Bennett. Paso a la siguiente hoja que contiene la demanda firmada y sellada por el ministro con la orden irrefutable que la unidad nueve y el comando alfa se ciñan ante su mano. El aviso de una reunión en cuanto se presente al auditorio a dar las entrevistas, en dos días para mantenernos como unidad. La dejo de lado. Cree que me importa lo que envíe en un papel, queriendo que con esto tome conciencia de los peligros cuando quizá los tenga más claros que él. Aún sigue pensando que con palabras bonitas llegaremos a buenos términos, con sujetos como el benefactor que crea masacres solo por el gusto de hacerlo o como la mafia roja, que no se piensan dos veces para hacer lo mismo que al teniente. La sospecha está latente, pero mientras no sea confirmada, seguirá siendo solo sospecha y con eso no puedo hacer nada. Odio esto. Permanecer bajo el ala hipócrita del ministro pero debo soportarlo. Espero no falle y sí logremos algo. Porque aguantar la actitud nefasta de tipos que han mentido
Bennett. Por un momento todo desaparece a mi alrededor. No veo nada. No huelo más que el humo. No escucho nada. No siento más que todo de mí rompiéndose o quemándose. Solo sé que es insoportable. Siento los brazos arder, la cabeza me pulsa dolorosamente y tengo que cubrirme los oídos por el sonido ensordecedor que surge dentro de estos.Me arrastro sintiendo el ardor en un brazo, en lo que voy recuperando poco a poco la audición. Me alejo lo más que puedo sobre el concreto para intentar ponerme en pie, lo cual me cuesta un poco. El mareo me toma, pero sacudo la cabeza para evitar que me afecte más. El dolor en la espalda se hace más fuerte e insoportable. Presiono los párpados una y otra vez, toser es inevitable con el humo que inhalo. Por fin puedo escuchar bien. Busco el móvil, encontrándolo cerca de donde caí. Llego hasta el aparato que todavía tiene comunicación con un Adam alterado y gritón que empeora el dolor en mis oídos. —...si me escuchas, ya estoy ubicándote. —Ven a m
El benefactor Repetí y comprobé que mis planes siempre funcionan, cada uno de ellos me llevan al resultado que quiero y necesito. Dan los resultados esperados si me enfoco en un solo objetivo a la vez. Van por la ruta trazada, a pesar que algo falló pero los cambios son ligeros. No representan un peligro para mí. Al menos algunos. Mirar a todos los mandatarios de diversas centrales en un mismo sitio me da una idea de lo que quiero hacer. Me están jodiendo con lo que me están destruyendo, atacaron mi principal surtidor de artillería en Grasse, arrasando con el cuarenta por ciento del equipo que tenía para el ataque a Moscú y Austria. Mi seudónimo formado por las letras en el pecho de mi gente y firmado por el korol me tienen la sangre hirviendo. Tenía la idea de que un sujeto que ya estuvo en el poder no puede volver a la organización, reglas y estatutos puestos y seguidos fielmente en la bratva. Pero cometí la estupidez de confiar en el pasado. Cuando queda claro que el korol ti
Zarya Cuatro días de búsqueda implacable, de toparnos con pared, de llegadas en la mañana para descansar un poco, de ver como se desvanece cada pista. Pero no voy a desistir, cuando voy a desfallecer me recuerdo que Damien me necesita, que confía en mí para traerlo de nuevo. Paso el agua y voy a la sala a continuar en lo que me he mantenido estos minutos. Mi padre es quien dirige las búsquedas hoy. Llevaba dos días sin descansar, pero esta vez recordé lo que encontré en el casino donde volví a ver a Bennett. Las rutas que allí habían.Nos están siendo útiles para quitarle territorio, pero puede que tengan algo más.Las pongo en el mapa. Cada una de las coordenadas que son de Londres ya fueron barridas y no se encontró nada. No me doy cuenta de los minutos ni horas hasta que me levanto con la ineptitud que siento.No encuentro nada, los bosques son interminables y el río ha sido nuestro límite. Los acantilados nos restan camino, y me repito que puedo con esto. Sigo sintiendo un frí
ZaryaEl trago amargo no se puede eliminar volviéndose un dolor intenso que me impide tragar y llevar aire a mis pulmones. La existencia misma se me está yendo de las manos y no puedo hacer nada para detenerla. No estoy actuando como debería, estoy perdiendo el control de mis emociones. Estoy cayendo y no puedo controlar ni siquiera el aterrizaje. Me recuerdo que soy fuerte. Pero todo lo que pasa dentro de mi pecho me reitera que soy tan humana como cualquiera y...Camino hasta la bodega, porque con tanta mierd@ en la mente no me puedo concentrar para pensar cómo quiero hacerlo. Me reprocho el no poder hacerlo. Aunque no sepa dónde está mi hermano tendría que crear estrategias mejores de las que ya tengo. Le estoy cerrando la puerta a mi lado estratega para abrir la ventana a la estupidez que se está volviendo mi acompañante, y no lo quiero. Prefiero mil veces el odio, la rabia que la impotencia o la desesperación. Abro el maletín con diversas armas que empiezo a desempacar. Coloc
Zarya. Mi padre me mira a mí esta vez con una interrogante en la cara que debo responder. —El comandante Evans. —lo presento.Maldit@ sea, estoy nerviosa. —¿Comandante? —pregunta mi padre con la mirada dura. —Y él es... —¿Que no escuchó? —gruñe Bennett molesto. —Solo escucho lo que me parece importante. — devuelve mi padre en el mismo tono. —Entonces ¿por qué pregunta si no le interesa? ¿O debo llamarte como se les dice en estos casos? —miro al comandante que abrocha la funda del arma con ese carácter tan complicado igual que mi progenitor. —Se calman los dos. —me meto para que se dejen de tanta tontería. —Bennett, revisa que el helicóptero esté siendo preparado. —Tienes gente para eso. —refunfuña. —Pero no eres de mi gente. Además solo iremos los tres. Nadie más debe saberlo, solo el equipo que ya está en las cercanías. —¿Ir a donde? —interroga mi padre y le pido un momento para acercarme a Bennett. Llego a su puesto. Ignora a mi padre. Intuye quién es, pero no le parece i
Damien El intenso frío se extiende por todo mi cuerpo cada vez que me muevo. El dolor en mis costillas es más de lo que tienen mis brazos. Pero me mantengo imperturbable sabiendo que me observan. Siempre lo han hecho desde que estoy aquí. Me estudian sin saber lo patético que se ve alguien con ínfulas de inteligencia, cuando tienen a quien fue entrenado y tiene genes de un gran estratega. Si creen que matarme les queda fácil están muy equivocados, doblegarme menos.La piel me quema y los huesos los siento congelados. Una extraña sensación que aumenta los niveles de dolor a los cuales me he ido acostumbrando durante estos días. El mareo no me deja enfocar mis ojos en nada, pero actúo como si no tuviese cada partícula del cuerpo vuelto mierd@. Hasta respirar duele.Tengo la boca seca y la garganta parece que tuviera grietas que sea abren solo con inhalar aire.No demuestro nada, aún cuando estoy falto de energía, pero repleto de ganas de salir de aquí. Sin el rastreador es difícil, p
Damien.Agarro del cuello, dando en la mandíbula que al hacer contacto con el hierro filoso de los anillos queda destrozada para después lanzarlo dentro en tanto grita. Golpeo al otro en la tráquea obteniendo los mismos resultados con ese y los que siguen entrando cada que los lanzo donde antes estuve cautivo. Arrastro del cuello de la camisa al último y lo tiro encima de los demás que se desangran. —Tienen compañía así que no digan que soportarán mucho frío. —digo cerrando la puerta deslizable que aseguro, antes de activar el ciclo más bajo de temperatura. Una explosión me alerta, el lugar tiembla por el impacto que enciende varias alarmas que ponen a parpadear las luces del pasillo. Sigo avanzando hasta que alguien pasa atropellando mi hombro, mi espalda choca contra el concreto violentamente golpeando mi cabeza. Me quita el paso del aire, pero me recupero rápido sabiendo que el tiempo apremia. Doy un codazo en su cabeza logrando que me suelte, reconociendo al infeliz cuando caig