Capítulo 36

Saravi.

Me entristecía ver ese rostro preocupado que tenía Kalil, ahora que Umar se encontraba realmente enfermo. No sabía cuál era su condición, pero mañana por la mañana iría a preguntarle a Janí en que posición se encontraba su enfermedad. Jamás había congeniado con él, su forma de actuar siempre fue déspota y siempre me mantuve a raya.

Sin embargo, él era el padre de mi esposo, y todo lo que a Kalil le doliera a mí también me afectaba, así que realmente pediría al cielo porque el hombre se pusiera estable y fuera de peligro.

Llegué a mi habitación, y Nadia estaba doblando algunos vestidos, que por petición de Kalil fueron trasladados aquí. Este era mi momento para hablar con Nadia, y esperaba que ella pudiera entender mis razones.

—Hola —dije sentándome en la cama y observándola ir y venir.

—Saravi —ella volteó con una sonrisa en los labios—. ¿Cómo se siente?

Respiré un poco mientras la calma dominaba mi c

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