Cuando llegamos la deje ir a la habitación de nuestra hija, Isla seguía aún afectada por todo lo que había pasado con su tratamiento, las pesadillas seguían atormentándola y estaba seguro de que tener a uno de sus verdugos de frente la lastimo, aunque ella diga que no. Camino hasta el despacho de Damion, necesitaba hablar con él, abro y me encuentro con mi madre, Melisa y Damion. —¿Terminaste con esa escoria? —dice Melisa en las piernas de Damion.—Yo no, eso era trabajo de tu hija, pero sí, está pudriéndose en el infierno. Pero tenemos un problema y es grande.—¿Hablas de la droga de Artem? —Asiento a las palabras de mi madre. —Sí, parece que el bastardo de mi padre no deja de jodernos después de muerto, siempre pensamos que el cabecilla de todo era Artem, pero estábamos equivocados, él solo es un peón del juego de alguien que mi padre dejó, Azgar habló antes de morir, parece que él sabía que iba a morir y por eso planeo todo lo de Isla y demás, le dio a Artem lo que siempre quiso
Isla Recce es un imbécil, no entiendo por qué se enoja tanto, acabamos de salvarle la vida, ese pecho peludo me da jaqueca, es un cretino. Ahora no solo tenemos que aguantarlo, sino que también buscar la manera de sacar a la hija de la hermana de Melisa, es una mierda, no tenemos un minuto de paz, si tan solo esa cucaracha de Shin nos entregará a Artem, todo esto sería más fácil. Llegamos a la mansión y bajo de la camioneta sin esperarlo. —¿Ahora qué rayos te pasa? —bufo dándome la vuelta para mirarlo a la cara. —Me enferma tu maldito ego de hombre macho, no has dejado de joder porque fuimos nosotras las que te salvamos, ¿Qué, ¿es que solo los hombres pueden hacerlo?—Soy el maldito capo de la mafia más poderosa y peligrosa del mundo, quedaré en ridículo, permití que tú hicieras esta banda de no sé qué para ti, pero que sea la primera y última vez que interfieren en una misión que no es de ustedes, ¿Estamos claros?—Sí, lo estamos —digo dándome la vuelta y dejándolo con sus pendej
Asiento alejándome de su cuerpo para entrar al baño, seguida de él, siento como poco a poco empieza a quitarme la ropa y luego él hace lo mismo, entre ambos preparamos la tina, entró primero yo y luego lo hace él detrás de mí, haciendo que mi espalda se pegue a su pecho. No sé qué hacer o como comportarme, desde mi tratamiento él y yo no hemos tenido intimidad, recordar todo lo que pase no me lo ha permitido, pero quiero hacerlo, lo extraño mucho, extraño sentirlo.—Relájate nena, no pienso hacer nada que no quieras, ¿Confías en mí? —Asiento. —Sí, claro que sí, es solo que no puedo evitarlo.—¿Quieres que intentemos algo? —Suspiro dudosa, pero si no lo intento no sabré qué pasará —. Si estoy yendo muy lejos, solo házmelo saber, ¿De acuerdo? —Asiento. Poco a poco siento como su mano baja tocando mis senos haciendo que me sobresalte un poco por su acción, esto no es fácil, pero quiero intentarlo.—Tranquila, nena, soy yo, solo yo —Asiento recostando mi cabeza en su hombro. Su mano
Reece Salimos de la ducha e intenté que descansara, lo que había pasado aún seguía rondando por mi cabeza, odiaba la forma en cómo la vi cuando se perdió, veía tanto miedo y terror en sus ojos, fue aterrador y doloroso para mí y ahora mismo quería volver a revivir al bastardo de Azgar y matarlo, también a Francisco, bastardos de mierda que merecen sufrir aún más por lo que le hicieron a mi familia. No se si pueda volver a tocar a mi mujer y eso me enoja mucho, me arrebataron el poder disfrutar de su cuerpo, de nuestro momento juntos. Salgo de la habitación dejándola en la cama profundamente dormida, necesito tomar aire o voy a cometer una puta locura, siento como mi cuerpo se calienta por la rabia que me recorre. Camino hasta la parte de atrás de la mansión para llegar a la piscina y sentarme en una tumbona y encender un cigarro.—Si estás fumando, es porque estás enojado, ¿Qué sucede? —Boto el humo de mi boca para ver a mi madre en la puerta del lado izquierdo.—Nada, no sucede na
Me abrazó con fuerza para poder entrar en calor un poco, está haciendo un frío de mierda. Observo a todos a mi alrededor haciendo lo mismo que yo y con su arma en mano, esperamos que todo salga como espero o voy a tener que patearle el culo a alguien para quitarme la maldita frustración que tendré.—Dimitri, Aurora y Damion conmigo e Isla, los demás revisen el perímetro y el lugar, estén pendientes si los necesito los llamaré.Asiente y con mi arma en alto camino hasta la parte de atrás de la cabaña, no podemos hacer ruido porque sospecharan que estamos aquí y necesitamos a esa mujer, solo ella puede acabar con esa maldita droga que está causándome problemas y muy grandes. Entramos al lugar viéndolo vacío y lleno de utensilios como si fuera un laboratorio. Camino con todos a mi lado alerta por si aparece algún maldito hombre de Artem. —Esto está muy silencioso, no me gusta para nada.—A ti no te gusta nunca nada —dice Isla —. Prefieres quedarte detrás de un maldito escritorio sin
Isla Esto tiene que ser una maldita broma, ahora apareció otra cosa, ¿Cuándo va a acabar esto?, no puedo creer que tantos secretos se esconden detrás de todo esto, empiezo a creer que alguien muy cercano a Reece lo odia tanto que llegó a hacer todo este teatro. —¿De qué mierdas hablas? Sí, está enojado, solo espero que no mate a la química o quedaremos igual que antes. —Sáquenme de aquí, les diré todo lo que quieran, en esta habitación hay cámaras y micrófonos, los apague, pero no demorarán en encenderse de nuevo. —Suéltala, Aurora, llévenla al auto, hablaremos de todo esto y me vas a decir de una buena vez que es lo que está pasando, me canse de tanto misterio, así que más te vale que hables como un pajarito o voy a cortarte la maldita lengua, ¿Estamos? —Asiente. Salimos de la cabaña y regresamos a Moscú, podía ver el desespero de Artemisa y Reece porque la mujer que iba a nuestro lado hablara, una rara teoría empezaba a formarse en mi cabeza, pero no podía ser cierto, yo vi el
Corro dentro de la casa para guiarme del sonido que no deja de llenar la casa, ¿Dónde estás Reece?, no debí dejarlo solo, pero tenía una expresión siniestra que mejor decidí dejarlo solo, al parecer esto le afectó más de lo que quería mostrar. Llegó a las escaleras que dan al segundo, piso, pero escucho mejor y el sonido viene del sótano, niego porque el condenado no es imbécil, mi marido es muy inteligente, aunque Roce crea que no. Corro hasta la puerta y la abro viendo las escaleras llenas de vidrios y sangre, bajo con cuidado encontrando a Reece golpeando sin piedad un saco de boxeo, sus manos están en carne viva y sus pies heridos por los vidrios en el piso. —Oye, basta, es suficiente —digo acercándome a él, pero sus ojos me observan y lo que veo me deja paralizada.—Vete de aquí, Isla, no quiero cometer una estupidez.—No, no pienso dejarte en este lugar y mucho menos en las condiciones en las que estás.Golpea una última vez el saco y se voltea para tomarme del cuello y lleva
ReceLa tomó de la nuca con fuerza para apoderarme de su boca con mucha posesividad, sé que esto no puede estar siendo fácil para ella, pero ahora mismo necesito agresividad y dominio, enterarme de que mi maldito hermano organizó todo esto me enoja y mucho, lo tuve siempre frente a mis narices y jamás lo vi, pero su burla la va a pagar muy caro, él puede creerse un maldito psicópata si quiere, pero yo puedo ser mucho peor que él.La alzo para que enrede sus piernas en mi cadera y la llevó hasta un viejo mueble que tiene el sótano. La bajo y sin más le rompo la blusa haciéndola jadear por la acción.—Quiero dos de esas mismas, ¿Entiendes? —Asiento sonriendo. —Ahora mismo la ropa será lo último que te importe, voy a coger duro y fuerte, nena, no quiero quejas, tú accediste a esto.—Si, y no las tendrás, deja de tratarme como si fuera una maldita enferma, estoy bien, lo del baño no volverá a pasar. No estoy muy seguro de eso, pero no digo nada y me apodero de su pezón izquierdo chupand