✧✧✧ En la mansión del señor Fiorentino entrada la noche. ✧✧✧ Cassandra salió del cuarto de baño, con la bata de baño blanca atada su cintura y comenzando a quitarse la toalla en su cabeza, encendió la secadora inalámbrica, comenzando a sacar su rubia cabellera. Sus ojos dorados veían a los alrededores, los colores claros iluminados por las luces blancas daban aún más claridad a la cómoda y espaciosa habitación del señor Fiorentino. Aún no se hacía a la idea que la compartirían como si estuviesen casados, según el trato que tenían, ella era nuevamente su mujer, su futura esposa. Pero, aunque la situación no se dio de cuento de hadas, era un acuerdo mutuo no forzado y… No podía evitar sentirse un poco feliz. Cuando apagó la secadora, dispuesto a comenzar a vestirse, escuchó el sonido de la puerta y los pasos acercándose que fueron opacados por el sonido de esa grave voz masculina. —¿Ya estás lista?, la m@ldita te está esperando, pero tampoco tienes que apresurarte si no qu
—¡¿Es en serio?! ¿A quién piensas herir? —preguntó Cassandra frunciendo el ceño, aún sentada en el regazo de ese hombre. —A nadie. Solo es para poner un límite y amenazarla, aunque ganas de dispararle sí tengo —respondió él fríamente, refiriéndose a Madeline. —Disparar… No, no se te ocurra hacer una estupidez, Angelo. —No lo iba a hacer, ya te lo dije. Cassandra se levantó frunciendo el ceño, y se dirigió a la salida. —Espérame —fue él, tras de ella. ……….. Minutos más tarde. Cassandra ingresó a la habitación, una mesa y tras ella sentada, Madeline. La mujer rubia se sorprendió al verla esposada a la silla. De inmediato, volvió a ver a Angelo que había ingresado tras de ella. —¿Por qué está esposada? —Precaución, podría querer lanzarse sobre ti y lastimarte —respodió Angelo al instante, acercándose hacia Madeline, apoyó su mano en la mesa y se inclinó hacia ella—. No intentes manipular a mi mujer, eres una m@ldita muy astuta, pero, no te será suficiente si quieres
Angelo se sorprendió ante las palabras de Madeline. Cruzado de brazos con su espalda recostada a la pared del pasillo, en su oído tenía el audífono, cuyo micrófono lo había dejado adherido bajo el borde de la mesa cuando se acercó a Madeline y la amenazó. "Sus padres… ¿Es eso? ¿Podría ser lo que impulsa a Marco a seguir con toda esta locura?, ¿aún tiene algo con qué amenazar?" Pensó ese hombre detenidamente. "Pero si ese es el caso, ¿por qué aún no ha utilizado a los padres de Cassandra para amenazarnos?" ………… En el interior de la habitación. Cassandra suspiró con pesar. Sus lágrimas cayendo a torrenciales. La mujer rubia se levantó de inmediato, apoyando sus manos con fuerza sobre la mesa. —¡¿Vivos?! ¡Él dijo que estaban muertos! —No hablaré más. Dije que haría un trato contigo~ —sonrió altiva, Madeline— ¿Me ayudarán con mi libertad y el dinero que vale mi información? Cassandra guardó silencio por un momento. Limpiando sus lágrimas rápidamente con sus manos. —E
✧✧✧ Hace dos meses atrás. ✧✧✧ —Lleven a Emma de regreso a la finca. Él sigue en el hospital —hablaba Marco por teléfono, hasta que notó a Madeline y colgó. —¿Qué "Emma" Marco? ¿Acaso ese no es el nombre de la madre de la perra criminal? —preguntó Madeline sombría. Esa noche, Marco se encontraba en el jardín trasero de la mansión Fiorentino, iluminado por la tenue luz amarillenta de las farolas, clavó su mirada verde en esa mujer. Madeline, que lo había escuchado hablar por teléfono, de inmediato se atrevió a preguntar. —JA~ no. Solo preguntas tonterías, no sé qué carajos pasó con esa señora. —¡Oh, por favor! ¿Olvidas que tú y yo tuvimos muchos encuentros sexuales?, en más de una ocasión pensaste que estaba ebria y hablaste de más~ soy la única que conoce lo podrido que estás, ¿olvidaste la noche que lloraste frustrado en mis brazos con tu cabeza en mi pecho? —JAJAJA —Marco estalló en carcajadas, caminando por la acera hasta detenerse frente a Madeline—. ¿Yo? ¿Llorar? —di
✧✧✧ Cuatro años atrás. ✧✧ —¡POR FAVOR!… ¡AYÚDENME! ¡AYUDEN A MIS BEBÉS! La enfermería en esa prisión de Miami era un lugar frío y desolado. Sin embargo, ese día en particular, estaba sumergido en un ambiente tenso. Cassandra Brenaman, con su gran barriga de embarazo, se retorcía en la camilla, el dolor la atravesaba como cuchillas afiladas por todo su delgado y frágil cuerpo. —¡AAAAAH, DIOS! ¡¡AAAY!! —gritaba con su rostro rojo, el sudor presente recorriendo su cuerpo tembloroso. La angustia se adueñaba de ella, mientras las contracciones la sacudían, cada una más intensa que la anterior. —¡¡¡SOCORRO!!! De repente, la puerta se abrió y un grupo de médicos, vestidos con batas blancas y con un aire de autoridad, entraron en la enfermería. No eran del personal de la prisión; venían de parte del temido y respetado, señor Fiorentino. Sin tiempo que perder, comenzaron a preparar el equipo mientras Cassandra, con el rostro empapado en sudor y lágrimas, se aferraba a las sá
✧✧✧ En la actualidad. ✧✧✧ —Cassandra Brenaman —se escuchó la voz de la guarda en la prisión. —Felicidades, niña, por fin has demostrado tu inocencia, aunque sólo un año antes. —se despidió la única amiga que había hecho en prisión. —Gracias —dijo agradecida, tomando la mano de esa mujer—. Gracias por cuidar siempre de mí, no sé cómo habría sobrevivido a este infierno sin ti. —Recuerda hacer pagar a ese maldito miserable, por cómo te jodió cuatro putos años. —¡Lo haré! ¡Recuperaré a mis gemelas! Te lo juro —exclamó Cassandra, con un brillo de determinación en sus ojos dorados. Las rejas se abrieron y de inmediato la escoltaron fuera de ese sector. Había llegado el día en que sería absuelta por los crímenes que la sentenciaron y que ella… ¡¡JAMÁS COMETIÓ!! …….. —Se ha comprobado que usted es inocente, señorita Brenaman. Felicidades, hoy ha recuperado su libertad —sonrió la encargada de la prisión, entregándole una caja con las pertenencias que le fueron de
Casandra abrió sus ojos lentamente, sintiéndose aturdida. Cuando intentó mover su cuerpo, se percató que estaba atada en esa incómoda silla, de inmediato observó sus alrededores mientras parpadeaba varias veces… ¡Quedó petrificada en ese instante! La oficina del CEO Angelo Fiorentino, lucía como si fuese un monumento a su ego: paredes cubiertas de cuadros brillantes que lo mostraban en ceremonias de premiación, su sonrisa arrogante se plasmaba de manera eterna en cada fotografía. Trofeos que relucían en estantes, títulos y diplomas que colgaban con orgullo. "No… No puedo quedarme aquí…" Pensó ella entrando en pánico. Miró por las ventanas, donde la noche ya se mostraba… ¡No había tiempo que perder!, con todas sus fuerzas, comenzó a forcejear contra las sogas que le ataban las muñecas y los tobillos. Un acto inútil, y ante sus bruscos movimientos… ¡PUM! ¡Cayó al suelo con todo y silla!, justo en ese instante, escuchó unos sonidos provenir de la distancia. ¡ALGUIEN
—¿Nada que decir? —la helada mirada que clavó ese CEO, la hizo sentir un escalofríos en todo su cuerpo. Cassandra, viéndolo hacia arriba, comenzó a temblar de rabia e indignación… ¡No podía sentir más humillación! —No he hecho nada de lo que me acusas… —continuó Casandra, intentando mantenerse firme, aunque su tembloroso cuerpo y su voz quebradiza la delataran—. ¡Has caído bajo si me juzgas así, Angelo! Pero Sí, cometí un error. ¡Lo único que hice mal fue enamorarme de ti! ¡AAAH! Las palabras de Cassandra se vieron abruptamente interrumpidas por su fuerte grito. PLAF~ ¡Ese hombre le dio una bofetada! —¿Crees que soy estúpido?, es claro que estás ligada a mi maldito primo. En ese momento, el CEO Fiorentino se inclinó hacia su exesposa, su mano agarrando con fuerza el mentón de Cassandra, obligándola a hacer contacto visual con él, sus alientos entrelazándose. Entonces, dijo en un susurro lleno de frialdad: —Justo ahora puedo hacer lo que se me antoje contigo, y no pue