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Capitulo 4: Golpe de amor.

Dasha

Pablo me llevó hasta Moscú mientras conversábamos sobre la situación actual de la mafia. Hemos empezado a tener varios problemas con los otros gracias a la distribución de los territorios esenciales para el tráfico de sustancias. Apenas llegué al hotel, me di una ducha y me dispuse a llamar a alguno de mis hermanos, empezando por Luka:

—¿Luka? —Pregunté, esperando escuchar alguna respuesta de su parte.

—Hola Dasha, aun sigo en el helicóptero por lo que te llamaré cuando aterrice. Me pregunto si ya has llegado a Moscú —lo oí suspirar un par de segundos después. Mi hermano era mi mundo entero, lo quería más que a nadie, aunque no fuera capaz de admitirlo nunca.

—Sí, acabo de llegar al hotel —respondí al mismo tiempo que me preparaba para acostarme en la cama—Está bien, voy a estar esperando tu llamada, así que no te olvides de hacerlo, Luka.

—Por supuesto que lo haré, no te preocupes —colgó la llamada por lo que me apresuré a llamar a mi hermana mayor, esperando que ella ya hubiese llegado a su destino final.

—Hola Katya...—murmuré.

—Oh, Dasha, también estaba a punto de llamarte. Acabo de llegar a Italia, así que tengo que prepararme para un par de asuntos, es decir tengo que prepararme para comenzar mis propias vacaciones —se rió con entusiasmo.

—¿Vacaciones en medio de esta locura? —Me burlé. Parecía una broma de mal gusto.

—Claro que sí, tonta, no vas a creer que voy a estar encerrada en una habitación de hotel viendo a las paredes y durmiendo. Ni estando loca, saldré a disfrutar de todo lo que está a mi alrededor. Hay que sacarle algún provecho a esta situación de m****a en la que estamos metidos de nuevo —lloriqueó—Puta mafia.

—¿No sientes miedo? —Reí. Mi hermana era todo un personaje, pero, admito que en ocasiones, también llego a tenerle miedo por lo fuerte que es.

—¿Acaso tú sí lo sientes? —Contraatacó. Sí, claro que tenía toda la razón debido a que, a estas alturas de nuestra vida, era imposible sentir miedo a pesar que todo el tiempo pensábamos en si iba a ser posible que la justicia alguna vez lograra capturar a alguno de nosotros, pero, de alguna forma ya estábamos acostumbrados a toda la m****a que nos rodea desde el día de nuestro nacimiento.

—No, a este punto lo único que logro sentir es mucha rabia, así que haré lo mismo que tú...Voy a disfrutar de unas cortas vacaciones mientras mi padre arregla sus estúpidos problemas con todo el mundo —aclaré.

—El problema con los españoles ya está arreglado así que todo está bien, porque solo tenemos que escondernos de los árabes y no tendré piedad en matar a quien se atreva a tocarme tan solo un pelo. Y eso no debes olvidarlo, que aunque seas una criminal de lo peor, nadie tiene el derecho de tocarte.

—Me lo has enseñado muy bien, por supuesto que no hay manera que lo olvide.

Me quedé conversando con mi hermana durante mucho tiempo, hasta que el sueño comenzó a apoderarse de mi cuerpo y tuve que obligarme a mí misma a colgar la llamada. Al día siguiente vi la televisión hasta el medio día y luego de arreglarme, salí a dar una vuelta por toda la ciudad hasta que encontré una galería de arte que cautivó toda mi atención, por lo que decidí entrar lo más pronto posible.

A pesar de mis gustos extraños, siempre me ha gustado apreciar el arte en todas sus formas, así que me perdí en cada pintura al mismo tiempo que trataba de admirarlo todo con una sonrisa en el rostro.

—¿Te gusta esta pintura? —Una voz masculina preguntó, sacándome del mundo en el que estaba metida.

—¿Disculpa? —Me di la vuelta, encontrándome con un hombre más alto que yo, de cabellera castaña y ojos azules. Él era muy guapo y su sonrisa era simplemente encantadora.

Puede que me sienta atraída hacia el desconocido físicamente. Nunca he sentido algo como tal.

—¿Te gusta esta pintura? —Volvió a preguntarme y esta vez, asentí. Me había sorprendido de repente, lo que no me permitió pensar con claridad.

—Sí, es muy bonita...—murmuré, puesto que, sin razón alguna, me había puesto muy nerviosa.

—Bueno, la verdad es que es muy bonita también —me sonrió una vez más antes de continuar—Mucho gusto, mi nombre es Dimitri Korovin. Es un placer conocerte.

—Luna, un gusto conocerte —le respondí, mintiéndole acerca de mi verdadera identidad. La falsa identidad que mi padre había creado para mí era la de una exitosa abogada proveniente de Moscú, así que esa era yo ante el mundo y a pesar que no estaba de acuerdo del todo con eso, era mi única opción y la única manera de vivir, o al menos intentarlo por un par de horas—¿A qué te dedicas? Soy abogada así que lucho para la justicia todos los días. Aquello es lo que me saca adelante.

—Pertenezco a la FSB...—contestó a mi pregunta, helándome la sangre por completo en tan solo un par de segundos. Demonios, Dasha, estás a punto de jugar con fuego.

De todas las personas que podía conocer en este mundo, que está lleno de seres humanos...¿Tenía que conocer a un agente de esa asociación que tiene la capacidad de hundirme a mí y a mi familia por completo? ¿Esta puede ser una simple casualidad o el destino está presentándose frente mí y me está advirtiendo?

—Oh, entonces ambos estamos de lado de la justicia —sonreí, buscando continuar con nuestra conversación—Me alegra encontrar a una persona que tengas las mismas ilusiones que yo.

—¿Te gustaría salir de aquí? —Me cuestionó, encendiendo una parte de mí misma que desconocía. Estaba a punto de equivocarme y si decidía hacer esto, seguramente no habría vuelta atrás.

Aunque mi timidez, me estaba enloqueciendo. No sabía qué decirle, pero, creo que mi despecho terminó accediendo a cometer una locura tan grande.

—Me encantaría —susurré, dándole una mirada de complicidad. Hoy era el inicio de mi condena.

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