Antes de irse de regreso al tribunal, Charlize se va al baño y se toma la pastilla del día después. Quiere hijos, por supuesto que sí, pero no ahora que está empezando. Aunque su madre le enseñó que cuando tienes el apoyo de tu pareja y quieres algo, los hijos son un impulso más y no un estorbo, como creen algunas mujeres… ella quiere hacer las cosas en su orden natural.Primero, terminar su maestría, adquirir más experiencia en su trabajo, casarse con su Matías y luego que lleguen los hijos. Aunque tampoco quiere demorarse mucho, porque sabe que Matías no tiene mucho tiempo para disfrutar a los niños que tengan.Y eso la hace más especial todavía, porque no solo piensa en lo que ella quiere, sino también en lo que pueda querer él.Sale de allí, pero en el camino se le paran en frente Antoine y Darling, de brazos cruzados y con el ceño fruncido.—Queremos hablar contigo… Charlize Finnick.—Ay no… miren, si quieren, luego me matan, me descabezan, me desinician, pero ahora me tengo que
Matías conduce por la carretera, sin importarle nada más que llegar pronto y que Charlize no se quite la venda.Iban de camino a una cabaña que le pidió a Booth, un antiguo compañero de la policía, que tenía cercana a Newark. Estaba en un lugar solitario, en donde no había más casas alrededor y era perfecto para lo que quería hacer.Cuando llegan, rodea el auto y saca a Charlize entre sus brazos, momento que la chica aprovecha para meter su rostro en el cuello de Matías. Se deja cargar, porque ahora que ya se relajó, siente las consecuencias de hacer enfadar a Matías.«Aunque si vuelve a hacérmelo como esta mañana en la ducha, no me molestaría», le dice su cochina consciencia.Sin dejarla en el suelo, abre la puerta con la llave, para luego abrirla con delicadeza. En cuanto lo hace, llega a las fosas nasales de Charlize el aroma a rosas y jazmines, pero también a comida.—¿Qué quieres hacer primero? —le pregunta Matías al oído, haciéndola estremecer—. ¿Comer o que te coma?Ella da un
Ya que la princesa no se puede mover, Matías le lleva la comida a la cama. Una rica pasta Alfredo, con setas y albahaca fresca.—Te odio… esto no es una coincidencia —le dice ella comiendo más pasta de lo que puede.—No, no lo es. Me acuerdo perfectamente que es uno de tus platos favoritos.—¡Sí! Ay que rico estás —le dice al plato y Matías la mira con una ceja levantada.—¿Le estás diciendo al plato o a mí?—Al plato, tú estás delicioso —el dice con un guiño y Matías mueve la cabeza.Le pide que le cuente cómo fue que le llegó el balazo en la pierna y Matías deja su plato casi vacío a un lado, se mira las manos y se pone serio.—Ese día estaba distraído, no había sido un buen día para mí. Recibí un llamado de la central, había un robo a mano armada y posiblemente con rehenes en una gasolinera. Con Dalton fuimos a al procedimiento, pedimos refuerzos, pero ese día hubo un accidente grave en la autopista de camino a New Jersey, así que nos tocó esperar por apoyo.«Dalton ya tenía experi
Por la mañana los dos despiertan abrazados, Charlize se da cuenta que le está babeando el pecho a Matías y eso solo significa dos cosas: se acostó muy cansada y durmió perfectamente.Matías sigue durmiendo, pero su monstruo no.Charlize puede ver su tamaño bajo la sábana, se mueve como dando saltitos y a ella se le ocurre que puede ser que esté sofocado o algo así, así que no se le ocurre nada mejor que quitar la sábana y ese acto la lleva a otro más colosal.Matías se despierta porque siente que algo está en su entrepierna, antes de abrir los ojos se da cuenta de que es su princesa, haciendo eso que se imaginó enseñarle un día, pero como ella era una curiosa nata… decidió aprender sola.Podemos decir que Charlize es una autodidacta magnífica.Luego de despertar con una felación y terminar con su nombre en el grito de Charlize, a Matías no le queda más remedio que levantarse, tomar una ducha y colocarse un pantalón de algodón, mientras que la princesa sigue rendida en la cama.Le duel
Los días pasaron en completa paz, Matías volvió al trabajo, Charlize al suyo y seguían sin saber de sus padres.Se encuentra en la oficina de Antoine, ayudándolo con información para un caso que dejó el viejo del que ya olvidamos el nombre, riendo de las ocurrencias de este.—Yo creo que no deberías seguir en esto… deberías ser comediante de tiempo completo.—No te rías de mí, tengo una maestría… ya ni sé en qué —los dos se ríen otra vez y ella se pone seria.—Disculpa, es mi teléfono y debo responder, es mi padre.Sale de la oficina y se va a la de su madre, responde y la voz de su padre la hace preocuparse.—Hola, hija… no me cortes, te llamo para pedirte perdón, pero eso lo hablaremos en casa… también para decirte que tu madre está enferma.—¡¿Qué le pasó?!—Cogió un virus estomacal, no ha parado de vomitar en tres días.—¿Seguro que es un virus y no un bebé?—Ya lo descartamos, ahora le están haciendo estudios, pero no arrojan nada extraño, así que nos iremos de regreso hoy mismo,
Decir que a Matías se le cayó la quijada de la sorpresa sería poco. Encontrarse a Charlize de esa manera, vestida para matar y con dos cosas altamente peligrosas en sus manos, lo hacía entender que no presagiaba nada bueno.—Princesa… —es todo lo que le sale de la boca y ella se acerca con un paso seductor a él.—Te ves muy guapo de uniforme —le dice ella rozando la fusta en su pecho—. Tal vez te lo deje puesto mientras hacemos lo que tengo en mente.—Charlize, para un momento, tenemos que hablar de lo que pasó hoy.—No quiero, ahora no… ¿no se supone que me lo dejaste claro cuando fui a la estación? La abogada ya se hizo cargo, ¿verdad?—Sí, pero…—No te preocupes —le dice ella colocando las esposas en una de sus muñecas—. No hay rencor.Pero Matías puede ver en sus ojos y en su mirada que no es así. Ella tira de las esposas y lo lleva directo a la habitación, que está iluminada tenuemente, y lo sienta en la silla en medio de esta, dejando el otro extremo atado a esta.Va pasando la
Matías corta la llamada del susto y mete el teléfono bajo la almohada, pero comienza a llamar insistentemente. Charlize sale del baño y lo ve parado allí, mirando la cama.—¿Qué dijo mi madre? —se coloca una playera de Matías, pero este ni siquiera con eso se inmuta —. Matías, ¿qué dijo?—Nada —al fin responde y saca el teléfono de donde lo dejó—. Era Gerard.—¡¿Qué?! ¡Ay, mi3rda, ya nos j0dimos! —dice ella mirando el teléfono como si fuera un revolver apuntando su cabeza —. No quiero contestar.—Pues te toca… yo no quiero enfrentarlo por teléfono —Charlize lo mira con suspicacia y él la atrae a su cuerpo—. Te dije que no le tengo miedo.—Y entonces, ¿por qué lo escondiste?—Porque te metí en problemas… en realidad tenía más miedo que tú te enojaras conmigo a lo que me diga tu papá. Yo no voy a hablar con él de lo nuestro por ese aparato, lo haré como un hombre.—Ok… voy a seguir tus palabras y me empaparé de tu valentía —le da un beso intenso y luego toma el teléfono, que vuelve a so
Charlize acerca una silla a la camilla y le toma una mano a su madre, la besa y se queda mirando su rostro. Se ve joven, enferma y cansada, negras ojeras se posaron bajo sus ojos, pero ni siquiera eso le quita la belleza.—¿En serio estás con él? —pregunta Gerard con aflicción.—No te diré nada, papá, no aquí —ella lo mira con seriedad y Gerard asiente de mala gana—. ¿Cómo es eso que fuiste tras ella?—En realidad, yo me fui antes que ella —le dice con una sonrisa débil—. Luego que dejaran la casa, me imaginé que se iría a México, ya una vez me lo había advertido. Así que preparé el jet y me fui.—¿Y si no lo hubiese hecho?—Cada vez que se deprimía o que estaba por llegarle su periodo le daba por comer comida mexicana o cantar rancheras —Charlize se ríe bajito y Gerard le toma la mano a su esposa—. Le pedí a James que averiguara en qué aerolínea venía y la hora de su vuelo.«Así que la esperé con mariachis en el aeropuerto, medio canté una canción que no sé lo que decía, pero me dije