Augusto:Tenía varios asuntos importantes que atender, pero los postergué todos.Esta mañana he vaciada mi agenda para quedarme en la mansión. No hay nada más urgente que peanecer aquí a comprobar si la nueva acompañante es del agrado de mi madre. O no.Luego del desayuno, la enfermera la sacó al jardín, y estuvieron paseando con calma por varias horas.A Clarisse le gusta tomar unas tijera y podar la rosas ella misma. Creo que la ayuda a olvidar sus problemas por un rato.Madre corta las flores, mientras que la enfermera sostiene la sesta dónde se colectarán.Yo mientras, realizo varias llamadas, vigilándolas a través de la ventana de mi despacho.—¿Por qué debería apoyarte, Cuéllar?- masculla el mafioso ruso a quien contemplo desde la pantalla de mi computador.—Digamos que soy tu mejor opción, Ivanov. Sabes tan bien como yo, que Yunior planea darte un golpe en la próxima reunión a la que ha convocado.—¿Y? ¿ Sabes lo que mi apoyo implica?—Por supuesto.Él eleva sus cejas en sorpresa
Mariela:La semana de prueba pasó con una lentitud pasmosa.Hubo momentos en los que quise tirar la toalla y salir corriendo, pero me aguanté las ganas y me mantuve firme. Con una sonrisa pegada a los labios.El Alzheimer es un tipo de demencia que causa problemas con la memoria, el pensamiento y el comportamiento. Los síntomas generalmente se desarrollan lentamente y empeoran con el tiempo, hasta que son tan graves que interfieren con las tareas cotidianas.Y en la mayoría de los casos, el paciente termina siendo incapaz de reconocer a sus sé es queridos. De ahí que la Señora Cuéllar se aferre a creer que su hijo es en realidad su marido.Pero en fin, estoy aquí para trabajar. Y eso he hecho.Mañana tras mañana y día tras día.Es una suerte que la Señora se medica y duerme bastante bien por las noches.Me he encargado de acompañarla, de sacarla a su paseo diario, de cambiar de conversación cuando comienza a ponerse agresiva y de evitar a toda costa que me vea conversar con el Señor Au
Augusto:Siempre es una alegría cuando las cosas salen bien.Así que complacido y tranquilo, de que mi madre estaba en excelentes manos, me fui a Valencia.Yunior reuniría a todos los cabecillas de clan en su residencia, y esa era una reunión a la que yo no podía faltar.Hacia años desde la última vez que nos habíamos visto, y como ya no soy el muchachito enclenque y de anteojos que el se divertía mortifica do, no me reconoció.Yo a él lo reconocí enseguida.Estaba igual de tatuado y con cara de demonio de—Estamos aquí porque estamos hartos de esos cabrones rusos.- comenzó él, ofreciendo su discurso.—Es hora de que nos levantemos y unamos fuerzas. Solo así nos quitaremos de encima a esa plaga de lobos que nos atormenta.Un murmullo se apoderó de la sala. Era evidente que los líderes de clan se sentían envalentonados y coincidían con las palabras de quién los había convocado.—Yo, Lee Shien, líder del can del toro...- masculló un chino.- …largo tiempo he esperado para tomar venganza c
Mariela: Me despertó un enorme estruendo. Pasos subían y bajaban las escaleras a gran velocidad. Se escuchaban gritos por toda la mansión, sobre todo los de la Señora Cuéllar, quien evidentemente sonaba histérica. —Ya tranquilícese, Señora. – escuché a una de las sirvientas susurrar. —¡Le han disparado a mi marido! ¿Cómo quieres que me tranquilice? Eso me hizo reaccionar. Me cambié rápidamente de ropas, optando por unos jeans y un jersey y salí al pasillo. La habitación de Augusto quedaba a tres puertas de la mía, y frente a ella estaban reunidos gran parte de los sirvientes y personal de la mansión. —¿ Qué sucedió?- pregunté intranquila. —El Señor acudió a una reunión importante anoche, pero estaba su enemigo, Yunior Farías. Hubo un tiroteo y una explosión. El Señor está herido..-anuncia uno de los guardaespaldas. —¿U…una explosión? ¿ Hubo más heridos?-enfermería. —¡¿A quien carajos le importa?!.- masculló la Señora, dirigiéndome una mirada cargada de odio.- ¡ojalá y el haya
Augusto: Aunque mi herida no es tan grave, y con las curas diarias marcha bien, mi madre insiste en tratarme como a un inválido. Se niega a permitirme salir de la cama y monta tales perretas si lo hago, que he decidido estarme tranquilo. Por otro lado está ella. La enfermera… Desde que la contraté me siento raro. Ella no es lo que uno llamaría una belleza despampanante, pero creo que tiene curvas en todos los lugares correctos. Y aunque no usa perfume, siempre huele bien. No sé, su esencia es como algo que me recuerda a la calidez de una madre. Y no me refiero a que huela como Yudith, no. Es…difícil de explicar. Y a la vez exasperante. Porque últimamente a una parte importante de mi anatomía le ha dado por reaccionar violentamente cuando tengo a Mariela cerca. Mariela: —¿Sucede algo, Señor?- le pregunto, porque está mirándome con una expresión muy extraña en su rostro. —¿Eres rubia natural o te tiñes?- me interrogó, y yo arrugué el entrecejo. —No comprendo. ¿Qué tiene eso
Augusto: Su respiración es entrecortada y su pecho sube y baja a una gran velocidad, poniendo sus redondas y exquisitas tetas en mi cara. Todo su cuerpo está rígido debajo de mí, y yo…creía que me gustaban las mujeres pequeñas de estatura justo hasta este momento. —Suélteme, por favor. Déjeme. Usted no quiere hacer esto.- patalea, intentando zafarse de mi agarre. —Ay, pero te equivocas conejita. Claro que sí deseo hacer esto.- susurro burlonamente, besando su cuello. —¡Eres un bruto, un animal!- chilla. Beso su mentón, y la olisqueo notando como su piel se pone de gallina. Todos sus vellos de elevan en tensión. —Tú también quieres, conejita. Sé que me tienes ganas. —No.¡Estás equivocado, suéltame! —Sientes curiosidad por mí. —No.- lloriquea. —Y yo también, siento curiosidad por ti. Satisfagamos nuestra curiosidad. —¡Estás loco!- protesta, forcejeando. Y cuando la repao bien, tiene el rostro inundado en lágrimas. La suelto.Y ella corre por su vida, espantada. Saliendo de la
Augusto: Por un momento ella parece contrariada, luego libera un bufido, eleva su mentón en forma desafiante y retadora. —¡Lo que haga con mi dinero no es de su invonvencia! - brama. - usted me contrató para trabajar, para que le cuide a su madre. ¡Mi vida privada a usted no le importa! Oh,estás equivocada, nena. Tu vida privada me importa, y me importa mucho. —No te lo permitiré. No permitiré que le des el sueldo que te pago al cabrón que te golpeaba después de emborracharse.- protestó. Ella palidece, y veo que le tiemblan los labios. —¡Usted no tiene ningún derecho a interferir en mi vida!- chilla. —Mientras trabajes para mí, tendré todos los derechos que se me den la gana. No soy hombre de esperar a que me den lo que creo que es correcto, por eso tomaré medidas. Me contemola ceñuda. —Voy a enviar tu dinero a una cuenta de banco, a la que tendrás acceso solo cuando acabe tu contrato. —¡Usted no puede hacer eso!- chilla, histérica. —Claro que puedo, y es más...ya lo hice.
Mariela: Mi hermana está tan feliz de que estemos viviendo juntas, que no tengo corazón para decirle que no debería estar aquí. Aprovecho que es temprano en la mañana, y salgo a buscar a mi patrón. Me lo encuentra sentado a la mesa del comedor, comiendo su desayuno como si nada. —¿Cuánto tiempo estará mi hermana aquí?- lo interrogo directamente. —Buen día, Señor Augusto. ¿Durmió bien? - parodia lo que él cree debí decirle. Ruedo los ojos. —Esto es importante. Diana está enferma y ... —Mariela, cálmense. Su hermana no está enferma. Su hermana estuvo enferma y ahora gracias a los cuidados médicos y al transplante se está recuperando. —Pero... Él me mira directamente a la cara, manteniendo una expresión seria en su rostro. —No hay nada de lo que deba preocuparse, la cocinera ya tiene sus órdenes. Sabemos que la chica necesita una dieta estricta y medicamentos en horarios fijos. El personal de la mansión se rotará por turnos para quedarse acompañando a mi madre mientras usted c