Esa noche Connie no pudo dormir, no solo por la incomodidad del catre viejo que le habían asignado, sino por estar pensando en la forma de ayudar a esas mujeres y a la Madre Superiora que la había recibido con tanto amor.A su mente llegaron recuerdos de su vida en Acapulco, de la primera vez que vio el mar y la promesa que se hizo de que un día iba a vivir en una de las mansiones de Punta Diamante.Recordó el día en que el hombre con el que se iba a casar la rechazó y humilló frente al altar y todos los invitados a su boda y esa experiencia tan amarga fue la que marcó el rumbo de su vida y la hizo replantearse comenzar de nuevo.Ni siquiera ella se podía explicar qué era lo que le había pasado, pero en ese momento el sueño de llegar a ser la señora decente y respetada esposa de un hombre millonario había pasado a segundo plano.Lo único en lo que podía pensar era en esos bebés que no tenían leche, en esas mujeres que necesitaban ayuda, medicamentos y comida y en la Madre Superiora y
Gabriel no pudo obligar a Ximena a que estuviera presente en la fiesta de compromiso que organizó Laura, y quizá fue mejor así porque era mejor no inmiscuir a la niña en esa farsa.—¿Y la princesa no nos va a acompañar un momento? — preguntó Laura como si hubiera olvidado que el compromiso no era real.—No, está cansada y es tarde, esta es una fiesta de adultos y no hay más niños para que se divierta, es mejor dejarla en su habitación — contestó Gabriel tratando de conservar la calma porque ya habían llegado los invitados y no podía decirle a Laura la verdad delante de la gente.Cuando los invitados terminaron de cenar, Laura le pidió a Gabriel que se pusieran de pie para hacer el anuncio oficial, orgullosa mostró su anillo de compromiso y agradeció a todos sus familiares y amigos por acompañarlos en esa celebración tan especial para ellos.Aprovechaba a cada momento para besar a Gabriel y por primera vez, él estaba incómodo con sus besos. Todo parecía marchar bien, hasta que, Rolando
Connie aprovechó que le había mentido a la hermana Mica sobre haber conseguido trabajo en un restaurante para ir al bar donde solicitaban bailarinas.Charly el administrador del bar, recorrió su cuerpo de pies a cabeza apenas la vio entrar. Llevaba puesto un pantalón de Jeans, zapatos deportivos y un top de tirantes gruesos, pero su cuerpo perfecto y curveado no pasaba desapercibido para nadie, además era rubia natural y tenía los ojos verdes, ella se catalogaba a sí misma como güera de rancho, pero sus modales habían sido refinados y su forma de hablar muy bien pulida, parecía una niña “bien” como solían decirles a las mujeres de buena posición económica.—¿Segura que solo quieres bailar mi reina? Porque te aseguro que trabajando de escort, ganarías toda la plata que quisieras.—No me interesa, solo aceptaré bailar detrás del cristal, no quiero tener ningún tipo de contacto con los clientes — le advirtió.—Está bien, será como tú quieras, voy a pagarte mil pesos la noche más el cincu
—No olvides tomarte la fotografía papi — le recordó Ximena a Gabriel cuando se despidió de ella rumbo SkyDive para volver a hacer lo que una vez dijo que nunca haría más. —¡Señor Herrera, es un placer tenerlo de nuevo con nosotros! — le dijo el dueño de las avionetas y que lo conocía desde muy joven cuando comenzó a interesarse por ese peligroso deporte. —Gracias Roger, nunca pensé que un día iba a regresar a este lugar y hoy estoy aquí, vine para enfrentarme con mis demonios. —Yo recuerdo todo y sé lo difícil que fue para usted, nadie se dio cuenta cuando la señora Maciel cortó la cuerda. —Eso ya quedó en el pasado, hoy vine a saltar y quiero que sea desde la misma altura, quiero caer en el mar, Maciel y yo planeamos ese salto y ya no lo pudimos llevar acabo. Será como usted diga, voy a preparar la avioneta y también la lancha para que lo recojan al caer. Gabriel se quedó mirando las fotografías en el estante, algunas eran de él y de otras personas reconocidas que también disfru
Connie miraba directamente a Gabriel mientras bailaba, sin pensarlo y casi por instinto lo estaba seduciendo. Podía ver en su mirada que recorría cada parte de su cuerpo y eso le provocaba una extraña sensación que no había sentido antes, porque era la primera vez que se desnudaba para un hombre del que no podría obtener ningún beneficio económico.Había muchos hombres en el bar, todo gritaban y miraban a la chica con lujuria, pero Connie parecía no ver a nadie más, solo a ese joven que había rescatado del fango y al que ella le había invitado la cena y hasta le había comprado ropa y zapatos.Gabriel disfrutó del show igual que todos los presentes, no podía negar que el cuerpo de la chica era hermoso, casi rayando en la perfección, pero sobre todo sus ojos se clavaban en los de ella correspondiendo a las miradas que ella le dedicaba cada vez que sus ojos se cruzaban.Como todas las noches, al terminar su presentación, Connie corrió hacia su vestidor a cambiarse de ropa para volver cua
Después de mirar el show de Connie detrás del cristal, Gabriel salió del bar sin despedirse, no podía, no quería involucrarse con una mujer como ella, era hermosa sí, pero de ninguna manera era una buena imagen para su hija y lo mejor era no volver a verla. Llegó a su casa y entró en la habitación de Ximena que dormía profundamente, le dio un beso en la frente y acomodó la frazada para que no sintiera frío y luego se fue su habitación. Se quitó la ropa y estuvo a punto de ponerla en el cesto de la basura, pero por un extraño impulso prefirió conservarla y solo la colocó en el cesto de la ropa sucia. Colocó la cabeza sobre la almohada y por primera vez en muchos años, no fue la imagen de Maciel lo último que vio antes de quedarse dormido, el rostro de Connie se había apoderado de sus pensamientos. Y sí, también su cuerpo desnudo y sus sensuales movimientos, pero sin duda alguna, lo que había acaparado su atención eran sus ojos verdes, la luz que irradiaba de ellos no coincidía con l
Connie sintió que su corazón quería salir de su pecho, ver a Gabriel ahí la hizo sentir como si estuviera bailando entre nubes de algodón.Gabriel por su parte, no podía describir lo que sentía, hacía mucho tiempo que una mujer no lo hacía sentir de esa manera, ese deseo, esas ganas de querer desaparecer a todos los hombres del bar para que nadie más pudiera mirarla. Hubiera querido usar su dinero y su poder para comprar el bar y echar a la calle a todos esos hombres que gritaban y se comían a Connie con la mirada.Apenas terminó su primer baile, Connie corrió a cambiarse de ropa, tenía que esperar a que bailaran tres chicas más para volver a salir en su presentación estelar.Se estaba terminando de colocar la peluca cuando alguien llamó a la puerta, su estómago se contrajo al pensar que podía tratarse de Gabriel.—Connie, hay un hombre en el público que te ofrece treinta mil pesos por ir a tomarte una copa con él cuando termines de bailar — dijo Charly el administrador.Connie quería
Connie miró por la ventanilla del taxi al hombre que se alejaba caminando, le dio pena no haber salido con él a cenar y le dolió no ser dueña de su tiempo como cuando vivía sola; pero de alguna manera, tener una cita con él le parecía algo muy emocionante. Llegó al albergue y se alegró por no haberse tardado más de lo habitual, ya que apenas cruzó la puerta la madre superiora apagó la luz de su habitación. Cada que veía ese gesto de amor de esa mujer hacia ella no podía dejar sentir que hubiera dado lo que sea, porque de verdad fuera su tía. Esa noche no pudo dormir de la emoción recordaba la sensación en sus labios al sentir la piel y la barba de Gabriel y cerraba los ojos tratando de guardar ese instante para siempre. Los siguientes días fueron los más largos de su vida, cada noche esperaba verlo sentado entre los clientes del bar, pero él no se volvió a aparecer. Finalmente llegó el sábado por la noche, el bar estaba reventar, lleno hasta su máxima capacidad puesto que la voz se