Querida lectora, si quieres saber más acerca de la vida de Connie, no te debes perder Mi ex jefe, mi Sugar Daddy.
Connie sintió que su corazón quería salir de su pecho, ver a Gabriel ahí la hizo sentir como si estuviera bailando entre nubes de algodón.Gabriel por su parte, no podía describir lo que sentía, hacía mucho tiempo que una mujer no lo hacía sentir de esa manera, ese deseo, esas ganas de querer desaparecer a todos los hombres del bar para que nadie más pudiera mirarla. Hubiera querido usar su dinero y su poder para comprar el bar y echar a la calle a todos esos hombres que gritaban y se comían a Connie con la mirada.Apenas terminó su primer baile, Connie corrió a cambiarse de ropa, tenía que esperar a que bailaran tres chicas más para volver a salir en su presentación estelar.Se estaba terminando de colocar la peluca cuando alguien llamó a la puerta, su estómago se contrajo al pensar que podía tratarse de Gabriel.—Connie, hay un hombre en el público que te ofrece treinta mil pesos por ir a tomarte una copa con él cuando termines de bailar — dijo Charly el administrador.Connie quería
Connie miró por la ventanilla del taxi al hombre que se alejaba caminando, le dio pena no haber salido con él a cenar y le dolió no ser dueña de su tiempo como cuando vivía sola; pero de alguna manera, tener una cita con él le parecía algo muy emocionante. Llegó al albergue y se alegró por no haberse tardado más de lo habitual, ya que apenas cruzó la puerta la madre superiora apagó la luz de su habitación. Cada que veía ese gesto de amor de esa mujer hacia ella no podía dejar sentir que hubiera dado lo que sea, porque de verdad fuera su tía. Esa noche no pudo dormir de la emoción recordaba la sensación en sus labios al sentir la piel y la barba de Gabriel y cerraba los ojos tratando de guardar ese instante para siempre. Los siguientes días fueron los más largos de su vida, cada noche esperaba verlo sentado entre los clientes del bar, pero él no se volvió a aparecer. Finalmente llegó el sábado por la noche, el bar estaba reventar, lleno hasta su máxima capacidad puesto que la voz se
—Te ves preciosa — le dijo mirándola a los ojos.—Tú también te ves muy guapo — contestó y las mejillas se le llenaron de rubor.Tomados de la mano comenzaron a caminar por la plaza, a Connie le sudaban las manos, nunca antes había sentido esa sensación.Gabriel se sintió como un adolescente, un adolescente al cual la chica más bonita del colegio le había dado la oportunidad de tener una cita.—¿Me vas a contar cómo es que terminaste en la calle? — se atrevió a preguntar.Gabriel no se veía mal de ninguna de sus facultades mentales, al contrario, parecía un hombre capaz de hacer cualquier actividad para ganarse la vida y aunque sintió vergüenza por su indiscreta pregunta, le daba curiosidad saber más de su vida.—Es una larga historia, pero ya te la contaré en otra ocasión hoy solo vamos a disfrutar el momento, ¿te parece si vamos a cenar algo?—Está bien, la verdad es que, si tengo hambre y no tengo mucho tiempo, mi tía me dio permiso solo hasta las nueve de la noche.—¿Vives con tu
—¡Espera! — dijo Gabriel cuando Connie sacó dinero para pagar la cuenta — conseguí un trabajo y esta vez invito yo.Sacó un billete de doscientos pesos que llevaba en la bolsa de los jeans y pagó la cuenta, un gesto que a Connie se le hizo maravilloso, eso quería decir que se había preocupado por ser él quien la invitara y que no era un hombre aprovechado que dejaría que fuera ella quien pagara siempre.—¿En verdad conseguiste un trabajo? ¡Eso es genial! Me alegro mucho por ti, sé que un hombre como tú puede ser mucho más que un…—¿Qué un indigente? — preguntó al ver que ella se avergonzaba por no atreverse a decirlo con todas sus letras.—Lo siento, yo…—No te preocupes, sé que tienes razón, ya te dije que un día de estos voy a contarte cómo llegué a la situación en la que me encontraste, por ahora solo te diré que no tienes nada de qué preocuparte, soy un hombre al que le gusta trabajar y, sobre todo, soy un caballero, si yo te invito la cena, yo pago la cuenta. —Gracias por ese de
Connie se levantó de prisa, menos mal no había logrado su objetivo de bajarle la cremallera porque entonces sí, estarían perdidos.—No estamos haciendo nada malo oficial — dijo Connie ruborizada.—No se preocupe oficial, yo respondo por lo que sea, pero deje que la señorita se vaya — dijo Gabriel tajante.—Lo siento, pero es mi deber remitirlos a los dos a la comisaría — dijo el policía con una sonrisa de burla.—Le aseguro que usted y yo podremos resolverlo, pero mi novia tiene que llegar a casa antes de las nueve y ya estaba por llevarla. Por favor, créame que yo voy a responder por mi atrevimiento. - A Connie le saltó el corazón al escucharlo decir: "mi novia"—Pero Gabriel — dijo Connie, pensando que era probable que el policía lo llevara a la comandancia y que tuviera que pasar algunas horas tras las rejas o pagar una multa que claramente él no podría costear.—No te preocupes por mí, yo ahorita me arreglo con el oficial, vete a casa y discúlpame por no poder acompañarte. Te espe
Gabriel odiaba la corrupción, pero no le convenía que su nombre se viera envuelto en un escándalo por faltas a la moral en un lugar público, ya bastante había tenido con el revuelo que se ocasionó con su supuesta homosexualidad inventada por Laura.En contra de sus principios y para evitar ir a la cárcel a pagar la multa, le ofreció al policía una compensación económica a cambio de su discreción, para su sorpresa, el oficial le dijo que le diera quinientos pesos y que ahí moriría el asunto.Maldijo la hora en que se le ocurrió la idea de seducir a Connie en el parque, pero sin duda había disfrutado mucho dándole placer y sintiéndola retorcerse a causa de su orgasmo.Volvió a su casa y todavía Ximena estaba despierta, entró en su habitación para darle un beso de buenas noches.—¿Sabes papi? Esta noche le pedí a mi mamá Maciel que le diga a Dios que por favor mi nueva mamá traiga consigo a mis hermanitos y estoy segura de que va a concederme mi deseo.—Ximena, cariño, no puedes pedirle
Connie abrió los ojos y estiró los brazos para desperezarse, tenía el cuerpo dolorido por la mala posición en la que se había quedado dormida, casi no pudo conciliar el sueño ya que los niños se despertaban sollozando y ella tenía que consolarlos para que volvieran a dormir.Los dejó en la cama unos minutos más en lo que bajó a supervisar que las mujeres hubieran preparado el desayuno y todo marchara como si la madre superiora se encontrara al frente del albergue.Todas las chicas refugiadas la trataban con respeto y admiración, no solo por ser la sobrina de la madre superiora, sino porque todas sabían que, gracias a ella y a su trabajo, no faltaba comida en la mesa, ni leche y pañales para los bebés.Estaban terminando de desayunar cuando la madre superiora y la hermana Mica volvían del hospital, cansadas por haber pasado la noche en vela ocupándose de que la mujer fuera atendida por sus múltiples lesiones.Reunieron a las mujeres y les dijeron que iban a necesitar ayuda para cuidar
—Toma la tarjeta de emergencias que está donde ya sabes y dile al chofer que las lleve al centro comercial, y por favor Paty, que Ximena no haga de las suyas y que no hable con extraños — le dio las recomendaciones a la niñera, al siguiente día le festejarían su cumpleaños a un compañero del colegio y él no tenía tiempo de llevarla a comprar el regalo, así que le encomendó a la niñera que se hiciera cargo. Lamentó no ser él quien la acompañara, pero tenía una reunión muy importante que no podía posponer. Por fortuna Paty era de su absoluta confianza y sabía que podía hacerse cargo del asunto, porque Ximena no le perdonaría ser la única que no llevara un obsequio para el festejado. Por fortuna su reunión terminó pronto y llamó a Paty para decirle que las alcanzaba en el centro comercial, las esperaría afuera para que volvieran con él a casa y aprovechar para comer con Ximena en casa. Paty colgó el móvil, veía a su niña tan feliz jugando con la desconocida y sus hijos que no quería de