Luego de acordar esperar una semana para que Luz se reponga un poco y poder dar la noticia en el bufete, Charlize sale algo aturdida del hospital. Cuando se sube al auto, se queda con las manos al volante, pensando que se le está dejando una responsabilidad enorme, que es demasiado joven y le falta mucho para demostrar que es capaz de algo así.Está en esos pensamientos, cuando su teléfono suena, responde sin ver quién llama, escucha la voz de Matías y vuelve a la tierra, pero no del todo.—Hola, mi princesa hermosa, ¿todo bien?—¿Eres brujo? —le pregunta ella y eso pone en alerta a Matías.—Pasó algo… ¿Estás bien? ¿Mi hermana?—Ella está bien, siendo consentida por su esposo, que está babeando porque será padre otra vez.—Te lo dije, pero ahora me preocupas tú… no te oigo bien, ¿necesitas que vaya por ti?—Tú tranquilo, no te puedes ir así como así de tu trabajo por mí…—¿Qué no? —lo oye algo más lejano decirle a alguien junto a él—. Tengo una emergencia familiar, me tengo que ir.Ch
Dos días pasaron desde aquel en que Charlize se dejó llevar por el parque, de la mano de aquel policía que era detenido cada cierto tiempo por algún niño pequeño que lo miraba con ilusión y le prometía que un día también ingresaría a las fuerzas policiales, para salvar al mundo.La admiración que Charlize sentía por él ese día creció aún más, no solo ella podía ver el enorme compromiso que Matías emanaba con aquel uniforme, que por cierto… dejaba ver ese enorme trasero musculoso que ya podría morderle.Pero ese día era muy importante, en muchos aspectos.Luz sería dada de alta y, a petición de ella misma, Matías junto a Charlize debían ir a la casa para tener una larga conversación entre adultos.Todo lo que querían era terminar con ese tormento y, aunque los dos sabían que Gerard era quién sería su nuevo obstáculo, estaban dispuestos a lo que fuera para que no pusiera el grito en el cielo… pero también a que se callara y los dejara ser felices de una vez por todas.—¿Estás lista, pri
—Princesa —le dice Luz y Charlize suelta a Matías para llenarse de ese aroma a mamá que siempre le gustó—. Hermano.—Ampolletita —le dice con cariño y abraza a su hermana.—Papá —dice Charlize dudando unos segundos, pero no puede permanecer enojada con él por mucho tiempo, así que lo abraza y Gerard siente que su mundo está a punto de dar un giro.—Hija, que bueno tenerte en casa, aunque sea de visita.—Gerard —dice Matías con seriedad y le extiende la mano a su ahora suegro…Contrario a lo que las mujeres esperan, él acepta la mano que Matías le ofrece y lo invita a pasar a la sala.Luz y Charlize se quedan atrás, sorprendidas ante ese gesto de Gerard, pero no dicen nada.Matías se sienta en el enorme sofá, Charlize se apresura para sentarse a su lado y sus padres se sientan frente a ellos. Por unos segundos se hace un silencio incómodo, que es salvado por la chica del servicio para ofrecer algo de beber.—Refresco para los dos —dice Matías.—¿No quieres una cerveza? —le ofrece Gerar
Luz deja salir el grito al tiempo que se pone de pie y se lanza sobre su esposo, que ha caído seco en el piso. Matías se acerca a él también, comienza a revisarlo para saber si está bien. Luz cree que es un berrinche, pero no lo es… en verdad ese hombre de metro noventa se desplomó de la impresión.Matías se acerca para revisarle el pulso y la respiración, mira a Luz, dejándola más tranquila cuando levanta su pulgar.—Amor… despierta, por favor —le dice ella acercándose a su rostro—. No es tan terrible que nuestra princesa se case.Poco a poco va despertando y Matías se ofrece para ayudarlo a ponerse de pie, pero Gerard se niega.—¿Qué? ¿Esperas que mi hermana embarazada lo haga? —lo regaña y Gerard le pone mala cara, pero Matías lo levanta de un tirón y lo lleva la sofá con Luz.—¿Tú sabías algo? —le pregunta a su esposa, con voz afligida.—Nada… estoy tan sorprendida como tú. Yo solo quería dejar las cosas claras.—Nadie sabia nada —le dice Matías, sentándose en la mesa de centro fr
Al salir de la mansión Finnick, Gerard le da un apretón de manos que pretendía intimidar, pero solo hace sonreír al policía.Es increíble cómo una chica dulce, inteligente y valiente puede provocar que un abogado y un policía se enfrente de esa manera, pero a la vez es interesante, porque bordearán la legalidad para hacer de las suyas.—¿Estás más tranquila? —le dice Matías a Charlize, mientras le toma una mano y la deja sobre su propia pierna, para tenerla cerca.—Sí, en verdad pensé que mi padre te iba a golpear o amenazar, pero lo peor fue verlo desmayarse —termina de decir riéndose.—Te juro que en verdad lo entiendo —Charlize fija la mirada en Matías y ve que está muy serio, incluso con el ceño fruncido—. Mientras peleaba con mis sentimientos por ti, verte salir con otro, bailar con otro… me hacían sentir unas ganas tremendas de partirle la cara al chico.«Y no como un hombre celoso porque se le acercan a su mujer, no lo podría explicar… solo sé que no me gustaba.—Eso lo hacía p
Matías, como nunca, se queda dormido. Al menos no tiene que ir a trabajar, pero está acostumbrado a levantarse temprano de todas maneras, ejercitarse un poco y tomar su desayuno, pero esta vez nada de eso pasa.Por el contrario, lo despiertan los golpes insistentes en la puerta del departamento. Mira a Charlize, que está acurrucada a su cuerpo, sigue durmiendo plácidamente y ni los golpes en la puerta la despiertan.Se pone de pie, saca un pantalón de pijama que dejó allí para cuando se quede a dormir con su princesa y se va a ver quién es.Abre la puerta directamente, con mala cara por haberlo despertado, pero se le borra en cuanto ve la figura de Gerard. Los dos se miran con la boca abierta, se evalúan un poco y luego Gerard entra sin pedir permiso.—¿Celebrando el compromiso? —sisea Gerard, pero Matías no entra en su juego.—Buenos días, Gerard, ¿le pasó algo a mi hermana?—No —le dice él con un gruñido, mientras Matías cierra la puerta de la habitación.—¿Entonces, qué te trae por
Cuando Matías sale de la ducha, vestido y listo para irse a su departamento a buscar algunas cosas, Charlize se viste para irse con su madre, quien la invitó a una semana de mujeres.Los hijos mayores del grupo se quedarán en la mansión de los Collins con todos los pequeños. Un equipo de James se quedará para protegerlos, todo para que las mujeres se puedan quedar tranquilas disfrutando de ese fin de semana femenino, mientras los hombres se sienten machos acampando.Charlize le da un beso intenso a Matías para despedirse antes de bajarse del auto y entrar a la casa de sus padres.Allí ya están Keylen y Amy, que han llegado con regalos para el bebé en camino… demasiados.—De haber sabido que tenía que traer un regalo para mi hermanito, habría llegado con un par de mancuernas —dice Charlize y Keylen se pone de pie con una carcajada.—¡Ese regalo es genial! —le da un abrazo y la mira con esa expresión pícara, que hace sonrojar a Charlize —. Bañadita y perfumada… ¿estuvo buena esa noche?
Luego de que Matías dejara a Charlize en la mansión Finnick, tomó el rumbo a la casa de John Collins, el gestor de todo eso, aunque Matías no se tragaba nada de la historia que Gerard les dijo en el departamento de Charlize. Al llegar al lugar, puede ver a tres de los hombres reunidos fuera de la casa, Gerard se acerca a él cuando estaciona, seguido de John y Dan. —Bienvenido… —¿Yerno? —lo interrumpe Matías —. Porque eso seré a partir de unos meses más. Un gruñido es todo lo que sale de la boca de Gerard, mientras que Dan y John se aguantan la risa. Terminan de arreglar una de las camionetas con varias cosas que llevarán, mientras no dejan de preguntarle a Matías si es cierto que se comprometió con Charlize la noche anterior. —Pues claro que sí, amo a esa mujer y no la quiero para menos que mi esposa, ¿por qué es tan difícil de entender? —dice mientras hace un nudo para fijar las carpas y un par de cajas. —Porque no eras de los que se comprometen, ¿te refresco la memoria? —le d