—¡AAAY! ¡MALDITO! —gritó Madeline, al sentir el balazo en su hombro—. ¡¿Estás loco?! ¡Ojalá que cuando llegues a Italia, la sorpresa que te harán, te deje impactado y te suicides! Marco abrió sus ojos con sorpresa, lleno de incertidumbre y molestia. —¿De qué hablas…? —¡TE LO DIJE! —gritó ella su mano en el agujero con sangre de su hombro—. ¡ANGELO SE CANSÓ! ¡¿CREÍAS QUE TODO EL TIEMPO IBA A BUSCAR DESHACERSE DE TI POR LAS BUENAS?! ¡IDIOTA! ¡ANGELO NO ESTÁ SOLO! ¡SU PODER Y EL DE SU AMIGO, ES DE TEMER! Marco se apresuró hacia la mujer, guardó su arma y ayudó a Madeline. —¿Localizaron todas las propiedades? ¿Encontraron a los padres de Cassandra? "¿Así que están vivos y bien, los dos?, por fin, información útil…" Pensó Madeline, manteniendo la calma, a pesar del dolor que la estaba consumiendo por la herida. —No solo eso… —dijo la mujer castaña, mientras no podía ocultar su dolor—. Ya la ley te tiene, al menos a tu falsa identidad, los abogados de los Fiorentino en Itali
✧✧✧ Un mes más tarde. En Florencia, Italia. ✧✧✧ El sol de la tarde se filtraba a través de las grandes ventanas del salón de reuniones, iluminando las paredes cubiertas de arte moderno de la nueva mansión del CEO Angelo Fiorentino en Florencia. El aire estaba impregnado de un ligero aroma a madera y cuero, mientras el sonido de las hojas de los árboles moviéndose, inundaba el salón, gracias a sus ventanas abiertas. Angelo, se encontraba de pie junto a la mesa de conferencias, con los brazos cruzados sobre su pecho. Su mirada fría y altiva reflejaba su frustración. Frente a él sentado en una silla de oficina, Antonio Rossi, su mejor amigo, que tenía una sonrisa juguetona en el rostro, como si nada pudiera perturbar su buen humor. —¿Dónde está la información sobre Madeline? —preguntó Angelo, tensando la mandíbula. —Tranquilo, hermano. No hay razón para perder la cabeza —respondió Antonio, encogiéndose de hombros mientras se reclinaba en la silla—. La chica ha desaparecido. ¿Qu
La mansión del señor Fiorentino se iluminaba con un suave brillo dorado mientras la música llenaba el ambiente elegante. Era una noche especial en Florencia, con un ambiente lleno de alegría y murmullos de conversaciones de los distinguidos invitados. En la habitación principal, Cassandra se miraba al espejo. Su vestido verde esmeralda caía con elegancia sobre su figura, acentuando su belleza entre diamantes y su larga cabellera rubia, sin embargo el ligero abultamiento de su pancita la ponía un poco ansiosa. —Cassandra, estás radiante —dijo Francesca Rossi, su amiga pelirroja, mientras entraba en la habitación con una sonrisa cálida. Sus palabras disiparon las dudas de la futura señora Fiorentino. —¿De verdad? —preguntó Cassandra, sintiendo un rubor en sus mejillas que le calentaba el rostro—. Creo que se nota mucho mi embarazo, en unas semanas tengo programado el ultrasonido del sexo. —¡Por supuesto que te ves hermosa, amiga! —exclamó Francesca, acercándose a ella y aj
En el jardín de la mansión Fiorentino. Cassandra y Angelo se alejaron del bullicio del salón, buscando un rincón más íntimo. —Desde que estoy en Italia, todo ha sido realmente hermoso para mí, Angelo. Sé que te has esforzado para que me sienta cómoda, gracias… —susurró Cassandra, con una pequeña sonrisa mientras miraba a su alrededor los arbustos perfectamente podados con hermosas formas, el murmullo de las fuentes, y el sendero apedreado iluminado por cientos de luces coloridas. —Solo quiero lo mejor para ti. Lo haría todo para que seas feliz —respondió Angelo, acercándose un poco más a ella. Su mirada azul estaba llena de ternura y deseo por esa hermosa mujer. Cassandra se sonrojó, recordando todos los momentos que habían compartido. Desde la infancia hasta ese instante, cada recuerdo que construía su amor. Se giró hacia él deteniendo sus pasos, sus ojos dorados brillantes de emoción. —¿Sabes, Angelo? A veces siento que esto es un hermoso sueño —murmuró, su voz casi un susur
✧✧✧ En la oficina del señor Fiorentino, más tarde, esa misma noche. ✧✧✧ Tras un gran escritorio de caoba cubierto de documentos y un vaso de whisky casi vacío. Angelo se reclinó en su silla, su mirada perdida en el vaso frente a él. La fiesta en la mansión estaba en pleno apogeo casi entrada la media noche; pero él solo sentía un vacío abrumador que le oprimía el pecho. Recordó cómo mintió a Cassandra en el jardín. Como con una sonrisa y un beso le hizo creer que todo estaba bien, o al menos, eso pensó él. Clack~ El sonido de la puerta lo sacó de sus pensamientos pesimistas. De repente, Antonio entró a la oficina. Su actitud era decidida, pero al ver a su amigo tan frío como un témpano de hielo, la preocupación se mostró en su rostro. —Angelo, he estado pensando en el encuentro con Marco —habló Antonio, tomando el vaso de whisky del escritorio y bebiéndolo de un trago, como si necesitara ese impulso para enfrentar la realidad que se presentaba ante ellos. El señor Fiorenti
Cassandra se secó las lágrimas con la determinación creciente en su interior, y se levantó de la cama soltando un profundo suspiro. Miró alrededor de la habitación matrimonial. Una suave iluminación de las lámparas resaltaba los tonos acogedores de la glamuroso decoración. Con un ligero temblor ante su nerviosismo, se acercó al armario y sacó una delicada lencería azul que sabía que a Angelo le gustaba mucho vérselas puesta. La mujer rubia, comenzó a encender algunas velas aromáticas, dando un ambiente más romántico y mayor oscuridad a la habitación al apagar las luces, su corazón latiendo aceleradamente. Tras tomar un baño, se colocó la delicada lencería y se miró en el espejo, una sonrisa con picardía curvó sus labios. Esa noche, quería que él olvidara cualquier preocupación, que se dejara llevar por la pasión y el amor que los unía. Ella sacó unas pastillas de un cajón y comenzó a triturarlas, preparó dos copas de champagne, la suya sin alcohol, y se dirigió hacia la pue
✧✧✧ Cuatro años atrás. ✧✧ —¡POR FAVOR!… ¡AYÚDENME! ¡AYUDEN A MIS BEBÉS! La enfermería en esa prisión de Miami era un lugar frío y desolado. Sin embargo, ese día en particular, estaba sumergido en un ambiente tenso. Cassandra Brenaman, con su gran barriga de embarazo, se retorcía en la camilla, el dolor la atravesaba como cuchillas afiladas por todo su delgado y frágil cuerpo. —¡AAAAAH, DIOS! ¡¡AAAY!! —gritaba con su rostro rojo, el sudor presente recorriendo su cuerpo tembloroso. La angustia se adueñaba de ella, mientras las contracciones la sacudían, cada una más intensa que la anterior. —¡¡¡SOCORRO!!! De repente, la puerta se abrió y un grupo de médicos, vestidos con batas blancas y con un aire de autoridad, entraron en la enfermería. No eran del personal de la prisión; venían de parte del temido y respetado, señor Fiorentino. Sin tiempo que perder, comenzaron a preparar el equipo mientras Cassandra, con el rostro empapado en sudor y lágrimas, se aferraba a las sá
✧✧✧ En la actualidad. ✧✧✧ —Cassandra Brenaman —se escuchó la voz de la guarda en la prisión. —Felicidades, niña, por fin has demostrado tu inocencia, aunque sólo un año antes. —se despidió la única amiga que había hecho en prisión. —Gracias —dijo agradecida, tomando la mano de esa mujer—. Gracias por cuidar siempre de mí, no sé cómo habría sobrevivido a este infierno sin ti. —Recuerda hacer pagar a ese maldito miserable, por cómo te jodió cuatro putos años. —¡Lo haré! ¡Recuperaré a mis gemelas! Te lo juro —exclamó Cassandra, con un brillo de determinación en sus ojos dorados. Las rejas se abrieron y de inmediato la escoltaron fuera de ese sector. Había llegado el día en que sería absuelta por los crímenes que la sentenciaron y que ella… ¡¡JAMÁS COMETIÓ!! …….. —Se ha comprobado que usted es inocente, señorita Brenaman. Felicidades, hoy ha recuperado su libertad —sonrió la encargada de la prisión, entregándole una caja con las pertenencias que le fueron de