Connie aprovechó que le había mentido a la hermana Mica sobre haber conseguido trabajo en un restaurante para ir al bar donde solicitaban bailarinas.Charly el administrador del bar, recorrió su cuerpo de pies a cabeza apenas la vio entrar. Llevaba puesto un pantalón de Jeans, zapatos deportivos y un top de tirantes gruesos, pero su cuerpo perfecto y curveado no pasaba desapercibido para nadie, además era rubia natural y tenía los ojos verdes, ella se catalogaba a sí misma como güera de rancho, pero sus modales habían sido refinados y su forma de hablar muy bien pulida, parecía una niña “bien” como solían decirles a las mujeres de buena posición económica.—¿Segura que solo quieres bailar mi reina? Porque te aseguro que trabajando de escort, ganarías toda la plata que quisieras.—No me interesa, solo aceptaré bailar detrás del cristal, no quiero tener ningún tipo de contacto con los clientes — le advirtió.—Está bien, será como tú quieras, voy a pagarte mil pesos la noche más el cincu
—No olvides tomarte la fotografía papi — le recordó Ximena a Gabriel cuando se despidió de ella rumbo SkyDive para volver a hacer lo que una vez dijo que nunca haría más. —¡Señor Herrera, es un placer tenerlo de nuevo con nosotros! — le dijo el dueño de las avionetas y que lo conocía desde muy joven cuando comenzó a interesarse por ese peligroso deporte. —Gracias Roger, nunca pensé que un día iba a regresar a este lugar y hoy estoy aquí, vine para enfrentarme con mis demonios. —Yo recuerdo todo y sé lo difícil que fue para usted, nadie se dio cuenta cuando la señora Maciel cortó la cuerda. —Eso ya quedó en el pasado, hoy vine a saltar y quiero que sea desde la misma altura, quiero caer en el mar, Maciel y yo planeamos ese salto y ya no lo pudimos llevar acabo. Será como usted diga, voy a preparar la avioneta y también la lancha para que lo recojan al caer. Gabriel se quedó mirando las fotografías en el estante, algunas eran de él y de otras personas reconocidas que también disfru
Connie miraba directamente a Gabriel mientras bailaba, sin pensarlo y casi por instinto lo estaba seduciendo. Podía ver en su mirada que recorría cada parte de su cuerpo y eso le provocaba una extraña sensación que no había sentido antes, porque era la primera vez que se desnudaba para un hombre del que no podría obtener ningún beneficio económico.Había muchos hombres en el bar, todo gritaban y miraban a la chica con lujuria, pero Connie parecía no ver a nadie más, solo a ese joven que había rescatado del fango y al que ella le había invitado la cena y hasta le había comprado ropa y zapatos.Gabriel disfrutó del show igual que todos los presentes, no podía negar que el cuerpo de la chica era hermoso, casi rayando en la perfección, pero sobre todo sus ojos se clavaban en los de ella correspondiendo a las miradas que ella le dedicaba cada vez que sus ojos se cruzaban.Como todas las noches, al terminar su presentación, Connie corrió hacia su vestidor a cambiarse de ropa para volver cua
Después de mirar el show de Connie detrás del cristal, Gabriel salió del bar sin despedirse, no podía, no quería involucrarse con una mujer como ella, era hermosa sí, pero de ninguna manera era una buena imagen para su hija y lo mejor era no volver a verla. Llegó a su casa y entró en la habitación de Ximena que dormía profundamente, le dio un beso en la frente y acomodó la frazada para que no sintiera frío y luego se fue su habitación. Se quitó la ropa y estuvo a punto de ponerla en el cesto de la basura, pero por un extraño impulso prefirió conservarla y solo la colocó en el cesto de la ropa sucia. Colocó la cabeza sobre la almohada y por primera vez en muchos años, no fue la imagen de Maciel lo último que vio antes de quedarse dormido, el rostro de Connie se había apoderado de sus pensamientos. Y sí, también su cuerpo desnudo y sus sensuales movimientos, pero sin duda alguna, lo que había acaparado su atención eran sus ojos verdes, la luz que irradiaba de ellos no coincidía con l
Connie sintió que su corazón quería salir de su pecho, ver a Gabriel ahí la hizo sentir como si estuviera bailando entre nubes de algodón.Gabriel por su parte, no podía describir lo que sentía, hacía mucho tiempo que una mujer no lo hacía sentir de esa manera, ese deseo, esas ganas de querer desaparecer a todos los hombres del bar para que nadie más pudiera mirarla. Hubiera querido usar su dinero y su poder para comprar el bar y echar a la calle a todos esos hombres que gritaban y se comían a Connie con la mirada.Apenas terminó su primer baile, Connie corrió a cambiarse de ropa, tenía que esperar a que bailaran tres chicas más para volver a salir en su presentación estelar.Se estaba terminando de colocar la peluca cuando alguien llamó a la puerta, su estómago se contrajo al pensar que podía tratarse de Gabriel.—Connie, hay un hombre en el público que te ofrece treinta mil pesos por ir a tomarte una copa con él cuando termines de bailar — dijo Charly el administrador.Connie quería
Connie miró por la ventanilla del taxi al hombre que se alejaba caminando, le dio pena no haber salido con él a cenar y le dolió no ser dueña de su tiempo como cuando vivía sola; pero de alguna manera, tener una cita con él le parecía algo muy emocionante. Llegó al albergue y se alegró por no haberse tardado más de lo habitual, ya que apenas cruzó la puerta la madre superiora apagó la luz de su habitación. Cada que veía ese gesto de amor de esa mujer hacia ella no podía dejar sentir que hubiera dado lo que sea, porque de verdad fuera su tía. Esa noche no pudo dormir de la emoción recordaba la sensación en sus labios al sentir la piel y la barba de Gabriel y cerraba los ojos tratando de guardar ese instante para siempre. Los siguientes días fueron los más largos de su vida, cada noche esperaba verlo sentado entre los clientes del bar, pero él no se volvió a aparecer. Finalmente llegó el sábado por la noche, el bar estaba reventar, lleno hasta su máxima capacidad puesto que la voz se
—Te ves preciosa — le dijo mirándola a los ojos.—Tú también te ves muy guapo — contestó y las mejillas se le llenaron de rubor.Tomados de la mano comenzaron a caminar por la plaza, a Connie le sudaban las manos, nunca antes había sentido esa sensación.Gabriel se sintió como un adolescente, un adolescente al cual la chica más bonita del colegio le había dado la oportunidad de tener una cita.—¿Me vas a contar cómo es que terminaste en la calle? — se atrevió a preguntar.Gabriel no se veía mal de ninguna de sus facultades mentales, al contrario, parecía un hombre capaz de hacer cualquier actividad para ganarse la vida y aunque sintió vergüenza por su indiscreta pregunta, le daba curiosidad saber más de su vida.—Es una larga historia, pero ya te la contaré en otra ocasión hoy solo vamos a disfrutar el momento, ¿te parece si vamos a cenar algo?—Está bien, la verdad es que, si tengo hambre y no tengo mucho tiempo, mi tía me dio permiso solo hasta las nueve de la noche.—¿Vives con tu
—¡Espera! — dijo Gabriel cuando Connie sacó dinero para pagar la cuenta — conseguí un trabajo y esta vez invito yo.Sacó un billete de doscientos pesos que llevaba en la bolsa de los jeans y pagó la cuenta, un gesto que a Connie se le hizo maravilloso, eso quería decir que se había preocupado por ser él quien la invitara y que no era un hombre aprovechado que dejaría que fuera ella quien pagara siempre.—¿En verdad conseguiste un trabajo? ¡Eso es genial! Me alegro mucho por ti, sé que un hombre como tú puede ser mucho más que un…—¿Qué un indigente? — preguntó al ver que ella se avergonzaba por no atreverse a decirlo con todas sus letras.—Lo siento, yo…—No te preocupes, sé que tienes razón, ya te dije que un día de estos voy a contarte cómo llegué a la situación en la que me encontraste, por ahora solo te diré que no tienes nada de qué preocuparte, soy un hombre al que le gusta trabajar y, sobre todo, soy un caballero, si yo te invito la cena, yo pago la cuenta. —Gracias por ese de