DamienAguantar a mi hermana con un repertorio de preguntas es peor tortura que cualquiera creada. No se detiene ante nada. No le importa si quieres o no responder. Si le interesa no descansará hasta obtenerlo. —No lo sé, Zarya. No sé porque mierd@ continúe el beso. —me exaspero bebiendo el whisky, llenando mi vaso de nuevo. —Está bien. No preguntaré más. Sólo que dices que la odias. pero por poco te la comes entera. —Sí, la odio. La detesto. La aborrezco. —mi voz sale cargada de hastío. —Pero una cosa, en ocasiones no tiene que ver con la otra. —¿A quién odias? —oigo a mis espaldas a Markov, quién entra con su pequeña maleta y medio lo saludo con un movimiento de cabeza. Mi hermana lo abraza y este me mira. —Entonces ¿A quién odias? —A la hija del ministro. —responde mi hermana por mí. —¿La que te arañó la cara? —no digo nada, al igual que mi hermana. Sabe que no me gusta que me recuerden mierd@s y ahora lo están haciendo. Son casi las siete de la mañana y no dormí nada, al
Damien..—Pide que me detenga. —mi voz sale ronca —Solo pídeme que salga. Pide que me vaya. —Quiero...Sus manos se posan en mis hombros y el solo contacto quema. —No puedo pedirte algo que no quiero. Clava sus ojos en mi boca y las ganas se intensifican, estrello nuestros labios en un beso voraz que creo me va joder más de lo que estoy. Me besa con anhelo, con ganas y un deseo que surgió desde la primera vez que me besó, con ese golpe incluido que solo me la puso dura.Se aferra a mi cuello para mantener el equilibrio en lo que doy pasos a donde sea, solo disfrutando de lo que me causa la fiera que no quiero domar.Recalco que debo ponerle un alto a lo que sea que hago, pero dejo que mis ansias tomen control de la situación. Su sabor me embriaga, su boca se mueve con descaro y sus manos se mueven alborotando mi pelo y la ropa. Jadea y me tenso, joder, su sabor me enciende las ganas Sus labios se mueven sobre los míos, exigente, única, deliciosaNo queda nada de la inocencia que
Zarya —Aunque pudiera hacerse, sería muy riesgoso. —se rehúsa a ayudarme. —Mark por favor, se supone que somos amigos. —le recuerdo. —Justo por eso no puedes pedirme que te ayude a entrar a las instalaciones del edificio donde está el comando. —rebate, se bebe el café de un solo sorbo dejando la basura en un bote. Salimos a hacer ejercicio y le conté parte de lo que Damien ya sabe. —Eres un egoísta. —niego mientras me cruzo de brazos, molesta, buscando otra manera de hacerlo yo misma. —No lo voy hacer. —me sobrepasa. —Mejor dile a Damien. —No lo haría, además no está aquí, él está en...—Enfrente. —dice señalando levemente. —Ahí. Giro en mi eje para ver a mi hermano con el saco en la mano, la camisa desencajada y el pelo alborotado, mira su reloj de mano paseando la vista hasta que sus ojos recaen en nosotros. —¿Qué hace aquí? —murmuro, este se acerca y me quedo en mi puesto, extrañada. Se supone que debería estar en un avión rumbo a Escocia, desde anoche que lo vi l
Zarya..Levanto la cara y su vista se clava en mis labios respirando tan fuerte que parece que no lleva el aire a sus pulmones. —Sí Zarya. —espeta. — Me jode no tenerte. Me enoja no ser yo quien te bese. Me enerva no poder follarte. Te detesto cada vez que deseo saborearte por completo. Me jodes tú, me jode tu existencia y tu presencia. Me jode no poder...—Hazlo. —le digo recibiendo su sorpresa. —Nada te detiene. —levanto mi mano hasta su rostro, acaricio su mejilla y siento el instinto de quitarla al mirar que le incomoda que lo haga, pero una suya la envuelve dejándola en donde está. No es el bestial comandante que quiero matar y nos quiso matar a ambos en Plyos. Hay algo en él que logra mostrar en un pestañeo, sembrando la incógnita dentro de mi cabeza. —¿Cómo lo haces? —indaga y sé a lo que se refiere. Adueñarme de sus barreras. —De la misma forma que tú. Sin intenciones de hacerlo.El aire no es suficiente. Se siente denso y sin poder inhalarse. Todo me pesa. Sus ojos se en
Bennett La rabia me carcome por dentro, y solo aumenta cuando veo que sacan los oficiales en bolsas negras del comando. Adam está haciendo las averiguaciones sobre los autos, George busca información sobre los muertos y Kelly se fue a dejar a Bonnie, lo que me interesa poco. El enojo no es solo por el ataque, ya había sopesado la idea, pero de igual manera me corroe la ira en cada músculo. —Comandante Evans, ya despertó. Miro a un lado al oficial que me avisa del miserable que tengo en la sala de interrogatorios. No espero más y me encamino hacia el lugar. Ya están limpiando todo, se repuso lo dañado y el desastre ahora es menos. Las manchas de sangre aún están en las paredes y el piso, pero es lo que menos me interesa cuando me acerco al tipo. Mueve la cabeza de lado a lado y lo tomo del cuello haciendo que luche por quitar mis manos que le impiden el paso del aire. —Ya dije todo. —patalea, tiene sangre en la cara, las costillas rotas y dos cortes profundos en las piernas qu
Bennett Recursos no me faltan ni me van a faltar jamás. Si algo hizo bien Joseph Evans fue amasar la fortuna heredada y multiplicar cada inversión. Por lo que surto mi comando con armas de alto nivel, lo mejor que existe en tecnología conocida y gran parte de lo que aún no ha salido al mercado. Desprevenido no me van a tomar esta vez. Mantengo mi propia caja de seguridad que mandé a instalar en mi oficina repleta de armas de todo estilo y calibre. —Mira esto. —me interrumpe Adam con una tablet en las manos, aseguro la caja fuerte y me pongo en pie para acercarme. Es un video al que le da reproducir. —La muerte del sargento Jefferson Maddox es un golpe más que nos corrobora lo animales que son ese tipo de criminales. —El discurso ensayado del ministro que me hace voltear los ojos. —Entraron a su casa con fines desconocidos, pero creemos que fue para sacar información de nuestra central y al no obtenerla, lo asesinaron. Por supuesto. El más leal de todos. Bufo con aburrimiento.
Bennett Authentic Nick's me recibe.Tengo semanas de no venir y ya me hacia falta una cerveza en un sitio poco concurrido. Me quedo en la mesa de la esquina que le da acceso a mis ojos de ver con antelación algo que pudiese suceder, no me gustan las sorpresas, no me parece buena idea flaquear y por eso es mejor la soledad. Veo a una mujer que me guiña un ojo y apenas y la reparo. Tiene el cuerpo de las que solía buscar antes. Igual no me llama la atención. Pero noto que acorta la distancia sentándose enfrente de mí. Sigo con mi bebida.—¿Me recuerdas? Se muerde el labio con la misma sutileza con la que trato al mundo. —Si te recordara, tendrías una gran anécdota que contar. —suelto sin más. Sus mejillas se tornan coloradas. Ríe con nerviosismo.—Lo imaginé, solo tenía una esperanza que lo hicieras. Žse repone como si no le afectara. žHace unas semanas estuviste aquí y pues... tú y yo... —No recuerdo a las mujeres con las que follo, hoy no tengo ganas de coger con nadie así que
Bennett.Su lengua libra una lucha con la mía dentro de su boca, sus uñas me arañan el cuello y mis manos tensan su cabello, separándonos.—¿Cómo detengo las ganas que te tengo, niña? —No las detengas y muéstrame lo que tienes. —desafía y me cuestiono hasta la existencia misma si hago lo que ella cree.Es pequeña, inmadura y una serpiente venenosa de la que quiero probar su letalidad. —No sabes lo que acabas de provocar.—¿De verdad? Sus piernas se enredan alrededor de mi cuerpo, magreo el culo que me tiene tan duro que duele. Sus gemidos mueren en mi boca. Recorro cada rincón de su cavidad con mi lengua hasta que la suya la enreda en ese deseo que me ha poseído desde que la conocí en ese club. —Te voy a montar tantas veces que llorarás al no teneme dentro de aquí. —la presiono para que sienta la dureza que me provoca. —Te voy a taladrar el coño con mi polla, con la polla de este comandante al que odias. —¿Te vas a follar a la niñita que odias?. —inquiere lamiendo sus labios.