Augusto:Los peores días para mí, eran aquellos en los que me veía forzado a atender los asuntos de negocios desde casa porque mi madre entraba en crisis, ya había atentado contra su vida con antelación.Por lo tanto, me ocultaba como un topo en su madriguera evitando a toda costa cruzarme con Mariela, pero aunque le rehuía no dejaba de vigilarla. Podía decir casi en cualquier momento del día dónde se encontraba exactamente.Me justificaba a mí mismo, diciéndome que llevaba a cabo esta enfermiza vigilancia porque debía saber donde se encontraba para evitarla, y para estar al pendiente de mi madre, pero era una reverenda mentira.Por esa precisa razón fruncía el ceño y apretaba las mandíbulas con disgusto, mientras la veía deambular por los jardines de la casa.Mariela:Mis pasos me dirigían cada vez más cerca de la reja de la entrada, hasta que me percaté de ello.Estos últimos días, estaba yo como atontada, como que me era difícil concentrarme. Sin embargo, me percaté de mi error
Augusto: —¡¿No le dije que su mantuviera alejado de ella?! ¡¿No le advertí que la dejara en paz?! Ella está furiosa y yo estoy cansado de toda esta jodida situación. —Su hermana le explicó... —No me lo creo. No creo la explicación que me dió Diana. Usted debió hacerle alguna cosa para que ella gritara así. —Sí, por supuesto. La frené en su intento por escapar. Deberías agradecerme. Eso la hizo enrojecer. —¿Agradecerle? ¡¿ Agradecerle qué?! Desde que llegué aquí no he tenido paz ni un solo jodido momento. Entre usted y su madre me han hecho la vida miserable. Esto ya es demasiado. ¡ Renuncio! Prefiero ir a la cárcel que continuar trabajando para un mafioso hijo de puta como usted. —¿Cómo me llamaste?- bramo. —¡Mafioso hijo de puta! ¡Eso es lo que eres!- chilla, histérica.-¿qué más se podía esperar de un asesino como tú? Me acerco, intentando carmarla porque está fuera de sí de furia. Pero su mano conectado a con mi mejilla, haciéndome retroceder. —¡Aléjate de mí, cerdo inm
Augusto:No quiero decepcionarle, ella espera cierto nivel de maldad de mí, y se la voy a dar.Siendo yo un cretino enamorado, quise besarla con suavidad, y bajarla de pétalos de rosas. Quise besar cada sentimetro de ella y recitar poesías mientas le hacía el amor con lentitud.Pero en vez de eso, debo confirmarme con azotar sus nalgas, rtirar de sus cabellos y comportarme como un bruto ciego de deseo.Aunque...no sé.¿Tal vez si lo soy?Mariela:Imaginé que follar con él serie parecido a morirme, y no estaba equivocada.Augusto folla como si fuera un toro furioso.Gruñe, introduciendo su enorme y tibia mano en mi blusa, la mete por debajo por debajo de mi sostén y tortura mis pezones, rozándolos, acariciándolos y finalmente pellizcándolos entre su pulgar e índice.Estallo.Soy toda sensaciones, el cuero del cinturón clavándose en mis muñecas, la posición incómoda de mis brazos sus manos sobre mis senos, su miembro golpeando mis paredes íntimas, todo es un remolino de pequeños dolore
Mariela: —Augusto — miró mi reflejo en el espejo— ¿Quieres casarte conmigo? Comprimo los labios. No hay forma en que esto suene bien. Siempre me sale falso, ensayado. Y así se siente. Llevo ya un mes siendo su amante a escondidas, y ahora las órdenes que me han enviado han cambiado. " Haz que se case contigo''. Ruedo los ojos. Joder, que fácil es ordenar eso, ¿no? ¿Pero como diablos hago para que suceda? Augusto: —Ya está Señor. La fábrica es nuestra.- anuncia mi CFO y me recorre un gran jubiló. —Perfecto, comiencen a mover los cargamentos a ese sitio. —Como ordene. —Te dejo a cargo. No me falles. Cuelgo, mirando el reloj de mi pulsera. Son las diez de la noche, mi conejita está por llegar. Mariela: Saca una botella, me comenta que vamos a celebrar no se qué, arrastrándome con él y el frío hace que me abrace a mi misma, pero le entrego mi mejor sonrisa cuando se la empina y luego me la ofrece. —Por nosotros, conejita —brinda, se empina y le arrebato la bebida. —
Augusto:—¿Estás seguro de esto?— Sí. Mis sobrinos en Japón están convencidos de que es lo ideal. Solo hay que juntar un par de componentes faltantes. —¿ Y por qué debo hacerlo yo?— Pues porque tú acabas de casarte, ¿no es así? A nosotros nos tienen vigilados y seria demasiado sospecho que nos mibieramos justo ahora. Pero tú puedes irte deuna de miel.— dice burlonamente.—Te he preparado un itinerario y ¿qué crees? Estarás visitando los mismos sitios que mis padres. Rodé los ojos.— De acuerdo, ruso.Mariela:Con palabras seleccionadas con mucho tacto, le expliqué a mi hermana lo que había sucedido.Temí que ella me recriminase por ello, pero Diana estalló en risas, me abrazó, y dijo que ella siempre supo que terminaríamos así.En cuestión de pocos días, Augusto contrató a otra enfermera para que cuidase de la Señora Clarisse, y nos fuimos de luna de miel.El me explicó el itinerario. Estaremos haciendo un tour por varias islas debido a asuntos de negocios, y como la agenda es apre
Mariela:Debo escapar, debo huir.“¿ No lograríamos nada, él es un mafioso, tu verdadero jefe también es un mafioso. ¿ A dónde iríamos que no nos encontrasen?”Estas semanas que he pasado fuera de España con Augusto, han sido de las más felices de mi vida, pero a qué precio. Debí intentar escapar cuando pude, en cuanto operaron a Diana, debí tomar a mi hermana y al poco dinero que teníamos, y correr por mi vida.Bufo exasperada.Ya es demasiado tarde.Me paseo dentro de mi habitación, retorciendo mis manos nerviosamente.Tres horas después ya estoy histérica.Ahora estoy casada con Augusto, y si el descubre lo que he hecho…no quiero ni pensarlo.¿Si es capaz de levantar una guerra contra su hermano de crianza, qué no me haría a mí?Sollozó, desesperada.Él es un perro rencoroso que no descansará hasta verme muerta.Recogí mi bolso y salí de la casa rentada.Caminando por sobre la blanca arena de la playa, dirigiéndome hacia un bungalow cercano. Pero, ni siquiera el precioso paisaje e
Augusto: Al despertar, me fui directo al baño. Me enjuagué los dientes y rodé los ojos al ver las enormes ojeras que estaban comenzando a salirme. Cerré la puerta. Me sentía aún adormecido y mi cabeza recayó contra la pared obligándome a cerrar los ojos. Por un instante, tan solo un instante quería olvidar que ella me había traicionado. Pero tenía que hacer algo. No podía mostrarme débil, porque la debilidad se convierte en una muerte segura, y más en este negocio. Tengo la boca seca y el estómago me arde. «Si sigo así voy a morir de un infarto antes de regresar a Madrid» Me lleno de valor, entreabro la puerta y no hay señales de que ella vaya a despertar.Salgo, y con lentitud me siento al borde de la cama. Su respiración es cadenciosa, y se ve tan hermosa mientras duerme… Lo más fácil ahora, sería tomar mi revolver y volarle los sesos de un balazo, pero no quiero. Le daré una oportunidad de confesarlo todo, una última oportunidad. —Mariela…- la llamo, pero ella no respon
Diana: Me niego a quedarme dormida, ya que no quiero perder de vista lo que se encuentra fuera de mi jaula, porque temo, que de dormirme, haré parte de otra estadística , y terminaré siendo la protagonista de un hecho cruel que no merezco. ¡Fui una imbécil! Corrí derechito a una trampa. Desobedecí a mi hermana, huí de casa y ahora estoy jodida. Porque los mafiosos hijos de puta, ya me esperaban en casa de mi tía. Razoné, que como Mariela había hecho el trato con ese tal Yunior Farías cuando aún vivíamos con la tía, a lo mejor la tía sabría algo. Me seco las lágrimas. Mariela no me lo perdonará. Sé que ella refierió la muerte antes que hacernos daño a mí o a Augusto, pero en mi estupidez vine directamente a la boca del lobo. La otra prisionera está inconsciente en el suelo. Los matones que me sacaron a rastras de la casa de tía, la trajeron a ella también. Hace unas horas le dieron una paliza, y la dejaron ahí. En el suelo...Ella no se mueve, no parpadea, parece como muer