Kalil.
Los sonidos constantes en la puerta me despiertan de inmediato. ¿Cuánto he dormido?
Caigo de la cama con la impresión de que solo han pasado unos minutos, pero en cuanto voy a levantarme veo la aguja del reloj que marca que estamos en el punto del atardecer.
Maldigo para mis adentro y abro la puerta enseguida, mi rostro se ilumina al ver que Basim está frente a mí, tan preocupado como la situación lo amerita.
—Kalil —dice y entra de inmediato—. Esto es una desgracia.
Me giro lentamente y asiento.
—¿Hace cuánto llegaron? —pregunté mientras miraba mis manos sucias y mi ropa ensangrentada.
—Hace unos minutos, Hanna está devastada, esa gente está por todos lados.
—Debo salir ahora mismo Basim —le dije mientras trataba de volver a poner mi chaqueta, este no era el
Saravi. Hay un tacto constante e insistente, húmedo y algo carrasposo que está recorriendo parte de mi rostro y cuello. La temperatura de mi cuerpo parece estable, aun y cuando siento que estoy empapada de pies a cabeza. Parpadeo varias veces hasta que logré abrir bien los ojos, observé esa misma habitación de la que no quería tener ni un recuerdo y de la que necesitaba huir. El toque de un paño húmedo por mi boca me hizo moverme de repente, entonces Samira tomó mi mano sin pensarlo. —Solo estoy limpiándola —dijo sin mirarme a los ojos y con la cabeza gacha. Me fui sentando lentamente, los músculos me dolían lo suficiente para que me costara este simple esfuerzo. Tenía el cuerpo magullado, golpeado y en algunos lugares lastimados hasta el punto de no resistir el roce. Llevaba un camisón largo hasta los tobillos y una cinta que había amarrado mis cabellos, Samira en silencio seguía colocando algunas plantas en
Saravi. —Señor, disculpe nuestra interrupción, venimos de un viaje largo… —Sí, no se preocupe, adelante —les indicó Omer colocándose de pie. —Hace unas doce horas dejamos el país, hicimos lo que nos ordenó y todo va de forma satisfactoria. Ellos no podrán con todos estos refuerzos, así que solo dé su orden y enviaremos un batallón grande para el palacio, ya que hemos desestabilizado el centro de dicho país. Mi corazón dio un vuelco y los ojos se me llenaron de lágrimas al instante. «Esto debía ser una mentira, Angkor no podía soportar otro desastre como estos». —Envíelo… y lleve otro poco de militares de los que están aquí para finalizar este ataque. —¡No! —No pude contenerme y me puse de pie desesperada—. ¡Por favor Omer! ¡Por favor! Fui hasta su lugar y caí de rodillas suplicando.Haría lo que fuera, lo haría. —Saravi ¿Qué estás haciendo? —Dijo él recogiéndome d
Saravi.Lloré por un buen rato, lo necesitaba, sentía que mi cuerpo era como un trapo que Omer decidió maltratar hasta el cansancio.Me ovillé en un rincón. Este lugar no tenía cama, ni mesas, era un cuarto totalmente despojado de pertenencias, con una manta sucia cerca de la puerta.Pensé en Kalil, en lo que estaría pensando con mi ausencia. No estaba segura que estaba creyendo de todo esto, si desconocía que Omer había declarado una guerra contra nuestro pueblo; ante todo, lo que realmente rondaba mi cabeza era si estaría pensando que, lo que estaba ocurriendo era otra vez por mi culpa.Lo siento tanto…sollocé hasta que mis ojos literalmente se agotaron, tenía días así. No había tenido descanso para esta tristeza que estaba apagándome lentamente. Entonces recordé que mi &ua
Kalil. Saravi… no… Tomé una bocanada de aire y sin pensarlo golpeé con mis piernas el caballo sin esperar la indicación de Basim. Con mi partida arrebatada todos los caballos comenzaron a andar en galope rápidamente tras de mí, directos hacia los hombres que están frente a nosotros. Pero, sobre todo, a ese hombre,Bozkurtque había maltratado con su brazo a Saravi. No pasó mucho tiempo, en cuestión de segundos estábamos a unos metros de ellos cuando el mal nacido tomó nuevamente su espada y la coloco en el cuello de Saravi, esperando que todos se detuvieran por ese acto. Alcé mi mano en un puño a la vez que me frené en seco haciendo que todo el batallón hiciera lo mismo. Todos sus soldados estaban con los ojos abiertos, muy impactados y confundidos viendo que éramos muchos para ellos. Poco a poco los refuerzos del palacio de Bozkurt se fueron sumando al lugar llenando todo el campo de la parte tras
Kalil.—Kalil, cuando llegues al palacio debes enviar una notificación de lo que realmente pasó… todos están engañados…—Imaginé algo así, ¡pero por favor!, no pienses ahora en eso.—Alinna envió su firma para apoyar el relato de Omer…Un frío recorrió mi cuerpo y luego levanté mi mirada para observar a Basim. Él estaba igual de impresionado que yo.—Yo —titubeé antes de responder—. Basim se encargará. No me separaré de ti.Basim afirmó y luego la hice callar para que pudiera llevar mejor su dolor. La apreté junto a mí subiéndola a mi cuerpo para que quedara un poco más cómoda y los golpes del carro no le hicieran tanto daño.Entonces solo esperé.En agonía, porque solo un mila
Kalil. —Kalil, por favor… —intervino Alinna viniendo hacia mí. Entonces cuando estaba a unos pasos coloqué de golpe mi palma para que no se acercara, y luego la miré fijo como si quisiera matarla con mis manos. —Morirás Alinna, tu pena será la muerte aquí mismo en el palacio, y no te salvarás de ello, por nada del mundo. Su rostro se puso pálido y lívido, sus labios se abrieron para decir algo, pero fue interrumpida por su padre Bilal. —Majestad, ¿Qué está diciendo? —dijo colocándose delante de su hija como si eso fuese a protegerla. —Su hija será acusada de traición Señor —dijo Basim en tono fuerte y claro, entonces el hombre titubeo varias veces viendo a Dima muy asustado. Recorrí el escenario, Hanna miraba a mi madre como si esto fuera un mal sueño, a lo que mi madre le cambiaba el rostro en varios colores. —Majestad… ¿Por qué se acusa a Alinna de traición? —pregunto su padre nuevamente haci
Kalil. La vibración constante del cuerpo de Saravi me hizo despertar de golpe. En eso me levanté de un solo tirón, fijando mis ojos en ella. Estaba convulsionando, estaba prendida en fiebre y sudaba muchísimo. Tomé su cuerpo torpemente muy nervioso aparentándolo contra mí mientras grité lo más fuerte que pude. —¡Janí! Nadie se asomó, acomodé el cuerpo tembloroso de Saravi rápidamente y me disparé hacia la puerta. Justo cuando la abrí, Janí venía corriendo hacia a la habitación y se sorprendió al verme dentro de ella. —Majestad… —No hay tiempo Janí, algo le pasa —dije señalándole. Janí se hizo a un lado de mi cuerpo para ir rumbo a la cama de Saravi. Luego de verla, fue otra vez hacia la puerta y le dijo a un lacayo. —Llame urgente a los médicos del palacio ¡ahora mismo! Sus palabras nerviosas del hombre solo aceleraron mi ritmo cardiaco. Entonces fue hasta la cama colocándose de
Saravi. —¿Saravi? Hija… ¿Me escuchas? La voz insistente de Jemina hace que apreté el tacto que sostiene mi mano. Una sensación como si fuese a caerme me invade por completo y el picor de mi garganta me genera una tos al instante. Abro mis ojos de golpetratando de tomar un poco de aire, pero el dolor en mi costado me hace doblarme sin poder liberar la tos de forma sencilla. —Tranquila, poco a poco —vuelve a decir Jemina agitada. «¿Mi madre está aquí? Estoy soñando». Seguramente seguía en el sueño. Uno muy irreal. Apreté mi mano contra mi costilla hasta que pude toser más cómoda. Pero la sensación que tenía en la garganta era extenuante. Sentía arena dentro de ella. —T-Te… tengo sed… —pronuncié con la voz ronca y seca. Parpadeé varias veces, mientras la mujer temblorosa, acomodaba una almohada para que pudiera sentarme más cómoda en la cama. El dolor que tenía en m