Los días pasaron en completa paz, Matías volvió al trabajo, Charlize al suyo y seguían sin saber de sus padres.Se encuentra en la oficina de Antoine, ayudándolo con información para un caso que dejó el viejo del que ya olvidamos el nombre, riendo de las ocurrencias de este.—Yo creo que no deberías seguir en esto… deberías ser comediante de tiempo completo.—No te rías de mí, tengo una maestría… ya ni sé en qué —los dos se ríen otra vez y ella se pone seria.—Disculpa, es mi teléfono y debo responder, es mi padre.Sale de la oficina y se va a la de su madre, responde y la voz de su padre la hace preocuparse.—Hola, hija… no me cortes, te llamo para pedirte perdón, pero eso lo hablaremos en casa… también para decirte que tu madre está enferma.—¡¿Qué le pasó?!—Cogió un virus estomacal, no ha parado de vomitar en tres días.—¿Seguro que es un virus y no un bebé?—Ya lo descartamos, ahora le están haciendo estudios, pero no arrojan nada extraño, así que nos iremos de regreso hoy mismo,
Decir que a Matías se le cayó la quijada de la sorpresa sería poco. Encontrarse a Charlize de esa manera, vestida para matar y con dos cosas altamente peligrosas en sus manos, lo hacía entender que no presagiaba nada bueno.—Princesa… —es todo lo que le sale de la boca y ella se acerca con un paso seductor a él.—Te ves muy guapo de uniforme —le dice ella rozando la fusta en su pecho—. Tal vez te lo deje puesto mientras hacemos lo que tengo en mente.—Charlize, para un momento, tenemos que hablar de lo que pasó hoy.—No quiero, ahora no… ¿no se supone que me lo dejaste claro cuando fui a la estación? La abogada ya se hizo cargo, ¿verdad?—Sí, pero…—No te preocupes —le dice ella colocando las esposas en una de sus muñecas—. No hay rencor.Pero Matías puede ver en sus ojos y en su mirada que no es así. Ella tira de las esposas y lo lleva directo a la habitación, que está iluminada tenuemente, y lo sienta en la silla en medio de esta, dejando el otro extremo atado a esta.Va pasando la
Matías corta la llamada del susto y mete el teléfono bajo la almohada, pero comienza a llamar insistentemente. Charlize sale del baño y lo ve parado allí, mirando la cama.—¿Qué dijo mi madre? —se coloca una playera de Matías, pero este ni siquiera con eso se inmuta —. Matías, ¿qué dijo?—Nada —al fin responde y saca el teléfono de donde lo dejó—. Era Gerard.—¡¿Qué?! ¡Ay, mi3rda, ya nos j0dimos! —dice ella mirando el teléfono como si fuera un revolver apuntando su cabeza —. No quiero contestar.—Pues te toca… yo no quiero enfrentarlo por teléfono —Charlize lo mira con suspicacia y él la atrae a su cuerpo—. Te dije que no le tengo miedo.—Y entonces, ¿por qué lo escondiste?—Porque te metí en problemas… en realidad tenía más miedo que tú te enojaras conmigo a lo que me diga tu papá. Yo no voy a hablar con él de lo nuestro por ese aparato, lo haré como un hombre.—Ok… voy a seguir tus palabras y me empaparé de tu valentía —le da un beso intenso y luego toma el teléfono, que vuelve a so
Charlize acerca una silla a la camilla y le toma una mano a su madre, la besa y se queda mirando su rostro. Se ve joven, enferma y cansada, negras ojeras se posaron bajo sus ojos, pero ni siquiera eso le quita la belleza.—¿En serio estás con él? —pregunta Gerard con aflicción.—No te diré nada, papá, no aquí —ella lo mira con seriedad y Gerard asiente de mala gana—. ¿Cómo es eso que fuiste tras ella?—En realidad, yo me fui antes que ella —le dice con una sonrisa débil—. Luego que dejaran la casa, me imaginé que se iría a México, ya una vez me lo había advertido. Así que preparé el jet y me fui.—¿Y si no lo hubiese hecho?—Cada vez que se deprimía o que estaba por llegarle su periodo le daba por comer comida mexicana o cantar rancheras —Charlize se ríe bajito y Gerard le toma la mano a su esposa—. Le pedí a James que averiguara en qué aerolínea venía y la hora de su vuelo.«Así que la esperé con mariachis en el aeropuerto, medio canté una canción que no sé lo que decía, pero me dije
Luego de acordar esperar una semana para que Luz se reponga un poco y poder dar la noticia en el bufete, Charlize sale algo aturdida del hospital. Cuando se sube al auto, se queda con las manos al volante, pensando que se le está dejando una responsabilidad enorme, que es demasiado joven y le falta mucho para demostrar que es capaz de algo así.Está en esos pensamientos, cuando su teléfono suena, responde sin ver quién llama, escucha la voz de Matías y vuelve a la tierra, pero no del todo.—Hola, mi princesa hermosa, ¿todo bien?—¿Eres brujo? —le pregunta ella y eso pone en alerta a Matías.—Pasó algo… ¿Estás bien? ¿Mi hermana?—Ella está bien, siendo consentida por su esposo, que está babeando porque será padre otra vez.—Te lo dije, pero ahora me preocupas tú… no te oigo bien, ¿necesitas que vaya por ti?—Tú tranquilo, no te puedes ir así como así de tu trabajo por mí…—¿Qué no? —lo oye algo más lejano decirle a alguien junto a él—. Tengo una emergencia familiar, me tengo que ir.Ch
Dos días pasaron desde aquel en que Charlize se dejó llevar por el parque, de la mano de aquel policía que era detenido cada cierto tiempo por algún niño pequeño que lo miraba con ilusión y le prometía que un día también ingresaría a las fuerzas policiales, para salvar al mundo.La admiración que Charlize sentía por él ese día creció aún más, no solo ella podía ver el enorme compromiso que Matías emanaba con aquel uniforme, que por cierto… dejaba ver ese enorme trasero musculoso que ya podría morderle.Pero ese día era muy importante, en muchos aspectos.Luz sería dada de alta y, a petición de ella misma, Matías junto a Charlize debían ir a la casa para tener una larga conversación entre adultos.Todo lo que querían era terminar con ese tormento y, aunque los dos sabían que Gerard era quién sería su nuevo obstáculo, estaban dispuestos a lo que fuera para que no pusiera el grito en el cielo… pero también a que se callara y los dejara ser felices de una vez por todas.—¿Estás lista, pri
—Princesa —le dice Luz y Charlize suelta a Matías para llenarse de ese aroma a mamá que siempre le gustó—. Hermano.—Ampolletita —le dice con cariño y abraza a su hermana.—Papá —dice Charlize dudando unos segundos, pero no puede permanecer enojada con él por mucho tiempo, así que lo abraza y Gerard siente que su mundo está a punto de dar un giro.—Hija, que bueno tenerte en casa, aunque sea de visita.—Gerard —dice Matías con seriedad y le extiende la mano a su ahora suegro…Contrario a lo que las mujeres esperan, él acepta la mano que Matías le ofrece y lo invita a pasar a la sala.Luz y Charlize se quedan atrás, sorprendidas ante ese gesto de Gerard, pero no dicen nada.Matías se sienta en el enorme sofá, Charlize se apresura para sentarse a su lado y sus padres se sientan frente a ellos. Por unos segundos se hace un silencio incómodo, que es salvado por la chica del servicio para ofrecer algo de beber.—Refresco para los dos —dice Matías.—¿No quieres una cerveza? —le ofrece Gerar
Luz deja salir el grito al tiempo que se pone de pie y se lanza sobre su esposo, que ha caído seco en el piso. Matías se acerca a él también, comienza a revisarlo para saber si está bien. Luz cree que es un berrinche, pero no lo es… en verdad ese hombre de metro noventa se desplomó de la impresión.Matías se acerca para revisarle el pulso y la respiración, mira a Luz, dejándola más tranquila cuando levanta su pulgar.—Amor… despierta, por favor —le dice ella acercándose a su rostro—. No es tan terrible que nuestra princesa se case.Poco a poco va despertando y Matías se ofrece para ayudarlo a ponerse de pie, pero Gerard se niega.—¿Qué? ¿Esperas que mi hermana embarazada lo haga? —lo regaña y Gerard le pone mala cara, pero Matías lo levanta de un tirón y lo lleva la sofá con Luz.—¿Tú sabías algo? —le pregunta a su esposa, con voz afligida.—Nada… estoy tan sorprendida como tú. Yo solo quería dejar las cosas claras.—Nadie sabia nada —le dice Matías, sentándose en la mesa de centro fr