✧✧✧ Más tarde, ese mismo día, en la mansión del señor Fiorentino. ✧✧✧ —¿Qué haces aquí? —preguntó Madeline fríamente, a Antonio Rossi. —Es a pedido de Angelo —sonrió el hombre de aspecto peligroso, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón oscuro, a la vez que recostaba su espalda al marco de la puerta sin entrar del todo a la habitación de la mujer castaña. —¿Por qué no viene él mismo? ¿Ya se reconcilió con la m@ldita rompe hogares? —No~ no se ha reconciliado contigo~ —bromeó Antonio, dándole a entender que esa m@ldita solo podría ser ella—. Salió felizmente con su mujer y sus hijos. Está muy enamorado, y es feliz, y hay personas que simplemente no aceptan eso, como tú. Antonio caminó hasta Madeline, que se encontraba sentada en un sofá largo, con un libro en sus manos, dando un aspecto serio, como si hubiese estado disfrutando de una tarde de lectura antes de ser interrumpida. —Madeline. La mujer de mi amigo solicitó que tú vayas derechito a prisión —continuó
—¿Un trato? ¿Verme únicamente a mí? —recalcó Cassandra, sin poder ocultar la sorpresa en su rostro. —No te preocupes. Rechacé. No voy a permitir que te veas con esa mujer, ya una vez hicieron un trato que por poco me quita la vida y… —Lo haré —lo interrumpió la mujer rubia—. Quiero verla. Vamos a la mansión. —No —volvió a rechazar él de inmediato, su expresión fría—. Es arriesgado, ya has pasado por muchas emociones hoy, Cassandra y no quiero… —Dije que LO HARÉ Angelo, ¿qué parte no te queda clara? —se cruzó de brazos la mujer con porte imponente, interrumpiendo nuevamente al señor Fiorentino. —¡Papi mío, mamá dijo que nos llevarías a un lindo parque a ver pajaritos! —se acercó Cristal, cansada de buscar al ave y no volverla a ver. Clara detrás de ella con una tímida sonrisa esperando la respuesta positiva de ese italiano. —¿Eso dijo? —sonrió él, volviendo a ver hacia Cassandra—. Entonces, así será. Su cumpleaños es a finales del próximo mes. Las llevaré de viaje. —¡SI
✧✧✧ En la mansión del señor Fiorentino entrada la noche. ✧✧✧ Cassandra salió del cuarto de baño, con la bata de baño blanca atada su cintura y comenzando a quitarse la toalla en su cabeza, encendió la secadora inalámbrica, comenzando a sacar su rubia cabellera. Sus ojos dorados veían a los alrededores, los colores claros iluminados por las luces blancas daban aún más claridad a la cómoda y espaciosa habitación del señor Fiorentino. Aún no se hacía a la idea que la compartirían como si estuviesen casados, según el trato que tenían, ella era nuevamente su mujer, su futura esposa. Pero, aunque la situación no se dio de cuento de hadas, era un acuerdo mutuo no forzado y… No podía evitar sentirse un poco feliz. Cuando apagó la secadora, dispuesto a comenzar a vestirse, escuchó el sonido de la puerta y los pasos acercándose que fueron opacados por el sonido de esa grave voz masculina. —¿Ya estás lista?, la m@ldita te está esperando, pero tampoco tienes que apresurarte si no qu
—¡¿Es en serio?! ¿A quién piensas herir? —preguntó Cassandra frunciendo el ceño, aún sentada en el regazo de ese hombre. —A nadie. Solo es para poner un límite y amenazarla, aunque ganas de dispararle sí tengo —respondió él fríamente, refiriéndose a Madeline. —Disparar… No, no se te ocurra hacer una estupidez, Angelo. —No lo iba a hacer, ya te lo dije. Cassandra se levantó frunciendo el ceño, y se dirigió a la salida. —Espérame —fue él, tras de ella. ……….. Minutos más tarde. Cassandra ingresó a la habitación, una mesa y tras ella sentada, Madeline. La mujer rubia se sorprendió al verla esposada a la silla. De inmediato, volvió a ver a Angelo que había ingresado tras de ella. —¿Por qué está esposada? —Precaución, podría querer lanzarse sobre ti y lastimarte —respodió Angelo al instante, acercándose hacia Madeline, apoyó su mano en la mesa y se inclinó hacia ella—. No intentes manipular a mi mujer, eres una m@ldita muy astuta, pero, no te será suficiente si quieres
Angelo se sorprendió ante las palabras de Madeline. Cruzado de brazos con su espalda recostada a la pared del pasillo, en su oído tenía el audífono, cuyo micrófono lo había dejado adherido bajo el borde de la mesa cuando se acercó a Madeline y la amenazó. "Sus padres… ¿Es eso? ¿Podría ser lo que impulsa a Marco a seguir con toda esta locura?, ¿aún tiene algo con qué amenazar?" Pensó ese hombre detenidamente. "Pero si ese es el caso, ¿por qué aún no ha utilizado a los padres de Cassandra para amenazarnos?" ………… En el interior de la habitación. Cassandra suspiró con pesar. Sus lágrimas cayendo a torrenciales. La mujer rubia se levantó de inmediato, apoyando sus manos con fuerza sobre la mesa. —¡¿Vivos?! ¡Él dijo que estaban muertos! —No hablaré más. Dije que haría un trato contigo~ —sonrió altiva, Madeline— ¿Me ayudarán con mi libertad y el dinero que vale mi información? Cassandra guardó silencio por un momento. Limpiando sus lágrimas rápidamente con sus manos. —E
✧✧✧ Hace dos meses atrás. ✧✧✧ —Lleven a Emma de regreso a la finca. Él sigue en el hospital —hablaba Marco por teléfono, hasta que notó a Madeline y colgó. —¿Qué "Emma" Marco? ¿Acaso ese no es el nombre de la madre de la perra criminal? —preguntó Madeline sombría. Esa noche, Marco se encontraba en el jardín trasero de la mansión Fiorentino, iluminado por la tenue luz amarillenta de las farolas, clavó su mirada verde en esa mujer. Madeline, que lo había escuchado hablar por teléfono, de inmediato se atrevió a preguntar. —JA~ no. Solo preguntas tonterías, no sé qué carajos pasó con esa señora. —¡Oh, por favor! ¿Olvidas que tú y yo tuvimos muchos encuentros sexuales?, en más de una ocasión pensaste que estaba ebria y hablaste de más~ soy la única que conoce lo podrido que estás, ¿olvidaste la noche que lloraste frustrado en mis brazos con tu cabeza en mi pecho? —JAJAJA —Marco estalló en carcajadas, caminando por la acera hasta detenerse frente a Madeline—. ¿Yo? ¿Llorar? —di
✧✧✧ Cuatro años atrás. ✧✧ —¡POR FAVOR!… ¡AYÚDENME! ¡AYUDEN A MIS BEBÉS! La enfermería en esa prisión de Miami era un lugar frío y desolado. Sin embargo, ese día en particular, estaba sumergido en un ambiente tenso. Cassandra Brenaman, con su gran barriga de embarazo, se retorcía en la camilla, el dolor la atravesaba como cuchillas afiladas por todo su delgado y frágil cuerpo. —¡AAAAAH, DIOS! ¡¡AAAY!! —gritaba con su rostro rojo, el sudor presente recorriendo su cuerpo tembloroso. La angustia se adueñaba de ella, mientras las contracciones la sacudían, cada una más intensa que la anterior. —¡¡¡SOCORRO!!! De repente, la puerta se abrió y un grupo de médicos, vestidos con batas blancas y con un aire de autoridad, entraron en la enfermería. No eran del personal de la prisión; venían de parte del temido y respetado, señor Fiorentino. Sin tiempo que perder, comenzaron a preparar el equipo mientras Cassandra, con el rostro empapado en sudor y lágrimas, se aferraba a las sá
✧✧✧ En la actualidad. ✧✧✧ —Cassandra Brenaman —se escuchó la voz de la guarda en la prisión. —Felicidades, niña, por fin has demostrado tu inocencia, aunque sólo un año antes. —se despidió la única amiga que había hecho en prisión. —Gracias —dijo agradecida, tomando la mano de esa mujer—. Gracias por cuidar siempre de mí, no sé cómo habría sobrevivido a este infierno sin ti. —Recuerda hacer pagar a ese maldito miserable, por cómo te jodió cuatro putos años. —¡Lo haré! ¡Recuperaré a mis gemelas! Te lo juro —exclamó Cassandra, con un brillo de determinación en sus ojos dorados. Las rejas se abrieron y de inmediato la escoltaron fuera de ese sector. Había llegado el día en que sería absuelta por los crímenes que la sentenciaron y que ella… ¡¡JAMÁS COMETIÓ!! …….. —Se ha comprobado que usted es inocente, señorita Brenaman. Felicidades, hoy ha recuperado su libertad —sonrió la encargada de la prisión, entregándole una caja con las pertenencias que le fueron de