Emma.
Luego de entregarle mi bebé a la criada, me encontraba caminando en los jardines. Observé de reojo que estaban preparando todo, habría una fiesta presentando a la hermana del Duque. Al final supe su nombre: Nathaniel.
Suspiré, aunque mi relación con el duque mejoraba cada dia, nunca hablábamos de amor, siquiera habíamos compartido la cama. Mordí mis labios intentando buscar algo para hacer, cuando de pronto recibo una visita de mi padre.
—Padre –comenté bajando el rostro en modo de respeto cuando me envolvió en un abrazo.
—Me alegra saber que estás bien hija –comentó y yo suspiré.
—No debes sentirte culpable padre, era la mejor opción o hubiésemos terminado en la calle –respondí y él asintió.
Nos sentamos frente a una bonita merienda, mientras observaba con una sonrisa a Gabriel, pronto lo llevaron para alimentarlo quedándome a solas con papá. Sabía que había sufrido con la muerte de su amada esposa y que nunca lo pudo superar. Luego yo al enfermarme, quedamos en la ruina.
Los tratamientos eran costosos, y cuando hayaron la cura en una misteriosa hierba, el oro comenzó a escasear, una tarde mientras mi padre quitaba los adornos de los cuadros, cuyo material de oro nos otorgaría un poco mas de tiempo le dije:
—Papá… tengo una idea.
Y fue así cuando fui comprada, por mi actual esposo. Maximillian mi padre, había perdido a mi madre antes que yo pudiera siquiera recordar su rostro. Luego heredó el titulo de Marqués, sin embargo estaba cargado de deudas que solamente empeoró nuestra situación.
—Hija –comentó mi padre con una sonrisa al verme bien –me alegra… haberte hecho caso.
—Me alegra padre, que ahora finalmente estés tranquilo –susurré agradeciendo todo lo que hizo por mí. Después de todo no tenía la obligación de criarme, yo, no era su hija biológica después de todo y él, se hizo cargo de mí.
—Se repitió la historia –susurró sosteniendo una taza de té entre sus manos, asentí con una tímida sonrisa –mi nieto es maravilloso.
Cuando papá se fue, estaba frente al jardín observando las maravillosas rosas, cuando unos pasos, provocaron que me girara. Nathaniel, se encontraba observándome en silencio, sus manos estaban detrás de su espalda manteniendo una postura erguida.
—Milord –susurré y él se inclinó.
—Miladi –respondió acercándose a mi –espero que la visita le haya sido grata –susurró y asentí dando un paso hacia adelante antes de envolverlo en un fuerte abrazo.
—¡Gracias alteza! –exclamé.
Me aparté, él me observó sorprendido.
—Yo… debo ir… a trabajar –respondió con un hilo de voz alejándose de mi, como siempre lo hacía cada vez que intentaba acercarme a él.
Emití un suspiro, pronto llegó mi doncella observándome con curiosidad. María no era una persona muy callada, sino, al contrario.
Era curiosa, extrovertida, con una voz bastante voluminosa para alertar a todo el pueblo de su presencia, sin hablar de su risa. Pero era una leal y fiel amiga.
—¿Qué pasó? ¿Se besaron? –quiso saber chillando como una loca, rodé los ojos y negué —¿Entonces…?
—Nada. No ocurrió nada, yo… tuve un ataque de… locura para abrazar a su alteza ¿en qué estaba pensando? –pregunté y ella rodo los ojos.
—Miladi, usted… es su esposa. Deberían tener mas que ese contacto…
—Leemos libros… en biblioteca –refuté sentándome en la silla, ella se quedó de pie con una mano debajo de su mentón, al parecer pensando.
—¿Alguna vez se tomaron la mano?
La observé con una visible mueca, nunca habíamos tomado nuestras manos, aquel abrazo, era nuestro primer contacto intimo. Negué y ella se sentó frente a mi tomando mis manos.
—Debemos hacer algo –susurró y negué –alteza, debemos… conseguir vestidos… con encaje…
—¿Qué? ¡No! –negué alarmada por su sugerencia, siempre utilizaba vestidos con cuello de tortuga, jamás mostraba nada de piel.
—Debe… —comentó y luego acercó su boca a mi oreja –provocarlo.
—Debo irme –respondí huyendo de mi doncella quien se reía a carcajadas. Una vez dentro de la habitación, largué todo el aire que tenía acumulado. Luego decidí darme la vuelta quedándome en silencio frente al reflejo.
Mostraba una mujer normal, sin nada extraordinario. Pero era yo.
Cuando cayó la tarde y al llegar la noche, bajé con un vestido de cuello de tortuga observando a las demás damas envueltas en vestidos hermosos, ajustados y con sus pechos a punto de reventar. Mordí mis labios, me sentí insignificante.
María se acercó a mi, y me observó en silencio hasta que el Duque, tomó mi mano dejando un beso sobre el dorso de mi mano.
—Está hermosa –comentó y sonreí sintiendo mis mejillas arder. Llegamos al centro del salón luego de ser presentados, su hermana estaba radiante con un vestido blanco y su frescura era contagiosa.
—¡Cuñada! –exclamó envolviéndome en un abrazo —¿por qué no vamos mañana de compras para la segunda noche? –susurró en mi oído y asentí.
—Yo… no sé mucho de moda –me encogí de hombros tras responder alisando mi vestido.
Pronto, el Duque se alejó de mi lado tras ser arrastrado por señoras quienes le presentaban a sus hijas, a pesar de estar casado conmigo. Negó cada sugerencia y volvió a mi lado, sin embargo pronto apareció Elena, mujer de su hermano.
Elena, estaba muy interesada en mi esposo. Se notaba a leguas, en sus miradas furtivas, en el coqueteo continuo. Sus ojos verdes observaron de arriba abajo a mi marido, para luego mirarme con desdén.
—Alteza –comentó ella inclinándose y luego me ignoró —¿bailaría conmigo?
—Por supuesto Miladi –respondió, no sabía si era por cortesía, pero él siempre sacaba a bailar a la Vizcondesa. Su hermano, se acercaba a las bebidas y comidas, y yo me quedaba junto a María.
Sintiéndome menos.
Invisible.
Porque sí, María tenía razón. Debía soltar mi cabello, cambiar mi vestuario y quizás… el Duque: se fijaría en mí.
Capítulo 4Al día siguiente, estaba junto a Luisa, hermana de Nathaniel, mirando telas y encajes. Hice una mueca negando cada uno de los vestidos.-Deberíamos hacerte uno a medida, pero como es esta noche, buscaremos uno que te quede bien –comentó con total confianza Luisa. Asentí con timidez, mientras era arrastrada por ella hacia todos lados.-Yo… no creo poder envolverme en eso –señalé el vestido rojo y extremadamente transparente que sostenía la modista frente a mí. Luisa rodó los ojos empujándome con vestido y todo junto a mis dos doncellas.Suspiré mientras sentía como las telas salían y entraban en mi cuerpo pálido y delgado. Finalmente, el corset pudo disimular perfectamente mi vientre abultado debido al parto. Mis brazos quedaron al descubierto por primera vez, y me abracé a mí misma sintiéndome cohibida.Mordí mis labios cuando sentí el aire acariciar mi cuello y deslizarse hacia mi escote, donde mis pechos resaltaban escandalosamente al ser casi asfixiados. Mi cabello fue s
Capítulo 5Cuando sus ojos se pegaron a los míos, una voz nos detuvo. Era el príncipe, envuelto en una túnica con hilos de oro, cuyos ojos verdes me observaron.—Alteza –comentamos yo y Nathaniel a la vez.—Duque, no sabía que tenía… una mujer tan… peculiar –respondió girando a nuestro alrededor. El príncipe Henry, se caracterizaba por ser un hombre hermoso.—Espero que disfrute esta velada, alteza –susurró entre dientes el Duque, lo observé con una ceja levantada. Habíamos tomado distancia con el rostro levemente inclinado hacia adelante. El príncipe sonrió ampliamente, antes de tomar mi mano.—¿Me permite bailar con su esposa? –quiso saber con la vista fija en mi esposo. Nathaniel, tenía las venas exaltadas en su cuello, sin embargo le otorgó una pequeña sonrisa al príncipe heredero.—Por supuesto, milord –exclamó apartándose, y extendiendo su mano hacia mí.El príncipe, comenzó a girarme en torno a la pista. Podía sentir la mirada de muchas personas sobre nosotros. Hasta que escuch
Capítulo 6Suspiré frustrada, y pronto Nathaniel se acercó a mí. Cubrió mi espalda con una manta, y hasta ahí me percaté que estaba congelada.—Puedes enfermarte –susurró. Quería gritarle tantas cosas, sobre cómo me sentía pero no podía. Suspiré sintiendo que el aire era denso y pesado. –Vamos a casa.El camino fue silencioso, detrás nuestro, venía el carruaje dorado de la guardia real.—Lo que nos faltaba –susurré y él tomó mi mano.—Fingiremos ante ellos, no te preocupes. Incluso, me mudaré a tu habitación si es necesario.—Muchos matrimonios duermen separados –respondí y se encogió de hombros.Al llegar, lo primero que hice fue tomar a mi pequeño hijo, le había echado de menos. Luego de estar unas hora a su lado, lo dejé con la Nodriza, para descansar en mi habitación.Me sobresalté al ver a los guardias esperando en el pasillo. Suspiré caminando en silencio, mientras el sonido de los metales de sus armaduras me acompañaban.María ingresó junto a dos doncellas más, y me retiraron e
Capítulo 7En ese momento mis ojos se ampliaron, mientras estaba al aire libre. Suspiré dejando escapar el aire, cuando de pronto el ruido de un carruaje acercándose, me distrajo. Del carruaje bajó el príncipe Henry, sus pasos fueron firmes hasta llegar a mí.—Alteza –comenté levantándome con prisa, era escoltado por otros guardias y sus ojos me observaron mientras me inclinaba.—Vine a verla –anunció y lo observé perpleja.—¿A—a mí…? ¿Vino a verme a mí, alteza…? –pregunté atropelladamente, y él asintió con las manos detrás de su espalda —¿Por qué?—Tu presencia me agrada –enfatizó y me quedé perpleja –nunca… había sentido algo así –confesó observándome con la mirada algo perdida.—Alteza… estoy casada con todo respeto –susurré inclinando el rostro.—No te inclines, serás… la única persona que tendrá… ese privilegio –contestó provocando que me mantuviera recta ante él. Era hermoso. Pero no era Nathaniel, aquel hombre que me aceptó embarazada de otro hombre y no hizo preguntas.—Gracia
Capítulo 8Henry.Me había hecho traer a Emma en secreto a mi mansión de verano. Había notado su belleza y su pureza, y no podía evitar sentir un fuerte deseo por ella. Una noche, cuando estaba acostado en mi cama, miré por el agujero que había hecho en el cuadro que había al otro lado de su habitación y me sorprendí al verla.Me había hecho traer a Emma en secreto a mi mansión de verano. Había notado su belleza y su pureza, y no podía evitar sentir un fuerte deseo por ella. Una noche, cuando estaba acostado en mi cama, miré por el agujero que había hecho en el cuadro que había al otro lado de su habitación y me sorprendí al verla.Emma estaba desnuda, su piel era tan blanca como la nieve y su pelo estaba recogido en una melena oscura y sedada. Su cuerpo estaba moldeado perfectamente, como si hubiera sido tallado por una escultura. La vi tumbarse en la cama y cerrar los ojos.—¿Estás bien, Emma? —murmuré mientras mi mano se apretaba alrededor de mi miembro—.Emma se retiró debajo de l
Capítulo 9Yo permanecí en las sombras, apoyado contra el muro.Emma se quedó mirando fijamente hacia la penumbra, con la cara tensa y los ojos brillantes como las estrellas. Una parte de mí quería revelarme, pero mis ojos se deslizaron hacia sus senos perfectos y me sobrecogí.Emma se tumbó en la cama, su respiración se volvió tranquila y profunda como el mar. Cuando se acurrucó en su lugar, sus pechos se apretaron contra su brazo y su cabello rozó su mejilla. Su cuerpo estaba apenas iluminado por la luna llena.Obserqué su forma física en silencio, mi corazón latía desesperadamente en mi pecho. Sentí que mis ojos se quedaban clavados en sus pezones rosados y suave piel.—¿Quién eres? —murmuró ella con un sueño dulce.Me hundí en la sombra, no podía dejar que me viera.Emma empezó a moverse en su sueño, sus manos empezaron a recorrer su cuerpo. Con un suspiro agitado, sus manos se deslizaron por su cuello, cada una de sus uñas levantadas como garras.Sus dedos comenzaron a rodar le
La muchacha, Emma, se encontraba de pie frente al desconocido, con las manos temblando y la mirada baja. El Duque le había comprado a su padre, el Marqués, y ella no sabía qué esperar.El Duque la inspeccionó con sus ojos fríos y desinteresados. "¿Estás embarazada?", le preguntó.Emma agarró.El Duque gruño. "¿Y de quién?" Él apretó los dientes. "¿De algún joven estúpido?"Emma sacudió la cabeza con determinación. "¡No!""Entonces, ¿quién?" Él la acercó más y ella pudo ver el rastro de enfado en sus ojos."Un hombre que me raptó", respondió ella en un susurro.El Duque se quedó en silencio durante un largo momento, contemplando a Emma. Ella podía sentir su ira y su desdén. Pero por alguna extraña razón, también notó una leve nota de compasión en su mirada.Él sospechó. "Muy bien. Te daré alojamiento y comida, pero no esperas nada más de mí. ¿Entendido?"Emma se acercó con rapidez. "Sí, milord". Se dio cuenta de que tenía suerte que el Duque la hubiera salvado de la ruina económica que
Capítulo 2Emma dejó escapar un suspiro de alivio mientras sentía cómo el peso de su hijo era colocado sobre su pecho. Las lágrimas llenaron sus ojos al mirar al bebé por primera vez. Pequeño, frágil y perfecto, el niño emitió un suave llanto que resonó en la habitación. Emma acarició suavemente su mejilla, completamente perdida en el momento.El Duque observó la escena desde un rincón de la habitación, con los brazos cruzados y una expresión indescifrable en su rostro. Había estado presente durante todo el parto, algo que ningún noble solía hacer, pero su preocupación había sido evidente. Ahora, mientras veía a Emma sostener al bebé, parecía luchar con emociones que no lograba controlar."¿Cómo lo llamarás?" preguntó finalmente, su voz más suave de lo habitual.Emma levantó la mirada hacia él, todavía sosteniendo al niño. "No lo sé aún, milord. Pero quiero que tenga un nombre que simbolice esperanza... y fuerza." Miró al bebé de nuevo, reflexionando. "Tal vez... Gabriel."El Duque as