Capítulo 42

Corro dentro de la casa para guiarme del sonido que no deja de llenar la casa, ¿Dónde estás Reece?, no debí dejarlo solo, pero tenía una expresión siniestra que mejor decidí dejarlo solo, al parecer esto le afectó más de lo que quería mostrar.

Llegó a las escaleras que dan al segundo, piso, pero escucho mejor y el sonido viene del sótano, niego porque el condenado no es imbécil, mi marido es muy inteligente, aunque Roce crea que no.

Corro hasta la puerta y la abro viendo las escaleras llenas de vidrios y sangre, bajo con cuidado encontrando a Reece golpeando sin piedad un saco de boxeo, sus manos están en carne viva y sus pies heridos por los vidrios en el piso.

—Oye, basta, es suficiente —digo acercándome a él, pero sus ojos me observan y lo que veo me deja paralizada.

—Vete de aquí, Isla, no quiero cometer una estupidez.

—No, no pienso dejarte en este lugar y mucho menos en las condiciones en las que estás.

Golpea una última vez el saco y se voltea para tomarme del cuello y lleva
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