Zarya.—¿Qué te pasa, imbécil? —reclamo. El comandante Evans hace a un lado el vehículo y baja tirando un billete al taxi.—Agradezca que le pague. Largo sino quiere ir de nuevo como un huésped al infierno. —espeta colérico. El conductor me mira y luego arranca. Cobarde. —¿Quién te crees para hacer esto? —Solo me observa un segundo como si comprobara algo. No responde y no lo quiero cerca, por lo que me doy la vuelta para ir en dirección contraria, pero sostiene mi brazo frenando mis pasos. —Sube. —dice con voz autoritaria y me río. —No soy su subordinado para obedecer. Hágase un favor y suelteme. —forcejeo y no 0cede. —¡Que se aleje!—¿Ahora nos hablamos de "usted"? —inquiere. —¿Después de comernos la otra noche?—¿Que crees? ¿Que me voy a lanzar a tus brazos cual damisela enamorada por eso? —retomo mi actitud. —Nos besamos, eso lo hacen 20 millones de personas cada segundo. No te sientas importante, Bennett. Por primera vez lo llamo por su nombre de pila y no por su cargo, y
Bennett Lo que siento al tenerla frente a mí sin nadie viendo o jodiendome la existencia, es incomparable. Cada vez que parpadea me sume más y más en esa tormenta azulada que tiene, no sé si es la impresión de un azul casi irreal, pero posee el poder de doblegar a muchos por lo que he notado. Me muevo para dejar de estar frente a ella como un idiota. Quedamos cara a cara frente a la mesa. Ella a unos pasos, pero con solo verme como lo hace siento que ardo con necesidad. Quiero romper su confianza o volver a tenerla sobre mí, follándome con roces y besos que quiero arrancar de su boca hinchada por lo que pasó antes. Después de que Kelly se fue molesta porque no seguí el protocolo como es debido al traer alguien a interrogar, tuve que hacerlo yo mismo. No estoy para que me reprochen que no hice el proceso debido cuando todo se me borró de la cabeza al verla tan…cerca de ese tipejo. Me desafía con sus gestos. Y la escena de nosotros dos en la camioneta me llena la cabeza. La durez
Damien Inmerso en documentos que debo organizar para que haya el orden que me gusta en todo, con dos pilas de papeles divididos en resueltos y no resueltos, me he mantenido desde que llegué a la oficina en horas de mañana. Solo tuve un descanso cuando Markov pasó a saludar y es que los dos tenemos tantas obligaciones que nos faltan horas al día. Deseo que el bendito día tenga 40 ó más horas para poder hacer más. Tengo más de una semana en que un descanso no lo he podido obtener y solo he dormido 8 horas en total. El cuello me duele, y solo me detengo para tomar agua regresando a mi silla. Esto era un completo desorden con los números. No por falta de trabajo, sino que es demasiado. Hay muchas cosas que rondan en mi cabeza pero solo una me abruma y no es el trabajo, más bien algo que no puedo apartar por más que quiera hacerlo. Es un puto descontrol que me lleva a reír en medio de todo como desquiciado. Me está afectando más de lo que quisiera y solo tengo algo claro, si lo t
Damien.Dos días pasan en un abrir y cerrar de ojos, el incidente queda solo en especulaciones que no pasan de ser. Mientras mi cabeza solo máquina como dejar de lado lo que no quiero admitir. Pero encontrarla en un lugar transitado no es buena idea cuando finjo que no es a ella a quien veo en el grupo de cuatro que se junta frente a una tienda. Sonríe por algo y aparto la cara con lo que ese simple gesto hace. Las revoluciones que resquebrajan mi caja torácica me vuelven uno más de los imbéciles que se dejan llevar por las emociones que me prometí enterrar. No siempre se necesita un motivo para querer hacerlo, a veces solo se quiere evitar situaciones que nos pongan al límite como me está sucediendo. Me doy la vuelta para caminar lejos olvidando el bendito asunto que debía resolver. Prefiero enviar a alguien más.—¡Damien! Detengo mis pasos al escuchar mi nombre por primera vez de su boca. Solo lo he dicho en una ocasión en su presencia y no creí que lo memorizara. Siento sus pa
Briana Jones. .Siempre me he catalogado como alguien pacifica. Bueno, lo hacía antes que descubriera el primer engaño del novio uno, como lo registré ya que ni el nombre me interesa. Verlo en mi propio auto con mi hermana encima suyo y sin ropa me hizo dar el primer golpe que le rompió la nariz a Bonnie. A él lo dejé tirado en el suelo con dos rodillazos en la ingle y sin ropa en la vía pública. El segundo lo descubrí por un broche de cabello que un año antes mi padre le había regalado a mi hermana. Lo encontré en un mueble en su sala y me confesó, ni siquiera me dolió, apenas y sentí feo, pues su sinceridad le jugó a favor para no salir volando por la ventana. Con el tercer sujeto, fue ella misma quien me lo restregó en la cara. Se mofó de tener lo que quisiera sin importar lo que tenía que hacer. Era un imbécil que luego la engañó a ella también. Lo que dio paso a que Tommy siguiera en su lista de "novios de mi hermana que follé". Cuando llegué a casa de quien es mi padre creí
DamienAguantar a mi hermana con un repertorio de preguntas es peor tortura que cualquiera creada. No se detiene ante nada. No le importa si quieres o no responder. Si le interesa no descansará hasta obtenerlo. —No lo sé, Zarya. No sé porque mierd@ continúe el beso. —me exaspero bebiendo el whisky, llenando mi vaso de nuevo. —Está bien. No preguntaré más. Sólo que dices que la odias. pero por poco te la comes entera. —Sí, la odio. La detesto. La aborrezco. —mi voz sale cargada de hastío. —Pero una cosa, en ocasiones no tiene que ver con la otra. —¿A quién odias? —oigo a mis espaldas a Markov, quién entra con su pequeña maleta y medio lo saludo con un movimiento de cabeza. Mi hermana lo abraza y este me mira. —Entonces ¿A quién odias? —A la hija del ministro. —responde mi hermana por mí. —¿La que te arañó la cara? —no digo nada, al igual que mi hermana. Sabe que no me gusta que me recuerden mierd@s y ahora lo están haciendo. Son casi las siete de la mañana y no dormí nada, al
Damien..—Pide que me detenga. —mi voz sale ronca —Solo pídeme que salga. Pide que me vaya. —Quiero...Sus manos se posan en mis hombros y el solo contacto quema. —No puedo pedirte algo que no quiero. Clava sus ojos en mi boca y las ganas se intensifican, estrello nuestros labios en un beso voraz que creo me va joder más de lo que estoy. Me besa con anhelo, con ganas y un deseo que surgió desde la primera vez que me besó, con ese golpe incluido que solo me la puso dura.Se aferra a mi cuello para mantener el equilibrio en lo que doy pasos a donde sea, solo disfrutando de lo que me causa la fiera que no quiero domar.Recalco que debo ponerle un alto a lo que sea que hago, pero dejo que mis ansias tomen control de la situación. Su sabor me embriaga, su boca se mueve con descaro y sus manos se mueven alborotando mi pelo y la ropa. Jadea y me tenso, joder, su sabor me enciende las ganas Sus labios se mueven sobre los míos, exigente, única, deliciosaNo queda nada de la inocencia que
Zarya —Aunque pudiera hacerse, sería muy riesgoso. —se rehúsa a ayudarme. —Mark por favor, se supone que somos amigos. —le recuerdo. —Justo por eso no puedes pedirme que te ayude a entrar a las instalaciones del edificio donde está el comando. —rebate, se bebe el café de un solo sorbo dejando la basura en un bote. Salimos a hacer ejercicio y le conté parte de lo que Damien ya sabe. —Eres un egoísta. —niego mientras me cruzo de brazos, molesta, buscando otra manera de hacerlo yo misma. —No lo voy hacer. —me sobrepasa. —Mejor dile a Damien. —No lo haría, además no está aquí, él está en...—Enfrente. —dice señalando levemente. —Ahí. Giro en mi eje para ver a mi hermano con el saco en la mano, la camisa desencajada y el pelo alborotado, mira su reloj de mano paseando la vista hasta que sus ojos recaen en nosotros. —¿Qué hace aquí? —murmuro, este se acerca y me quedo en mi puesto, extrañada. Se supone que debería estar en un avión rumbo a Escocia, desde anoche que lo vi l