Mañana subiré 3 capítulos!!! 😊💚
Angelo estaba sentado al volante de su automóvil. Sus manos apretaban el volante con fuerza, mientras su mente se debatía entre la razón y el deseo. Miró por la ventana, viendo cómo el paisaje de la ciudad ese soleado día, se deslizaba rápidamente a su alrededor, sintiendo que cada kilómetro que lo alejaba de Cassandra era un peso más en su corazón. El recuerdo de su rostro, lleno de preocupación, lo sumergió en la culpa. Una vez más la iba a hacer sufrir. Una vez más hacía lo que él quería, sin tomar en cuenta otras opiniones. En su mente era lo correcto, entonces… ¡¿POR QUÉ CARAJOS LE MOLESTABA TANTO?! Un tormento que lo estaba devorando desde adentro, su corazón latiendo aceleradamente, su expresión sombría. ¿Realmente valía la pena? ¿Era el camino correcto para recuperar a la mujer que amaba? El señor Fiorentino, usó el comando de voz para llamar por teléfono a Antonio Rossi. El sonido del tono de llamada resonaba en el vehículo, cada vez más intenso, causándole
✧✧✧ En la ciudad de Miami. ✧✧✧ Evelyn miraba por la ventana del restaurante, donde el sol brillaba bañando su cabellera rubia. Desde ahí, podía ver la playa de Miami, con las olas y la brisa cálida. Pero todo eso no podía calmar el torbellino de emociones que sentía. La cita con Angelo era su esperanza, una oportunidad para hablar sobre el pasado y el futuro, para negociar y que él la ayudara a librarse de Marco. Sin embargo, el tiempo pasaba y el señor Fiorentino no se hacía presente. La mesa estaba elegante, con copas de cristal y flores frescas veraniegas, pero, su corazón latía rápido, lleno de ansiedad y tristeza, mientras recordaba los momentos felices que habían compartido antes del accidente e incluso antes de que él contraiga matrimonio. Alguna vez amó a ese hombre. La imagen de Angelo sonriendo aparecía en su mente, pero cada recuerdo le recordaba que él no estaba ahí. Evelyn se llevó una mano al pecho, sintiendo que le faltaba el aire. "¿Por qué no vino?" S
✧✧✧ Miami, Estados Unidos. ✧✧✧ Esa misma tarde. —JAJAJA~ —las carcajadas crueles de Marco Fiorentino resonaban en la oficina de esa casa frente a la playa. Él comenzó a caminar, con su porte desbordante de altivez, con su mirada llena de desprecio. —FUISTE con él. Me has desobedecido, aún cuando amenacé la vida de tu hijo. —Nuestro… —susurró ella con rabia. —¡No sigas con idioteces!, yo solo fui el maldito donante de esperma. Nunca quise hijos y menos con una estúpida como tú, Evelyn. El resto del engaño fue para mantenerte segura en Roma, tu familia pagó bastante bien, si quieres a alguien a quién culpar, que sea a tu padre. —¡¡LO AMENAZASTE!! —gritó Evelyn entre lágrimas—. ¡Tú solo querías poder y planes extras para hacer caer a los Fiorentino! ¡Usaste a los Black! ¡Te metiste con mi familia! ¡Toma lo que quieras y ya déjanos en paz! ¡Déjanos tranquilos! Esa mujer en el suelo, sentada y con su mejilla hinchada ante la fuerte bofetada que había recibido minutos antes
✧✧✧ Esa misma noche. ✧✧✧ Angelo tomó la mano de Cassandra con una suavidad que hizo que su corazón latiera más rápido como si ella fuese una frágil flor que temiera uno solo de sus pétalo cayera. El señor Fiorentino la llevó hacia el ascensor, donde la luz suave y cálida iluminaba la cabina. Mientras ascendían, el sonido de la ciudad se desvanecía. Cuando las puertas se abrieron, Cassandra se encontró en una terraza deslumbrante, ubicada en la cima de un rascacielos que se alzaba frente al océano. Las luces de la ciudad estaban a sus pies, brillando como estrellas. Mesas redondas decoradas con hermosos manteles de seda blanca estaban alrededor, pero solo ellos y unos servidores en la distancia eran los presentes; cada una de las mesas se encontraba adornada con arreglos florales elegantes, y velas parpadeantes que iluminaban el ambiente con un resplandor romántico. —¿Qué te parece? —preguntó Angelo, con un tono pícaro en su voz mientras la conducía hacia una mesa con vista
Angelo la tomó de la mano y la guió hacia la cubierta del yate, donde las luces de Miami se reflejaban en el océano. La mujer sintió su corazón latir aceleradamente. ¿Cuántas veces no deseó tener esos momentos junto a él? La emoción y ansiedad la dominaban, temiendo que esa felicidad fuese efímera. La mano de ese hombre entrelazaba sus dedos con los de ella, Cassandra ejerció una leve presión como si quisiera asegurarse de que era real y que no la soltaría, que no volvería a despertar en la pesadilla de su pasado. La brisa suave del mar acariciaba su piel, meciendo levemente el volado de su sensual vestido azul rey. El sonido de las olas creaba una melodía perfecta que acompañaba a la música suave que sonaba de fondo en el lujoso yate. Las estrellas brillaban intensamente en el cielo como testigos del momento íntimo, de la conexión que nunca había desaparecido del todo entre ellos. Angelo la miraba con esos ojos azules e intensos que parecían reflejar sus propios deseo
Angelo se acercó a Cassandra en el jacuzzi, el calor del agua abrazando sus cuerpos mientras la brisa marina jugaba con sus cabellos. La noche era mágica, casi como un sueño. —Te ves radiante con ese bikini —dijo él, sonriendo mientras se acomodaba a su lado, el agua burbujeante creando pequeñas olas entre ellos. Cassandra asintió, sintiendo cómo un cálido sonrojo iluminaba su rostro. Su corazón latía con fuerza al tenerlo tan cerca. La mirada de Angelo se detuvo en sus labios, un deseo ardiente en sus ojos que Cassandra no pudo ignorar. —Angelo… ¿Cuándo te diste cuenta? —preguntó, su voz temblando con la intensidad del momento. Él levantó las cejas, sorprendido, pero rápidamente volvió a su expresión dulce, atrayendo a Cassandra hacia él con un brazo que la envolvía bajo el agua. Un escalofrío recorrió su espalda. —¿Cuándo supe qué? —preguntó con un tono juguetón, disfrutando de la charla. —¿De verdad me harás decirlo? —ella hizo un puchero, sintiendo cómo él la acercaba más
—Deberías vestirte, cariño —se acercó él, recogiendo la toalla y volviendo a cubrirla con cuidado. —¿No quieres ir a la cama conmigo? —preguntó ella, osando desafiarlo—. ¿Es por mi embarazo? No hay problema, yo puedo hacerlo, no me incómoda, es más… Angelo no pudo evitar soltar una risa que rápidamente reprimió, cubriendo su boca con la mano. —Mi Cassandra. Créeme, no es tu embarazo o tu cuerpo —se inclinó hacia ella, susurrando suavemente—. No hay otra mujer en el mundo que me excite como tú. Quiero estar contigo, pero… No en este yate. Mereces algo mejor. Los ojos dorados de Cassandra brillaron de emoción al comprender que no había razón para sus temores. —¿Dónde? —Dijiste que querías volver a la isla, ¿no? Iremos. —¿Eh? —su corazón comenzó a latir con fuerza, llena de expectativa—. Pero… ¿significa que no volveremos en toda la noche? ¿Y las bebés? —Estarán bien. Robert las traerá mañana por la tarde. —Oh… ¿Arruiné tu sorpresa? Lo siento, solo pensé que te estaba
El señor Fiorentino sintió un profundo alivio y alegría al escuchar las palabras de Cassandra. Su corazón latiendo aceleradamente. Con un gesto sutil, tomó el anillo y lo deslizó sobre el dedo de la hermosa mujer rubia, sus ojos fijos en los de Cassandra, viéndola como su amado tesoro invaluable. —Mi Cassandra… —susurró el CEO, acercándose a ella con delicadeza— Me haces el hombre más feliz, mi amada —él se inclinó lentamente hacia su futura esposa una de sus manos acariciando con dulzura su mejilla como si fuera lo más frágil que jamás hubiese tocado y su otra mano rodeando su cintura, sus labios se encontraron en un beso suave al inicio, pero que poco a poco se fue volviendo más pasional. Cassandra cerró los ojos, dejándose llevar por el momento, siguiendo los movimientos de sus labios, sus manos aferrándose a su camisa casual negra. Cada beso se tornaba más largo que el anterior, con cada pequeña pausa, sus ojos se encontraban con complicidad, con ese brillo de una pasión