Cassandra se secó las lágrimas con la determinación creciente en su interior, y se levantó de la cama soltando un profundo suspiro. Miró alrededor de la habitación matrimonial. Una suave iluminación de las lámparas resaltaba los tonos acogedores de la glamuroso decoración. Con un ligero temblor ante su nerviosismo, se acercó al armario y sacó una delicada lencería azul que sabía que a Angelo le gustaba mucho vérselas puesta. La mujer rubia, comenzó a encender algunas velas aromáticas, dando un ambiente más romántico y mayor oscuridad a la habitación al apagar las luces, su corazón latiendo aceleradamente. Tras tomar un baño, se colocó la delicada lencería y se miró en el espejo, una sonrisa con picardía curvó sus labios. Esa noche, quería que él olvidara cualquier preocupación, que se dejara llevar por la pasión y el amor que los unía. Ella sacó unas pastillas de un cajón y comenzó a triturarlas, preparó dos copas de champagne, la suya sin alcohol, y se dirigió hacia la pue
✧✧✧ Un día más tarde. ✧✧✧ El cielo sobre Florencia estaba cubierto de nubes grises ese día. Un vehículo oscuro se detuvo en un camino que serpenteaba entre los árboles. Del interior, bajó el señor Fiorentino, vestido con un elegante traje de tonalidad negra, la brisa fresca acariciando su rostro de expresión gélida, mientras caminaba en dirección al edificio que se alzaba frente a él. Un grupo de hombres de aspecto peligroso, vestidos de oscuro, lo esperaba. Sus miradas eran frías y calculadoras. Uno de ellos, el más corpulento y alto que los demás, se acercó con una sonrisa burlista en su rostro. —"Bienvenido", señor Fiorentino —dijo, mientras hacía un gesto para que lo siguiera. Angelo sintió un escalofrío recorrer su cuerpo de la cabeza a los pies. Lo condujeron a ese edificio que parecía un antiguo local comercial, que no estaba en uso. Las paredes de ladrillo estaban desgastadas, y el aire dentro era pesado y denso. Un sentimiento de inquietud se apoderó del señor Fior
La luz del día gris se filtraba a través de las grandes ventanas de la elegante casa de Francesca en Florencia, iluminando con suavidad la habitación. Sin embargo, el ambiente era tenso. Francesca y Cassandra estaban de pie en medio de la sala, rodeadas de muebles finamente decorados. —¡No puedes hacerme esto, Francesca! —dijo Cassandra, su voz temblando de inquietud—. Tenemos que ir por Angelo y Antonio. No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras Marco planea algo horrible… Francesca cruzó los brazos, su expresión seria. Su ceño fruncido, mostraban la lucha interna que tenía. Había hablado con Antonio la noche anterior, y aunque él no le había revelado mucho, su instinto le decía que interferir podría ser un error. —Cassandra, por favor, escúchame —replicó Francesca, intentando mantener la calma—. Hablé con Antonio. Aunque no obtuve los detalles, él tiene un plan. Interferir ahora podría complicar las cosas. Cassandra dio un paso hacia ella, su mirada dorada ar
Mientras tanto, en la lujosa finca. La tarde gris se filtraba por las ventanas, creando sombras en las paredes. La habitación estaba decorada con elegancia, pero para Angelo Fiorentino, era una prisión. Él se encontraba en el suelo, escupiendo sangre tras un golpe brutal de Marco. Escuchó la conversación del hombre en motocicleta a través del altavoz que Marco había activado. ¡Su corazón latía desenfrenado, sumergido en la preocupación por Cassandra! —¡¡¡NO TE ATREVAS A TOCARLA!!! —gritó Angelo, levantándose del piso, su voz llena de rabia—. ¡No le harás nada a Cassandra Marco se rió cruelmente, disfrutando del sufrimiento de Angelo. —A ella no. Pero haré que mis hombres la golpeen un poco y le saquen a ese hijo tuyo que lleva en su vientre —sentenció el hombre rubio con frialdad—. Después, me la quedaré como compensación por dejarme y huir el día de nuestra boda. Angelo sintió que su mundo se desmoronaba. Con los puños apretados, se lanzó hacia Marco, pero este ráp
Dentro de la bodega. Madeline, con su porte altivo y mirada gélida, observaba a los hombres de Marco, que permanecían alertas. Los pasos resonaron en la distancia, y todos giraron la vista. Antonio entró al lugar, serio y con la mandíbula tensa. A su lado, Cassandra Brenaman, que intentaba mantener la compostura, pero sus ojos delataban el miedo que sentía. Al verla, Madeline sonrió con altivez y levantó una mano, haciendo un gesto a los hombres de Marco. —Tráiganlos —ordenó con voz firme, rompiendo el silencio. Dos de los hombres de Marco desaparecieron por una puerta lateral. Cassandra, al escuchar esto, sintió que el aire le faltaba, su respiración se volvió inconstante, su corazón golpeaba con fuerza en su pecho como si quisiera salirse, pensaba que caería de rodillas perdiendo la fuerza de sus piernas. —¿Qué… qué estás haciendo….? ¿Por qué te fuiste con Marco?, habíamos negociado… y…. —reclamó Cassandra con un hilo de voz, mirando a Madeline con furia y temor. La mujer
—Entrega a Cassandra —exigió el hombre, que no se molestó en disimular la amenaza en su tono, sus ojos fríos no se apartaban de Madeline. Cassandra forcejeó con más fuerza, sus movimientos desesperados solo aumentaban la presión en el agarre de Madeline. —¡No me entregues! ¡Por favor! —gritó Cassandra, con lágrimas comenzando a correr por sus mejillas. —¡Cállate y quédate quieta! —Madeline mostró con furia los dientes, pero sin soltarla, alzó su arma en segundos y… Antes de que el hombre pudiera reaccionar… Disparó. El estruendo del disparo resonó en el aire, y el cuerpo del hombre cayó pesadamente al suelo. POF~ Cassandra se quedó paralizada, totalmente en shock, miró el cuerpo en el suelo y luego a Madeline, horrorizada. —¡Sube al auto! —ordenó Madeline que tenía las manos temblorosas. Cassandra no avanzaba, pero ella le dio un pequeño empujón. —¡QUÉ SUBAS AL MALDITO AUTO! —¡¡LO MATASTE!! ¡¡¡ES… ESTÁS LOCA!!! —gritó Cassandra desesperada. —¡Te dije que subas al
Cassandra sintió que el mundo se detenía. ¡Las palabras de Marco eran como una daga que se clavaba en su corazón! Recordó lo que Madeline le había dicho en el camino: «No es momento de sufrir o llorar. Ya que te metiste en todo esto, solo tienes una elección: Marco o Angelo. Ahora solo tú puedes hacer algo.» Sus dedos temblaron al recordar el arma que Madeline le había dado, ahora oculta bajo su ropa. Marco se giró hacia Angelo, levantando el cuchillo con calma, disfrutando de cada segundo que lo torturaba física y mentalmente. —¿Últimas palabras, primito? —preguntó, inclinándose ligeramente hacia él. Angelo levantó la cabeza con esfuerzo y vio tras Marco a Cassandra con el arma. La voz del señor Fiorentino fue un susurro frío: —Que el infierno te consuma, Marco. Marco soltó una carcajada, pero el sonido fue interrumpido por un disparo. ¡BAM! Cassandra había sacado el arma y con las manos temblorosas, había apretado el gatillo… El impacto hizo que Marco cayera hacia
♡♡♡ UN AÑO MÁS TARDE. ♡♡♡ ……………………………………………………………. La mujer rubia se encontraba de pie frente a los largos espejos, su cabellera larga adornada con pequeñas flores blancas como si fuesen estrellas, sus labios pintados de un brillante rosa pálido acompañaban un maquillaje sencillo y natural. Su vestido de novia escotado en corazón y con una sensual abertura en V larga en su espalda, iba ajustado resaltando sus deliciosas curvas y cayendo con elegancia. —Te ves preciosa, Cassi —dijo Francesca, en un tono animado. Cassandra sonrió tímidamente, sus manos jugueteaban nerviosas con la tela del vestido. —¿En serio? Siento que todavía no he recuperado completamente mi figura… Francesca soltó una pequeña risa, llena de ternura. —¡Qué tonterías dices! Te ves absolutamente radiante. Estoy segura de que Angelo quedará sin palabras. Si supieras cómo habla de ti cuando no estás cerca. Ese hombre te adora. Cassandra sintió que el calor subía por sus mejillas. Mientras Francesca salía