco se levantó de la cama. Evelyn se aferraba desnuda a una almohada dándole la espalda a ese hombre, mientras los sollozos se escuchaban desgarradores. —No sé por qué lloras. Actúas como si te hubiese violado, pero no dejabas de gemir hace unos segundos atrás. ¿O estás así de inestable porque crees que tienes una oportunidad con Angelo? —No… Él no me importa… —Si no te importa, ¿por qué lloras? Evelyn se sentó cubriendo su desnudez con la almohada, su mirada clavada con desprecio en ese hombre rubio. —¿Por qué tienes
—Solo termina de comer. No te diré nada hoy, hasta mañana luego de ir a la vieja mansión de tus padres, al regresar a nuestro hogar. Me dirás lo que sabes y yo a ti, ¿de acuerdo? —le hablaba él seriamente, mientras volvía a llenar su copa de vino, llevándola a sus labios. —No tomes tanto Angelo. Mañana te sentirás muy mal —se levantó la rubia, llevando los platos al lavado. La mirada del CEO, siguiéndola fijamente, posada en el sensual trasero de su exesposa. —¿Las niñas se volvieron a dormir? —preguntó casualmente él, volviendo a tomar el vino. —Sí. Después del baño, cayeron tumbadas en la cama y no se despertaron más~ —contaba Cassandra con voz animada, terminando de lavar sus platos. —¿No quieres quedarte esta noche en mi habitación? —preguntó ese hombre con descaro. Cassandra volvió a verlo de inmediato, recordando sus planes antes de descubrir el mensaje de Antonio Rossi. Ella quería sorprenderlo y hasta premiarlo, teniendo una apasionada noche juntos. Cassandra
Su rostro se volvió pálido, y de inmediato buscó retroceder y alejarse, pero, Angelo la detuvo del brazo. —Vamos. Los ojos dorados de la mujer se clavaron en él con dolor, sus comisuras humedeciéndose, su vista tornándose borrosa por las lágrimas que estaban a punto de emerger. —¿Es una broma?, no es gracioso, Angelo… —susurró con sus labios temblorosos y su voz quebradiza. —¿Mami, qué pasa? —preguntó Cristal. —¿Estás bien, mamá? —le preguntó haciendo un puchero, Clara. Angelo se inclinó hacia la mujer, susurrando a su oído: —No quieres que las niñas te vean mal, y no logren comer su desayuno, ¿cierto? Cassandra frunció el ceño, rápidamente se dio la vuelta, dándole la espalda a las gemelas mientras se limpiaba las lágrimas. Con una sonrisa forzada volvió a ver a sus hijas y las tomó de las manitas. —Todo está bien, mis bebés, vamos… Angelo comenzó a caminar tras de ellas, hasta que ingresaron al hermoso local. Mismo en el que no había más clientes que ellos, como de costumb
—Hablaremos de eso más tarde. No es tan simple, y no pareces estar bien —Angelo le habló en un susurro pacífico, apoyando suavemente su mano en la espalda de Cassandra. Ella exhaló, levantando la mirada, hacía contacto visual con ese hombre. Asintió, secando sus lágrimas rápidamente con sus manos ligeramente temblorosas. Poco más tarde esa mañana. Cassandra salió de la oficina tras la firma de los documentos, sosteniendo entre sus manos las carpetas, apenas logró soportar sus lágrimas sin verse avergonzada delante del anterior dueño. —¿Te sientes bien?, si quieres podemos dejar la visita a la mansión de tus padres para otro día —sugurió él, mientras caminaba junto a ella. —Angelo. Estoy bien —se forzó Cassandra, tratando de sonar firme—. Solo voy a… —¡Mamiii! ¡Te encontré!~ —exclamó Cristal asomándose por ese pasillo, con una enorme sonrisa mostrándose en su carita. —¡Mamá! —corrió Clara, la gemela menor, la mayor de inmediato yendo tras de ella. Cassandra extendió su ma
Ante el rechazo de Cassandra, él abrió la puerta para ayudar a bajar a las gemelas. Cassandra comenzó a caminar en dirección al enorme portón principal de la propiedad. De inmediato notó el cambio. El portón había sido restaurado. Ella lo abrió, y comenzó a caminar con tal prisa como si estuviese corriendo. —¡Se fue mami y nos dejó! —exclamó Cristal inflando sus mejillas en un adorable gesto de molestia. —Mami es muy rápida —sonrió dulcemente Clara, viendo correr a Cassandra. —Vamos por ella —dijo ese hombre, tomando las manitas de sus niñas, e ingresando a la propiedad. ¡Cassandra estaba atónita!, la mansión se veía aún más hermosa que el último recuerdo en sus memorias. El jardín que una vez vio descuidado, muerto y deteriorado, ahora volvía a lucir sus vivaces tonos verdes, sus arbustos de rosales, sus fuentes activas que liberaban una agua cristalina. —¿Esta es la otra casita de mami? —preguntó Cristal, levantando su mirada, viendo en dirección a Angelo. —Sí… —
✧✧✧ Cuatro años atrás. ✧✧ —¡POR FAVOR!… ¡AYÚDENME! ¡AYUDEN A MIS BEBÉS! La enfermería en esa prisión de Miami era un lugar frío y desolado. Sin embargo, ese día en particular, estaba sumergido en un ambiente tenso. Cassandra Brenaman, con su gran barriga de embarazo, se retorcía en la camilla, el dolor la atravesaba como cuchillas afiladas por todo su delgado y frágil cuerpo. —¡AAAAAH, DIOS! ¡¡AAAY!! —gritaba con su rostro rojo, el sudor presente recorriendo su cuerpo tembloroso. La angustia se adueñaba de ella, mientras las contracciones la sacudían, cada una más intensa que la anterior. —¡¡¡SOCORRO!!! De repente, la puerta se abrió y un grupo de médicos, vestidos con batas blancas y con un aire de autoridad, entraron en la enfermería. No eran del personal de la prisión; venían de parte del temido y respetado, señor Fiorentino. Sin tiempo que perder, comenzaron a preparar el equipo mientras Cassandra, con el rostro empapado en sudor y lágrimas, se aferraba a las sá
✧✧✧ En la actualidad. ✧✧✧ —Cassandra Brenaman —se escuchó la voz de la guarda en la prisión. —Felicidades, niña, por fin has demostrado tu inocencia, aunque sólo un año antes. —se despidió la única amiga que había hecho en prisión. —Gracias —dijo agradecida, tomando la mano de esa mujer—. Gracias por cuidar siempre de mí, no sé cómo habría sobrevivido a este infierno sin ti. —Recuerda hacer pagar a ese maldito miserable, por cómo te jodió cuatro putos años. —¡Lo haré! ¡Recuperaré a mis gemelas! Te lo juro —exclamó Cassandra, con un brillo de determinación en sus ojos dorados. Las rejas se abrieron y de inmediato la escoltaron fuera de ese sector. Había llegado el día en que sería absuelta por los crímenes que la sentenciaron y que ella… ¡¡JAMÁS COMETIÓ!! …….. —Se ha comprobado que usted es inocente, señorita Brenaman. Felicidades, hoy ha recuperado su libertad —sonrió la encargada de la prisión, entregándole una caja con las pertenencias que le fueron de
Casandra abrió sus ojos lentamente, sintiéndose aturdida. Cuando intentó mover su cuerpo, se percató que estaba atada en esa incómoda silla, de inmediato observó sus alrededores mientras parpadeaba varias veces… ¡Quedó petrificada en ese instante! La oficina del CEO Angelo Fiorentino, lucía como si fuese un monumento a su ego: paredes cubiertas de cuadros brillantes que lo mostraban en ceremonias de premiación, su sonrisa arrogante se plasmaba de manera eterna en cada fotografía. Trofeos que relucían en estantes, títulos y diplomas que colgaban con orgullo. "No… No puedo quedarme aquí…" Pensó ella entrando en pánico. Miró por las ventanas, donde la noche ya se mostraba… ¡No había tiempo que perder!, con todas sus fuerzas, comenzó a forcejear contra las sogas que le ataban las muñecas y los tobillos. Un acto inútil, y ante sus bruscos movimientos… ¡PUM! ¡Cayó al suelo con todo y silla!, justo en ese instante, escuchó unos sonidos provenir de la distancia. ¡ALGUIEN