Capítulo 21

— ¡Qué delicia! escucharse a sí misma tan escuetas y lujuriosas palabras resonando en sus oídos, le produjo repentinamente deseos de desaparecer. Cómo podía ella soltar esas palabras de deleite y emoción.

La actitud de Victoria exhortó a Adrián a seguir y se aventuró a chupar con fiereza el cuerpo sensible y caliente que lucha cada minuto por recuperar el aliento, pero aquel castigo del infierno aún no termina, porque Adrián arremete con más ímpetu tocando el hinchado botón que reclama a gritos atención. Empezaba a escalar la cúspide de su propia excitación cuando una orden sonó en su oído.

— ¡Separa más las piernas! El sonido de la voz de Adrián tenía cierto tenue de aire erótico y Victoria obedientemente abrió sus piernas.

Adrián lentamente se empujó en su húmedo interior que buscó instintivamente relajarse para recibir complacientemente al intruso. Él entró más profundo siempre con cuidado pero firme, cuando estuvo seguro que todo estaba bien, comenzó a moverse hambrientamente en
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