—¡¿Es en serio?! ¿A quién piensas herir? —preguntó Cassandra frunciendo el ceño, aún sentada en el regazo de ese hombre. —A nadie. Solo es para poner un límite y amenazarla, aunque ganas de dispararle sí tengo —respondió él fríamente, refiriéndose a Madeline. —Disparar… No, no se te ocurra hacer una estupidez, Angelo. —No lo iba a hacer, ya te lo dije. Cassandra se levantó frunciendo el ceño, y se dirigió a la salida. —Espérame —fue él, tras de ella. ……….. Minutos más tarde. Cassandra ingresó a la habitación, una mesa y tras ella sentada, Madeline. La mujer rubia se sorprendió al verla esposada a la silla. De inmediato, volvió a ver a Angelo que había ingresado tras de ella. —¿Por qué está esposada? —Precaución, podría querer lanzarse sobre ti y lastimarte —respodió Angelo al instante, acercándose hacia Madeline, apoyó su mano en la mesa y se inclinó hacia ella—. No intentes manipular a mi mujer, eres una m@ldita muy astuta, pero, no te será suficiente si quieres
Angelo se sorprendió ante las palabras de Madeline. Cruzado de brazos con su espalda recostada a la pared del pasillo, en su oído tenía el audífono, cuyo micrófono lo había dejado adherido bajo el borde de la mesa cuando se acercó a Madeline y la amenazó. "Sus padres… ¿Es eso? ¿Podría ser lo que impulsa a Marco a seguir con toda esta locura?, ¿aún tiene algo con qué amenazar?" Pensó ese hombre detenidamente. "Pero si ese es el caso, ¿por qué aún no ha utilizado a los padres de Cassandra para amenazarnos?" ………… En el interior de la habitación. Cassandra suspiró con pesar. Sus lágrimas cayendo a torrenciales. La mujer rubia se levantó de inmediato, apoyando sus manos con fuerza sobre la mesa. —¡¿Vivos?! ¡Él dijo que estaban muertos! —No hablaré más. Dije que haría un trato contigo~ —sonrió altiva, Madeline— ¿Me ayudarán con mi libertad y el dinero que vale mi información? Cassandra guardó silencio por un momento. Limpiando sus lágrimas rápidamente con sus manos. —E
✧✧✧ Hace dos meses atrás. ✧✧✧ —Lleven a Emma de regreso a la finca. Él sigue en el hospital —hablaba Marco por teléfono, hasta que notó a Madeline y colgó. —¿Qué "Emma" Marco? ¿Acaso ese no es el nombre de la madre de la perra criminal? —preguntó Madeline sombría. Esa noche, Marco se encontraba en el jardín trasero de la mansión Fiorentino, iluminado por la tenue luz amarillenta de las farolas, clavó su mirada verde en esa mujer. Madeline, que lo había escuchado hablar por teléfono, de inmediato se atrevió a preguntar. —JA~ no. Solo preguntas tonterías, no sé qué carajos pasó con esa señora. —¡Oh, por favor! ¿Olvidas que tú y yo tuvimos muchos encuentros sexuales?, en más de una ocasión pensaste que estaba ebria y hablaste de más~ soy la única que conoce lo podrido que estás, ¿olvidaste la noche que lloraste frustrado en mis brazos con tu cabeza en mi pecho? —JAJAJA —Marco estalló en carcajadas, caminando por la acera hasta detenerse frente a Madeline—. ¿Yo? ¿Llorar? —di
✧✧✧ Un día más tarde. ✧✧✧ "Se supone que es hoy…" Pensó Evelyn Black, sentada en una silla del comedor. Con las manos temblorosas, sostenía una taza de té mientras sus ojos se perdían en la luz de la mañana que entraba por la ventana. De repente, escuchó pasos acercándose, y su corazón empezó a latir con fuerza. Su mirada se fijó en el hombre alto y rubio que se acercaba, irradiando una presencia amenazante. —Estarás aquí hasta nuevo aviso, esta será tu jaula —dijo él, con una sonrisa que destilaba malicia. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Evelyn. —¿Es en serio, Marco? —preguntó, tratando de que su voz sonara firme, pero el miedo la traicionó, y sonó más como una queja temblorosa. —Claro. Hablo muy en serio. Tendré hombres vigilándote. Si intentas escapar, te atraparán. Y tu hijo… morirá frente a ti. ¿Eso es lo que quieres, Evelyn? —dijo, con una frialdad que cortaba como un cuchillo, mientras ajustaba su elegante saco oscuro. Ella negó lentamente, sintiendo que su mun
Angelo estaba sentado al volante de su automóvil. Sus manos apretaban el volante con fuerza, mientras su mente se debatía entre la razón y el deseo. Miró por la ventana, viendo cómo el paisaje de la ciudad ese soleado día, se deslizaba rápidamente a su alrededor, sintiendo que cada kilómetro que lo alejaba de Cassandra era un peso más en su corazón. El recuerdo de su rostro, lleno de preocupación, lo sumergió en la culpa. Una vez más la iba a hacer sufrir. Una vez más hacía lo que él quería, sin tomar en cuenta otras opiniones. En su mente era lo correcto, entonces… ¡¿POR QUÉ CARAJOS LE MOLESTABA TANTO?! Un tormento que lo estaba devorando desde adentro, su corazón latiendo aceleradamente, su expresión sombría. ¿Realmente valía la pena? ¿Era el camino correcto para recuperar a la mujer que amaba? El señor Fiorentino, usó el comando de voz para llamar por teléfono a Antonio Rossi. El sonido del tono de llamada resonaba en el vehículo, cada vez más intenso, causándole
✧✧✧ En la ciudad de Miami. ✧✧✧ Evelyn miraba por la ventana del restaurante, donde el sol brillaba bañando su cabellera rubia. Desde ahí, podía ver la playa de Miami, con las olas y la brisa cálida. Pero todo eso no podía calmar el torbellino de emociones que sentía. La cita con Angelo era su esperanza, una oportunidad para hablar sobre el pasado y el futuro, para negociar y que él la ayudara a librarse de Marco. Sin embargo, el tiempo pasaba y el señor Fiorentino no se hacía presente. La mesa estaba elegante, con copas de cristal y flores frescas veraniegas, pero, su corazón latía rápido, lleno de ansiedad y tristeza, mientras recordaba los momentos felices que habían compartido antes del accidente e incluso antes de que él contraiga matrimonio. Alguna vez amó a ese hombre. La imagen de Angelo sonriendo aparecía en su mente, pero cada recuerdo le recordaba que él no estaba ahí. Evelyn se llevó una mano al pecho, sintiendo que le faltaba el aire. "¿Por qué no vino?" S
✧✧✧ Miami, Estados Unidos. ✧✧✧ Esa misma tarde. —JAJAJA~ —las carcajadas crueles de Marco Fiorentino resonaban en la oficina de esa casa frente a la playa. Él comenzó a caminar, con su porte desbordante de altivez, con su mirada llena de desprecio. —FUISTE con él. Me has desobedecido, aún cuando amenacé la vida de tu hijo. —Nuestro… —susurró ella con rabia. —¡No sigas con idioteces!, yo solo fui el maldito donante de esperma. Nunca quise hijos y menos con una estúpida como tú, Evelyn. El resto del engaño fue para mantenerte segura en Roma, tu familia pagó bastante bien, si quieres a alguien a quién culpar, que sea a tu padre. —¡¡LO AMENAZASTE!! —gritó Evelyn entre lágrimas—. ¡Tú solo querías poder y planes extras para hacer caer a los Fiorentino! ¡Usaste a los Black! ¡Te metiste con mi familia! ¡Toma lo que quieras y ya déjanos en paz! ¡Déjanos tranquilos! Esa mujer en el suelo, sentada y con su mejilla hinchada ante la fuerte bofetada que había recibido minutos antes
✧✧✧ Esa misma noche. ✧✧✧ Angelo tomó la mano de Cassandra con una suavidad que hizo que su corazón latiera más rápido como si ella fuese una frágil flor que temiera uno solo de sus pétalo cayera. El señor Fiorentino la llevó hacia el ascensor, donde la luz suave y cálida iluminaba la cabina. Mientras ascendían, el sonido de la ciudad se desvanecía. Cuando las puertas se abrieron, Cassandra se encontró en una terraza deslumbrante, ubicada en la cima de un rascacielos que se alzaba frente al océano. Las luces de la ciudad estaban a sus pies, brillando como estrellas. Mesas redondas decoradas con hermosos manteles de seda blanca estaban alrededor, pero solo ellos y unos servidores en la distancia eran los presentes; cada una de las mesas se encontraba adornada con arreglos florales elegantes, y velas parpadeantes que iluminaban el ambiente con un resplandor romántico. —¿Qué te parece? —preguntó Angelo, con un tono pícaro en su voz mientras la conducía hacia una mesa con vista