Kalil.
No he tenido vida.
Así se resume todo este tiempo, a pesar de que las cosas han mejorado.
No puedo dejar de pensar en ese día, me es imposible concentrarme en cualquier cosa después de esto, y aunque me esfuerzo mucho por recordar, nada viene a mi mente.
Solo rezo, rezo porque esto no sea verdad, porque aun cuando trato de entender, jamás en mis cinco sentidos hubiese tocado a Alinna, simplemente no lo hubiese podido hacer.
Todo esto sumado a la muerte de mi padre, sé que la relación, no fue la mejor, pero Umar era un muro para mí, aun y cuando su forma de gobernar era contraria a la mía, puedo afirmar que aprendí mucho de él.
La cabeza me daba vueltas, todos los días trataba de parecer normal y hacer frente a todo el trabajo de mi país, pero por las noches cuando Saravi me abrazaba, la conciencia me pesaba mucho. Y odiaba sentirme así.
Nadie sabrá de esto
Saravi. No recordaba desde cuando me había sentido tan bien, ni desde cuando había visto tantas sonrisas en los rostros de las personas que más amaba. Aunque mi madre no había asistido a la boda de la princesa, me sentía a gusto que mi padre viniera muy seguido al palacio y que Nadia se hubiese ajustado a muchas cosas aquí. Llegaría el momento en que tendría que hablar con Jemina, era necesario sanar esa parte de mi corazón; entonces estaría tranquila y disfrutaría esta nueva etapa que me estaba haciendo muy feliz. La ceremonia terminó muy tarde, Kalil y yo decidimos regresar y compartir con la familia, pese a que aún Zura tenía sus reservas en cuanto a mí. Después de unas horas, los novios se retiraron en un carruaje que los destinarían a una casona privada que pertenecía al palacio, y después de ello, estarían por algunas semanas viajando pasando su luna de miel. Kalil y yo caímos rendidos al amanecer, luego de toma
Saravi.Caminé rápido, y Fais me siguió con paso apresurado. Tenía un dolor que no podía soportar, sentía que el cuerpo entero se quemaba lentamente y quería morir.Al llegar a un salón privado, no pude más, me dejé caer mientras lloré amargamente. Mi garganta me estaba matando, sentía una presión sofocante, que por más que expulsara mi llanto no me dejaba de martirizar.Los brazos de Fais me envolvieron al instante y llevó mi cabeza hacia su pecho, no dijo una sola palabra, pero yo tomé su chaqueta para aferrarme a él.Yo simplemente no podía creer que esto estuviese pasando, aun y cuando escuché lo que dijeron y que con su mirada de culpabilidad Kalil me lo confirmara, sentía que esto era una mentira. Kalil no podía ser capaz de hacer algo así adrede, él no era as&iacut
Kalil.—¿Estás seguro de que todo por lo que te culpan pasó? —pregunta Kader frente a mí.Esa misma pregunta me la he hecho cada día que mis ojos se abren, porque sencillamente no recuerdo nada de lo que pasó esa noche. Tengo tanta frustración dentro de mí, y una rabia que me consume por dentro. Tengo tanta rabia con Alinna por aparecer, por estar esa noche, tengo tanta rabia conmigo mismo…—Ni siquiera recuerdo nada —le respondo a Kader malhumorado a la vez que él hace un gesto con su boca—. ¿Dónde están ahora? —pregunto de nuevo en su dirección.Después que Saravi partió con Fais por la mañana estuve al menos una hora escuchando las exigencias de los padres de Alinna para con su hija, mi hermano por supuesto había llegado al enterarse de lo que estaba pasando, y all&ia
Kalil.—Tome esto majestad —dijo una dama ofreciendo una tasa hacia mí, mientras mi madre caminaba apresurada y muy nerviosa.Sujeté la tasa, era café muy cargado. Pero lo necesitaba.Estaba molido, mi cuerpo exhausto no podía siquiera sostenerse de pie. Amanecí en las calles de Angkor junto a los pelotones, pude hacer frente a varios grupos en compañía de Kader, habíamos luchado arduamente por enfrentar con nuestro ejército, todas las desagracias que se estaban suscitando.Tenía algunos rasguños en la cara, y los nudillos rostros, las palmas de las manos me ardían, pues sostuve la espada por mucho tiempo y estaba fatigado, hasta el aire podía quemar mis pulmones del cansancio.Pensé, pensé en Saravi cada vez que hacia frente a un enemigo, descargué mi ira en cada uno de ellos, hasta que mi p
Saravi. Caí al suelo, mientras toda la preocupación y la ansiedad me dieron un golpe en el estómago. Kalil estaba en peligro, nuestro país estaba en peligro,otra vez por mi culpa. Mis lágrimas comenzaron a deslizarse por el rostro, porque el temor me había tomado por completo. Había un hombre en esta habitación conmigo, pero ese no se trataba del Omer a quien yo conocí. Este que estaba frente a mí, era un absoluto extraño. «Un hombre vil, un hombre malo». —Shuuu, no llores cariño, nada te pasará, te lo prometo —dijo acercándose, pero yo me adelanté y me puse de pie asomando mi mano para que no se me acercara. —¿Qué hiciste para que otros reinos se prestaran para este plan tan vil? —pregunté limpiando mi rostro. —Bueno, ya que vivirás aquí de ahora en adelante, y que serás mía, pues pensándolo bien, tenemos que tenernos confianza —dijo con una sonrisa de satisfacción. No
Kalil.Los sonidos constantes en la puerta me despiertan de inmediato.¿Cuánto he dormido?Caigo de la cama con la impresión de que solo han pasado unos minutos, pero en cuanto voy a levantarme veo la aguja del reloj que marca que estamos en el punto del atardecer.Maldigo para mis adentro y abro la puerta enseguida, mi rostro se ilumina al ver que Basim está frente a mí, tan preocupado como la situación lo amerita.—Kalil —dice y entra de inmediato—. Esto es una desgracia.Me giro lentamente y asiento.—¿Hace cuánto llegaron? —pregunté mientras miraba mis manos sucias y mi ropa ensangrentada.—Hace unos minutos, Hanna está devastada, esa gente está por todos lados.—Debo salir ahora mismo Basim —le dije mientras trataba de volver a poner mi chaqueta, este no era el
Saravi. Hay un tacto constante e insistente, húmedo y algo carrasposo que está recorriendo parte de mi rostro y cuello. La temperatura de mi cuerpo parece estable, aun y cuando siento que estoy empapada de pies a cabeza. Parpadeo varias veces hasta que logré abrir bien los ojos, observé esa misma habitación de la que no quería tener ni un recuerdo y de la que necesitaba huir. El toque de un paño húmedo por mi boca me hizo moverme de repente, entonces Samira tomó mi mano sin pensarlo. —Solo estoy limpiándola —dijo sin mirarme a los ojos y con la cabeza gacha. Me fui sentando lentamente, los músculos me dolían lo suficiente para que me costara este simple esfuerzo. Tenía el cuerpo magullado, golpeado y en algunos lugares lastimados hasta el punto de no resistir el roce. Llevaba un camisón largo hasta los tobillos y una cinta que había amarrado mis cabellos, Samira en silencio seguía colocando algunas plantas en
Saravi. —Señor, disculpe nuestra interrupción, venimos de un viaje largo… —Sí, no se preocupe, adelante —les indicó Omer colocándose de pie. —Hace unas doce horas dejamos el país, hicimos lo que nos ordenó y todo va de forma satisfactoria. Ellos no podrán con todos estos refuerzos, así que solo dé su orden y enviaremos un batallón grande para el palacio, ya que hemos desestabilizado el centro de dicho país. Mi corazón dio un vuelco y los ojos se me llenaron de lágrimas al instante. «Esto debía ser una mentira, Angkor no podía soportar otro desastre como estos». —Envíelo… y lleve otro poco de militares de los que están aquí para finalizar este ataque. —¡No! —No pude contenerme y me puse de pie desesperada—. ¡Por favor Omer! ¡Por favor! Fui hasta su lugar y caí de rodillas suplicando.Haría lo que fuera, lo haría. —Saravi ¿Qué estás haciendo? —Dijo él recogiéndome d