“¡Mami lo lamenta! Todo es mi culpa. No debería haberte traído de vuelta a Ciudad Banyan conmigo…”. Los llantos de Luna resonaron en el cementerio.

Observando la escuálida figura de Luna, Gwen resopló sin poder hacer nada, y se dio la vuelta para secarse las lágrimas.

Darle tan malas noticias a Luna justo apenas se despertó del coma había sido demasiado cruel.

Sin embargo… Gwen sabía que si no se lo decían, complicaría las cosas en el futuro, ya que…

Después de todo, Nigel y Nellie tampoco estaban muy bien.

La lluvia comenzó a volverse más fuerte, por lo que Joshua abrió su paraguas y lo sostuvo sobre la cabeza de Luna, sin dejar de verla llorar en silencio.

Luna lloró desde la tarde hasta la noche, hasta que finalmente se cansó, su voz quedando ronca después. Finalmente se desplomó en el suelo, totalmente exhausta.

Sin embargo, siguió aferrándose a la lápida de Neil con desesperación, como si el hacer esto fuera a traer a Neil de vuelta a la vida.

“Luna”. Joshua suspiró y arro