Adrián apenas puede mantenerse lejos de sus pensamientos salvajes, con pocas ganas de alejarse de ese cálido cuerpo, se alejó para terminar de dejar caer el vestido que quedó hecho un ovillo a los pies de ella, dejando ver por fin el fino corsé blanco de encaje y la diminuta braga con lazos a los lados que cubre muy poco y como si eso no fuera suficiente las tiras de un liguero sostienen el encaje de las medias.

La cabeza de Adrián explotó como una olla a presión, el corazón le dio tres saltos mortales, la tentación que tiene enfrente sobrepasa todos sus sentidos. Sus ojos se clavaron en la pequeña cintura y el par de bolas redondas y lindas que eran sus nalgas, pensándolo bien jamás había apreciado con detenimiento su espalda y eso no hizo más que tentarlo aún más.

— Date la vuelta. La voz de Adrián era ronca y lujuriosa.

— ¡Eh! Victoria soltó una respuesta gutural, al salir del trance y a lo que en el juicio de Adrián fue una eternidad se dio la vuelta.

La mirada de deseo y la form