Mariela:Pasan los días y no logro quitarme de la mente ni de la piel el recuerdo de sus besos.¡Ese hombre quiere volverme loca!Aunque, posiblemente no estoy engañando a nadie, loca estoy.Últimamente se la pasa siguiendome con la mirada, dedicándome sonrisas extañas o contemplándome con una intensidad y curiosidad que no me gustan.No puedo dejarme llevar por mis dudas. Sería demasiado peligroso para mí hacerlo.Me contemplo al espejo. Tomando notas de todas mis imperfecciones: mi cabello es un desastre, las ojeras ocupan casi toda mi cara, tengo el rostro inflamado de no dormir, a veces de insomnio y a veces a causa de las crisis de la Señora Clarisse. Estoy demasiado gorda y estoy demasiado vieja...para él.Es imposible que yo realmente le guste.Un hombre de su tipo solo sale con modelos, actrices, chicas bien...mujeres plásticas, hermosas, operadas, que parecen muñecas de labios inchados y tetas falsas. Yo no soy para nada ese tipo de mujer.Me recojo el cabello en mi usual
Mariela:Bajaba la escaleras, con intención al ir al comedor cuando los ví.Ellos conversaban por lo bajo, ella parecía nerviosa pero él le sonreía con una expresión de interés que me retorció el estómago.—¡¿Qué está pasando aquí?!- bramé, y ante mí interrupcion Diana saltó asustada.—Mary, que susto me has dado.¡ Por Dios!—Señor Cuéllar, alejese de mi hermana- mascullé.Diana se giró hacia mí, y caminó en mi dirección, acercándose.Augusto sin embargo, se quedó sentado en el exacto lugar en el que estaba. Contemplándome con el entrecejo fruncido.—Le agradecería que no moleste a mi hermana.- acusé.—Mary, él no me estaba molestando. Nosotros solo...—No te quiero cerca de él, Di. Ya te lo dije.—Pero Mary, yo solo...—Pero Mary, nada. Sube a tu habitación. Te llevaré la cena en un momento.—Pero, yo quiero cenar aquí, en el comedor.—¡Que subas te digo!Ella libera un gruñido, y se va. Escaleras arriba.—Señor Cuéllar, necesitamos hablar venga a su despacho.- mascullo, y el me sig
Yunior: A pesar de las constantes protestas de mi madre, ya estoy suficientemente bien como para atender algunos asuntos. Y este es uno que no puede esperar. —Te ves terrible.- farfulla él,sonriendo con amplitud. —Imagino que me veo mucho mejor que tu madre después de parirte.- mascullo. El libera un gruñido, mostrándome los dientes, y yo me río a carcajadas. —¿Tiene algún objetivo esta vídeo llamada o solo deseas ofender la memoria de mi madre? —Sí. Con respecto a tu proyecto, le entro. —Lo imaginé. Después de todo, se te ha caído en pedazos esa pequeña rebelión de la que querías ser el líder. Contra los Ivanov no se puede ir por la fuerza y veo que has aprendido esa lección, por las malas, lamentablemente. —Sí, sí, gracias por el sermón. Ya cállate. Ahora, cuéntame todo sobre la nueva droga, búlgaro. *** Augusto: Me encontraba trabajando en el despacho, estudiando las implicaciones tanto positivas como negativas que una propuesta laboral que acababan de hacerme. Últimam
Augusto:Los peores días para mí, eran aquellos en los que me veía forzado a atender los asuntos de negocios desde casa porque mi madre entraba en crisis, ya había atentado contra su vida con antelación.Por lo tanto, me ocultaba como un topo en su madriguera evitando a toda costa cruzarme con Mariela, pero aunque le rehuía no dejaba de vigilarla. Podía decir casi en cualquier momento del día dónde se encontraba exactamente.Me justificaba a mí mismo, diciéndome que llevaba a cabo esta enfermiza vigilancia porque debía saber donde se encontraba para evitarla, y para estar al pendiente de mi madre, pero era una reverenda mentira.Por esa precisa razón fruncía el ceño y apretaba las mandíbulas con disgusto, mientras la veía deambular por los jardines de la casa.Mariela:Mis pasos me dirigían cada vez más cerca de la reja de la entrada, hasta que me percaté de ello.Estos últimos días, estaba yo como atontada, como que me era difícil concentrarme. Sin embargo, me percaté de mi error
Augusto: —¡¿No le dije que su mantuviera alejado de ella?! ¡¿No le advertí que la dejara en paz?! Ella está furiosa y yo estoy cansado de toda esta jodida situación. —Su hermana le explicó... —No me lo creo. No creo la explicación que me dió Diana. Usted debió hacerle alguna cosa para que ella gritara así. —Sí, por supuesto. La frené en su intento por escapar. Deberías agradecerme. Eso la hizo enrojecer. —¿Agradecerle? ¡¿ Agradecerle qué?! Desde que llegué aquí no he tenido paz ni un solo jodido momento. Entre usted y su madre me han hecho la vida miserable. Esto ya es demasiado. ¡ Renuncio! Prefiero ir a la cárcel que continuar trabajando para un mafioso hijo de puta como usted. —¿Cómo me llamaste?- bramo. —¡Mafioso hijo de puta! ¡Eso es lo que eres!- chilla, histérica.-¿qué más se podía esperar de un asesino como tú? Me acerco, intentando carmarla porque está fuera de sí de furia. Pero su mano conectado a con mi mejilla, haciéndome retroceder. —¡Aléjate de mí, cerdo inm
Augusto:No quiero decepcionarle, ella espera cierto nivel de maldad de mí, y se la voy a dar.Siendo yo un cretino enamorado, quise besarla con suavidad, y bajarla de pétalos de rosas. Quise besar cada sentimetro de ella y recitar poesías mientas le hacía el amor con lentitud.Pero en vez de eso, debo confirmarme con azotar sus nalgas, rtirar de sus cabellos y comportarme como un bruto ciego de deseo.Aunque...no sé.¿Tal vez si lo soy?Mariela:Imaginé que follar con él serie parecido a morirme, y no estaba equivocada.Augusto folla como si fuera un toro furioso.Gruñe, introduciendo su enorme y tibia mano en mi blusa, la mete por debajo por debajo de mi sostén y tortura mis pezones, rozándolos, acariciándolos y finalmente pellizcándolos entre su pulgar e índice.Estallo.Soy toda sensaciones, el cuero del cinturón clavándose en mis muñecas, la posición incómoda de mis brazos sus manos sobre mis senos, su miembro golpeando mis paredes íntimas, todo es un remolino de pequeños dolore
Mariela: —Augusto — miró mi reflejo en el espejo— ¿Quieres casarte conmigo? Comprimo los labios. No hay forma en que esto suene bien. Siempre me sale falso, ensayado. Y así se siente. Llevo ya un mes siendo su amante a escondidas, y ahora las órdenes que me han enviado han cambiado. " Haz que se case contigo''. Ruedo los ojos. Joder, que fácil es ordenar eso, ¿no? ¿Pero como diablos hago para que suceda? Augusto: —Ya está Señor. La fábrica es nuestra.- anuncia mi CFO y me recorre un gran jubiló. —Perfecto, comiencen a mover los cargamentos a ese sitio. —Como ordene. —Te dejo a cargo. No me falles. Cuelgo, mirando el reloj de mi pulsera. Son las diez de la noche, mi conejita está por llegar. Mariela: Saca una botella, me comenta que vamos a celebrar no se qué, arrastrándome con él y el frío hace que me abrace a mi misma, pero le entrego mi mejor sonrisa cuando se la empina y luego me la ofrece. —Por nosotros, conejita —brinda, se empina y le arrebato la bebida. —
Augusto:—¿Estás seguro de esto?— Sí. Mis sobrinos en Japón están convencidos de que es lo ideal. Solo hay que juntar un par de componentes faltantes. —¿ Y por qué debo hacerlo yo?— Pues porque tú acabas de casarte, ¿no es así? A nosotros nos tienen vigilados y seria demasiado sospecho que nos mibieramos justo ahora. Pero tú puedes irte deuna de miel.— dice burlonamente.—Te he preparado un itinerario y ¿qué crees? Estarás visitando los mismos sitios que mis padres. Rodé los ojos.— De acuerdo, ruso.Mariela:Con palabras seleccionadas con mucho tacto, le expliqué a mi hermana lo que había sucedido.Temí que ella me recriminase por ello, pero Diana estalló en risas, me abrazó, y dijo que ella siempre supo que terminaríamos así.En cuestión de pocos días, Augusto contrató a otra enfermera para que cuidase de la Señora Clarisse, y nos fuimos de luna de miel.El me explicó el itinerario. Estaremos haciendo un tour por varias islas debido a asuntos de negocios, y como la agenda es apre