>>> Angelo Fiorentino: La Cassandra que conocí, la que fue mi primer amor. Dulce, frágil y alegre, cambió al salir de prisión y… Me siento un poco culpable al saber que me gusta más su "yo" actual. Ese descaro espontáneo… Como en este preciso momento. Comenzó a besarme el cuello con una intensidad que me sorprendió un poco, pero… Al carajo, no lo hace de maravilla pero incluso sus torpes movimientos me están llevando al límite, quizá porque se trata de ella. Mi Cassandra. Mis manos que la mantenían agarrada por la cintura, bajaron hacia sus caderas, un poco más abajo, ahora camino a sus glúteos, firmes, de un tamaño idóneo para mi gusto… Oh… parecen una obra de arte que no me canso de admirar. "Esta mujer… Es mía. Siempre ha sido mía, y siempre lo será hasta su último suspiro" Cruzó un pensamiento, que era algo habitual en mí. ¿Cómo pude ser tan imbécil? ¡Debí gritar un "te amo" hace mucho tiempo!, pero… Es cierto… Ya no tiene mucho sentido arrepentirse. Haré lo que sea
✧✧✧ La tarde del día siguiente. ✧✧✧ Sus ojos verdes en dirección a las largas ventanas de cristal en ese lujoso departamento en la ciudad de Miami. En su mano sostenía una taza de café. Su expresión gélida mientras se sumergía en un mar de pensamientos, hasta que… Su teléfono móvil comenzó a sonar. Marco Fiorentino, lo sacó del bolsillo y observó… ¡Un número desconocidos! —¿Quién diablos es…? —se preguntó a sí mismo. Lo primero que cruzó por su mente, fue… ¡Su primo Angelo! Él sabía. Ahora que parecía que Angelo no caería con nada que hiciera utilizando a Evelyn Black. La mejor opción era volver a Italia y… ¡Utilizar su última carta! El hombre rubio, respondió la llamada. —¡Escapé! ¡Marco por favor, ven por mí! —se escucharon los gritos desesperados de Madeline Black. Marco frunció el ceño. —¿Ir por ti?, claro, iré corriendo y te daré un balazo en la cabeza m@ldita metida —resonó su voz gruesa, llena de coraje y frialdad. —¡Pero Marco! ¡Logré huir de ellos!, después
—¿Se fue con… Marco? —le preguntó Cassandra a Angelo, en su expresión visible la confusión—, no entiendo… No es que… ¿Él la traicionó al engañarla y nunca pensar en matar a Evelyn? —Lo hizo —respondió Angelo, en su tono era evidente su molestia, aunque por supuesto, no con su futura esposa, si no con su amigo, Antonio—. Pero no sé qué idea se le cruzó por la cabeza a él, que la dejó irse… —el señor Fiorentino hizo una pausa. Por un momento pensó en irse de inmediato a Miami, pero… —¡Papi mío! ¡Mami!~ —exclamó Cristal que venía bajando las escaleras seguida de Clara, con una enorme sonrisa en su rostro. Tanto él como Cassandra volvieron sus miradas en dirección a las pequeñas gemelas, que ahora corrían hacia ellos con emoción. —¿Deberíamos volver?, me siento un poco insegura con Marco ahí suelto… Temo que regrese a Italia por mis padres y entonces… Vámonos a Italia, Angelo —pidió ella, soltando un suspiro cargado de preocupación. Él se acercó, rodeándola con su brazo, y b
✧✧✧ Más tarde esa noche. ✧✧✧ La habitación a oscuras, iluminada tenuemente por la luz de la ciudad reflejándose en la pared de cristal. Las luces de Miami parpadeantes, mientras que la atmósfera dentro del departamento se sumergía en la tensión. Madeline Black, pasaba su mano por su cabellera castaña que caía sobre sus hombros, la mujer estaba sentada en el borde de la cama, enfocando su mirada en la puerta. Había escuchado la voz de ese hombre al llegar y simplemente… Esperaba. Marco Fiorentino entró de golpe, su presencia imponente, usando un elegante traje oscuro y gabardina negra. Con un movimiento rápido ese alto hombre… ¡Sacó un arma de su gabardina y la apuntó hacia ella! Sus ojos verdes viéndola con una frialdad glacial. Sus pasos firmes resonaban conforme más se acercaba a la mujer. —Sabes perra, estuve pensando cuidadosamente en tu actuar, nunca he conocido mujer más retorcida que tú. No eres digna de confianza para nadie. Te doy una única oportunidad, dime, ¿
—¡AAAY! ¡MALDITO! —gritó Madeline, al sentir el balazo en su hombro—. ¡¿Estás loco?! ¡Ojalá que cuando llegues a Italia, la sorpresa que te harán, te deje impactado y te suicides! Marco abrió sus ojos con sorpresa, lleno de incertidumbre y molestia. —¿De qué hablas…? —¡TE LO DIJE! —gritó ella su mano en el agujero con sangre de su hombro—. ¡ANGELO SE CANSÓ! ¡¿CREÍAS QUE TODO EL TIEMPO IBA A BUSCAR DESHACERSE DE TI POR LAS BUENAS?! ¡IDIOTA! ¡ANGELO NO ESTÁ SOLO! ¡SU PODER Y EL DE SU AMIGO, ES DE TEMER! Marco se apresuró hacia la mujer, guardó su arma y ayudó a Madeline. —¿Localizaron todas las propiedades? ¿Encontraron a los padres de Cassandra? "¿Así que están vivos y bien, los dos?, por fin, información útil…" Pensó Madeline, manteniendo la calma, a pesar del dolor que la estaba consumiendo por la herida. —No solo eso… —dijo la mujer castaña, mientras no podía ocultar su dolor—. Ya la ley te tiene, al menos a tu falsa identidad, los abogados de los Fiorentino en Itali
✧✧✧ Un mes más tarde. En Florencia, Italia. ✧✧✧ El sol de la tarde se filtraba a través de las grandes ventanas del salón de reuniones, iluminando las paredes cubiertas de arte moderno de la nueva mansión del CEO Angelo Fiorentino en Florencia. El aire estaba impregnado de un ligero aroma a madera y cuero, mientras el sonido de las hojas de los árboles moviéndose, inundaba el salón, gracias a sus ventanas abiertas. Angelo, se encontraba de pie junto a la mesa de conferencias, con los brazos cruzados sobre su pecho. Su mirada fría y altiva reflejaba su frustración. Frente a él sentado en una silla de oficina, Antonio Rossi, su mejor amigo, que tenía una sonrisa juguetona en el rostro, como si nada pudiera perturbar su buen humor. —¿Dónde está la información sobre Madeline? —preguntó Angelo, tensando la mandíbula. —Tranquilo, hermano. No hay razón para perder la cabeza —respondió Antonio, encogiéndose de hombros mientras se reclinaba en la silla—. La chica ha desaparecido. ¿Qu
La mansión del señor Fiorentino se iluminaba con un suave brillo dorado mientras la música llenaba el ambiente elegante. Era una noche especial en Florencia, con un ambiente lleno de alegría y murmullos de conversaciones de los distinguidos invitados. En la habitación principal, Cassandra se miraba al espejo. Su vestido verde esmeralda caía con elegancia sobre su figura, acentuando su belleza entre diamantes y su larga cabellera rubia, sin embargo el ligero abultamiento de su pancita la ponía un poco ansiosa. —Cassandra, estás radiante —dijo Francesca Rossi, su amiga pelirroja, mientras entraba en la habitación con una sonrisa cálida. Sus palabras disiparon las dudas de la futura señora Fiorentino. —¿De verdad? —preguntó Cassandra, sintiendo un rubor en sus mejillas que le calentaba el rostro—. Creo que se nota mucho mi embarazo, en unas semanas tengo programado el ultrasonido del sexo. —¡Por supuesto que te ves hermosa, amiga! —exclamó Francesca, acercándose a ella y aj
En el jardín de la mansión Fiorentino. Cassandra y Angelo se alejaron del bullicio del salón, buscando un rincón más íntimo. —Desde que estoy en Italia, todo ha sido realmente hermoso para mí, Angelo. Sé que te has esforzado para que me sienta cómoda, gracias… —susurró Cassandra, con una pequeña sonrisa mientras miraba a su alrededor los arbustos perfectamente podados con hermosas formas, el murmullo de las fuentes, y el sendero apedreado iluminado por cientos de luces coloridas. —Solo quiero lo mejor para ti. Lo haría todo para que seas feliz —respondió Angelo, acercándose un poco más a ella. Su mirada azul estaba llena de ternura y deseo por esa hermosa mujer. Cassandra se sonrojó, recordando todos los momentos que habían compartido. Desde la infancia hasta ese instante, cada recuerdo que construía su amor. Se giró hacia él deteniendo sus pasos, sus ojos dorados brillantes de emoción. —¿Sabes, Angelo? A veces siento que esto es un hermoso sueño —murmuró, su voz casi un susur