Capítulo 3

Alexa

Veo como se aleja Pierre,  lo sigo con la mirada hasta que se encuentra con una mujer rubia muy bella, alta y elegante,  ¿será su novia?  Él le sonríe mientras le habla y ella lo mira de una manera muy dulce. Extrañamente me incomoda la situación.  Pero no puedo apartar la mirada hasta que pasan a una zona que no tiene acceso a la vista del público. Me llevo el trago a la boca y sin pensarlo me tomo lo que queda. Cassandra que no se ha perdido ni una pizca de mis reacciones me dice:

—¡Suéltalo, Al!

—Qué quieres que suelte Cass —le respondo.

—Pues lo que estás pensando, te has quedado absorta viendo como nuestro recién estrenado amigo se aleja, y ni que decir de tu cara cuando se encontró con la rubia.

Hago una señal al chico de la barra para que me sirva otro trago.

—No pienso absolutamente nada, Cass, y no lo estaba viendo, sólo estoy disfrutando del ambiente —le digo demasiado rápido y ella no se perdió ese detalle.

—¡Después de vieja mentirosa! —exclama riéndose—, vi las miradas que se daban y también vi cómo se te fueron los ojos mientras él caminaba, es más —dice acercándose más a mí, mirándome directamente a los ojos—. ¿Los tienes aún?  Porque creo que se te fueron hasta la otra habitación —se carcajea.

—Pues como siempre, estas imaginando cosas, no sé de qué hablas.

—Engañarás a todo el mundo con tu fachada de fría señora de negocios, Alexa —me dice Cass con voz seria—, pero a mí definitivamente ¡no! —expresa con desespero.

 —Cass, déjalo hasta allí.  No pasa nada, simplemente me pareció un tipo atractivo, nada más.

—¿Nada más? Por dios Alexa, estabas babeando, bueno tengo que admitir que tu sola no —se cruza de brazos y pone una mano en su barbilla mientras me dice intrigada—, él también se vio bastante interesado en ti.

—¡Sí hablas tonterías! —exclamo—, ¡por Dios, sólo quiso ser cordial! —luego de una pequeñísima pausa le digo—.  Puedo decir lo mismo, además —señalo—, con quien más hablo fue contigo.

—¿Celosa? —suelta una carcajada—. ¡Pues claro que hablé! Si a ti te comieron la lengua los ratones, sin embargo, debo celebrarlo, alguien por primera vez deja sin palabras a Alexa Gupalova —se ríe sonoramente, mientras toma tranquilamente su trago.

—¿Y qué me dices de la cena?, nos invitó a las dos, así que no hay ningún interés en mí —digo con sorna.

 —Ay, mi querida hermana, a veces eres tan ingenua, por supuesto que nos invitó a las dos, con la clara intención que vayas tú sola.

 —Pues si no vamos las dos, no hay trato, simplemente no voy —expreso tajantemente.

—Por dios, deja la mojigatería, ya estás grandecita, la decisión es simple, si llama vas a la cena y punto, además aquí la experta en negocios eres tú, lo mío son las relaciones públicas —alega—. Como las que voy a hacer ahorita, allá viene mi amigo Edgar, el que me regaló las entradas VIP, es demasiado bello, me gusta y sé que le gusto, pero es demasiado tímido —termina de tomarse su trago y se acomoda nerviosa su vestido.

Veo venir al amigo de Cass con otro hombre, ambos parecen salidos de GQ Magazine, elegantemente trajeados, uno con aspecto latino y el otro claramente americano, sus rostros me parecen conocidos, pero no logro ubicarlos, hasta que están cerca y los reconozco, me voleo y la miro incrédula:

—¡Por dios Cass! ¡Desde cuando eres amiga de actores! —le susurro al oído—, ¡me quiero morir! —río sonoramente, pareciendo adolescente.

—Para que veas que yo también te puedo dar sorpresas —me responde riéndose.

Pienso que, en este lugar tan exclusivo, no me debería extrañar ver a personas de todos los círculos sociales.

Edgar se dirige directamente a Cass y la saluda con alegría, veo su cara y ella está literalmente embobada con él.

—Hola cariño, me alegra que hayas podido venir —la abraza y le da vueltas en el aire, mientras le estampa un sonoro beso en ambas mejillas, luego se dirige a mí y se presenta—. Hola soy Edgar, tú debes ser Alexa, Cass me ha hablado muchísimo de ti —suelta mi mano y palmea el hombro de su acompañante—. Chicas, les presento a mi amigo Channing.

El amigo de Edgar nos saluda muy risueño, pronto los cuatro nos sentimos muy a gusto y entablamos una conversación muy animada llena de anécdotas y trivialidades.

Entre los tragos y la conversación, me olvido por momentos del hombre de ojos azules más impactantes que he conocido.

De repente las luces de todo el recinto se apagan y escuchamos cómo anuncia el show de inauguración del Club Privilege, la sorpresa de la noche es que el DJ es David Guetta, uno de los productores de música más cotizados, ubicándose en el año según las revistas especializadas como el mejor DJ del mundo, es quien va a amenizarla. Con un gran espectáculo de luces se inicia su presentación, increíble que, durante un poco mas de cuarenta minutos hemos disfrutado de gran parte de sus éxitos, todo el público está emocionado bailan a su son sin parar. Sinceramente una delicia de espectáculo.

Pierre

Kathie y yo llegamos al camerino de David, veo como está relajado, raramente escuchando música clásica, enseguida se para y me abraza.

—Mi querido amigo —exclama con alegría—. Quería agradecerte personalmente todas tus atenciones antes de empezar el show.

—No hay por qué David, ¡lo mejor para el mejor! —digo correspondiendo al abrazo de mi amigo.

David saluda a Kathie con cariño, hace mucho tiempo que nos conocemos, y es que, a pesar de ser uno de los mejores DJ del mundo, es un hombre sencillo, de buen carácter, amante de la música y del vino, tratamos que esté lo más cómodo posible.  Le trajimos una gran mesa de quesos y frutas. Él ha sido quien ha estado en las inauguraciones de los otros clubes, dice que es mi amuleto de la suerte.

Compartimos un rato de amena charla antes de despedirnos, pronto le toca hacer su show. Cuando salimos del camerino, tomamos rumbos distintos, ella se dirige hacia la zona de empleados y yo me voy a la zona de las cámaras.

Mientras camino, meto la mano en mis bolsillos y me topo con la tarjeta de Alexa, la miro con detenimiento, respiro hondo y exhalo despacio, intentando liberar la presión que se me acumula de sólo pensar en ella, miles de fantasías asaltan mi cabeza pensando en cómo tomar sus labios, en cómo estrecharla contra mi cuerpo y que sienta lo mucho que me atrae, tenía mucho tiempo sin sentirme atraído por una mujer de la manera como me atrajo ella. No quiero parecer desesperado para llamarla mañana mismo, pero sí quiero hacerlo lo más pronto posible, me parecía irracional la reacción que ejercía en mí, pensé que sólo pasaba en las novelas que leía mi hermana.

Voy hasta la sala de cámaras y veo cómo los muchachos controlan todo, hay vigilancia en cada uno de los puntos para garantizar la seguridad. Me siento en mi escritorio y desde mi pantalla empiezo a ver sin mirar nada en específico, hay mucha gente, sería un milagro si logro divisar a Alexa entre tanta gente.

Van cuarenta minutos de show, estoy relajado viendo las cámaras con mi whisky en mano, cuando una de ellas que están proyectadas hacia la barra me da una visión rápida de Alexa, mi suerte no puede ser mejor, enfoco la cámara desde el máster, y veo a su amiga también, se ve que están disfrutando, pero también noto a dos personas más con ellas. No me gusta, me invade una sensación de territorialidad, suena machista, no suena a mí, nunca he sido así, pero Alexa despierta mis más bajos sentidos. Dejo la oficina y me dirijo hacia el sitio donde los he visto.

Llego hasta dónde están y la veo contorneando las caderas al son de la música, que movimientos tan sensuales, mi cuerpo reacciona inmediatamente alimentando las fantasías en mi cabeza, canta y se ríe en complicidad con su amiga. Decido lanzarme y llegar hasta ella, no sé de donde me sale el impulso, pero me arriesgo.

Le llego por detrás, la tomo por la cintura con firmeza, ella da un respingo y se voltea, nos quedamos mirando, el mundo se esfumó para nosotros, nos sentimos como en una burbuja, ninguno de los dos dice nada. De repente se apagan las luces y los fuegos artificiales retumban.

Me aprovecho de la situación y le rozo los labios. Me acerco a su oído y le digo:

—Miércoles ocho de la noche en el Chicago Cut Steakhouse —aspiro su olor y me alejo rápidamente sin darle tiempo a reaccionar

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