Angelo se acercó a Cassandra en el jacuzzi, el calor del agua abrazando sus cuerpos mientras la brisa marina jugaba con sus cabellos. La noche era mágica, casi como un sueño. —Te ves radiante con ese bikini —dijo él, sonriendo mientras se acomodaba a su lado, el agua burbujeante creando pequeñas olas entre ellos. Cassandra asintió, sintiendo cómo un cálido sonrojo iluminaba su rostro. Su corazón latía con fuerza al tenerlo tan cerca. La mirada de Angelo se detuvo en sus labios, un deseo ardiente en sus ojos que Cassandra no pudo ignorar. —Angelo… ¿Cuándo te diste cuenta? —preguntó, su voz temblando con la intensidad del momento. Él levantó las cejas, sorprendido, pero rápidamente volvió a su expresión dulce, atrayendo a Cassandra hacia él con un brazo que la envolvía bajo el agua. Un escalofrío recorrió su espalda. —¿Cuándo supe qué? —preguntó con un tono juguetón, disfrutando de la charla. —¿De verdad me harás decirlo? —ella hizo un puchero, sintiendo cómo él la acercaba más
—Deberías vestirte, cariño —se acercó él, recogiendo la toalla y volviendo a cubrirla con cuidado. —¿No quieres ir a la cama conmigo? —preguntó ella, osando desafiarlo—. ¿Es por mi embarazo? No hay problema, yo puedo hacerlo, no me incómoda, es más… Angelo no pudo evitar soltar una risa que rápidamente reprimió, cubriendo su boca con la mano. —Mi Cassandra. Créeme, no es tu embarazo o tu cuerpo —se inclinó hacia ella, susurrando suavemente—. No hay otra mujer en el mundo que me excite como tú. Quiero estar contigo, pero… No en este yate. Mereces algo mejor. Los ojos dorados de Cassandra brillaron de emoción al comprender que no había razón para sus temores. —¿Dónde? —Dijiste que querías volver a la isla, ¿no? Iremos. —¿Eh? —su corazón comenzó a latir con fuerza, llena de expectativa—. Pero… ¿significa que no volveremos en toda la noche? ¿Y las bebés? —Estarán bien. Robert las traerá mañana por la tarde. —Oh… ¿Arruiné tu sorpresa? Lo siento, solo pensé que te estaba
El señor Fiorentino sintió un profundo alivio y alegría al escuchar las palabras de Cassandra. Su corazón latiendo aceleradamente. Con un gesto sutil, tomó el anillo y lo deslizó sobre el dedo de la hermosa mujer rubia, sus ojos fijos en los de Cassandra, viéndola como su amado tesoro invaluable. —Mi Cassandra… —susurró el CEO, acercándose a ella con delicadeza— Me haces el hombre más feliz, mi amada —él se inclinó lentamente hacia su futura esposa una de sus manos acariciando con dulzura su mejilla como si fuera lo más frágil que jamás hubiese tocado y su otra mano rodeando su cintura, sus labios se encontraron en un beso suave al inicio, pero que poco a poco se fue volviendo más pasional. Cassandra cerró los ojos, dejándose llevar por el momento, siguiendo los movimientos de sus labios, sus manos aferrándose a su camisa casual negra. Cada beso se tornaba más largo que el anterior, con cada pequeña pausa, sus ojos se encontraban con complicidad, con ese brillo de una pasión
>>> Cassandra Brenaman: Pensé que el recuerdo de esa isla y especialmente desde esa colina estaría marcado por el dolor. Que cada vez que llegara a mi mente, iba a dolerme hasta el alma su rechazo e indiferencia. Hoy… Esta noche, siento un mar de emociones y un anillo deslumbrante yace en mi dedo. Seré la señora Fiorentino. Una muy amada esta vez. Sus labios bajaban lentamente explorando mi cuerpo, su lengua se sentía caliente y… me emocionó. Él se detuvo en uno de mis senos, lo chupaba de una manera tan intensa, succionando mi pezón como si fuese un manjar y él, el más hambriento; mis muslos se movían ante el cosquilleo en mi feminidad, sentía cómo me humedecía más y más. Ese hombre que me encimaba sobre el césped. Mi futuro esposo. Mi mente divagaba, mis ojos fijos en el cielo estrellado… Si lo veía a él… Sentía que mi corazón estallaría de emoción y perdería mi razón. Mis manos se posaron en su cabeza, mis dedos se entrelazaban con los mechones oscuros de su suave
>>> Angelo Fiorentino: La Cassandra que conocí, la que fue mi primer amor. Dulce, frágil y alegre, cambió al salir de prisión y… Me siento un poco culpable al saber que me gusta más su "yo" actual. Ese descaro espontáneo… Como en este preciso momento. Comenzó a besarme el cuello con una intensidad que me sorprendió un poco, pero… Al carajo, no lo hace de maravilla pero incluso sus torpes movimientos me están llevando al límite, quizá porque se trata de ella. Mi Cassandra. Mis manos que la mantenían agarrada por la cintura, bajaron hacia sus caderas, un poco más abajo, ahora camino a sus glúteos, firmes, de un tamaño idóneo para mi gusto… Oh… parecen una obra de arte que no me canso de admirar. "Esta mujer… Es mía. Siempre ha sido mía, y siempre lo será hasta su último suspiro" Cruzó un pensamiento, que era algo habitual en mí. ¿Cómo pude ser tan imbécil? ¡Debí gritar un "te amo" hace mucho tiempo!, pero… Es cierto… Ya no tiene mucho sentido arrepentirse. Haré lo que sea
✧✧✧ La tarde del día siguiente. ✧✧✧ Sus ojos verdes en dirección a las largas ventanas de cristal en ese lujoso departamento en la ciudad de Miami. En su mano sostenía una taza de café. Su expresión gélida mientras se sumergía en un mar de pensamientos, hasta que… Su teléfono móvil comenzó a sonar. Marco Fiorentino, lo sacó del bolsillo y observó… ¡Un número desconocidos! —¿Quién diablos es…? —se preguntó a sí mismo. Lo primero que cruzó por su mente, fue… ¡Su primo Angelo! Él sabía. Ahora que parecía que Angelo no caería con nada que hiciera utilizando a Evelyn Black. La mejor opción era volver a Italia y… ¡Utilizar su última carta! El hombre rubio, respondió la llamada. —¡Escapé! ¡Marco por favor, ven por mí! —se escucharon los gritos desesperados de Madeline Black. Marco frunció el ceño. —¿Ir por ti?, claro, iré corriendo y te daré un balazo en la cabeza m@ldita metida —resonó su voz gruesa, llena de coraje y frialdad. —¡Pero Marco! ¡Logré huir de ellos!, después
—¿Se fue con… Marco? —le preguntó Cassandra a Angelo, en su expresión visible la confusión—, no entiendo… No es que… ¿Él la traicionó al engañarla y nunca pensar en matar a Evelyn? —Lo hizo —respondió Angelo, en su tono era evidente su molestia, aunque por supuesto, no con su futura esposa, si no con su amigo, Antonio—. Pero no sé qué idea se le cruzó por la cabeza a él, que la dejó irse… —el señor Fiorentino hizo una pausa. Por un momento pensó en irse de inmediato a Miami, pero… —¡Papi mío! ¡Mami!~ —exclamó Cristal que venía bajando las escaleras seguida de Clara, con una enorme sonrisa en su rostro. Tanto él como Cassandra volvieron sus miradas en dirección a las pequeñas gemelas, que ahora corrían hacia ellos con emoción. —¿Deberíamos volver?, me siento un poco insegura con Marco ahí suelto… Temo que regrese a Italia por mis padres y entonces… Vámonos a Italia, Angelo —pidió ella, soltando un suspiro cargado de preocupación. Él se acercó, rodeándola con su brazo, y b
✧✧✧ Más tarde esa noche. ✧✧✧ La habitación a oscuras, iluminada tenuemente por la luz de la ciudad reflejándose en la pared de cristal. Las luces de Miami parpadeantes, mientras que la atmósfera dentro del departamento se sumergía en la tensión. Madeline Black, pasaba su mano por su cabellera castaña que caía sobre sus hombros, la mujer estaba sentada en el borde de la cama, enfocando su mirada en la puerta. Había escuchado la voz de ese hombre al llegar y simplemente… Esperaba. Marco Fiorentino entró de golpe, su presencia imponente, usando un elegante traje oscuro y gabardina negra. Con un movimiento rápido ese alto hombre… ¡Sacó un arma de su gabardina y la apuntó hacia ella! Sus ojos verdes viéndola con una frialdad glacial. Sus pasos firmes resonaban conforme más se acercaba a la mujer. —Sabes perra, estuve pensando cuidadosamente en tu actuar, nunca he conocido mujer más retorcida que tú. No eres digna de confianza para nadie. Te doy una única oportunidad, dime, ¿