Mariela: Me despertó un enorme estruendo. Pasos subían y bajaban las escaleras a gran velocidad. Se escuchaban gritos por toda la mansión, sobre todo los de la Señora Cuéllar, quien evidentemente sonaba histérica. —Ya tranquilícese, Señora. – escuché a una de las sirvientas susurrar. —¡Le han disparado a mi marido! ¿Cómo quieres que me tranquilice? Eso me hizo reaccionar. Me cambié rápidamente de ropas, optando por unos jeans y un jersey y salí al pasillo. La habitación de Augusto quedaba a tres puertas de la mía, y frente a ella estaban reunidos gran parte de los sirvientes y personal de la mansión. —¿ Qué sucedió?- pregunté intranquila. —El Señor acudió a una reunión importante anoche, pero estaba su enemigo, Yunior Farías. Hubo un tiroteo y una explosión. El Señor está herido..-anuncia uno de los guardaespaldas. —¿U…una explosión? ¿ Hubo más heridos?-enfermería. —¡¿A quien carajos le importa?!.- masculló la Señora, dirigiéndome una mirada cargada de odio.- ¡ojalá y el haya
Augusto: Aunque mi herida no es tan grave, y con las curas diarias marcha bien, mi madre insiste en tratarme como a un inválido. Se niega a permitirme salir de la cama y monta tales perretas si lo hago, que he decidido estarme tranquilo. Por otro lado está ella. La enfermera… Desde que la contraté me siento raro. Ella no es lo que uno llamaría una belleza despampanante, pero creo que tiene curvas en todos los lugares correctos. Y aunque no usa perfume, siempre huele bien. No sé, su esencia es como algo que me recuerda a la calidez de una madre. Y no me refiero a que huela como Yudith, no. Es…difícil de explicar. Y a la vez exasperante. Porque últimamente a una parte importante de mi anatomía le ha dado por reaccionar violentamente cuando tengo a Mariela cerca. Mariela: —¿Sucede algo, Señor?- le pregunto, porque está mirándome con una expresión muy extraña en su rostro. —¿Eres rubia natural o te tiñes?- me interrogó, y yo arrugué el entrecejo. —No comprendo. ¿Qué tiene eso
Augusto: Su respiración es entrecortada y su pecho sube y baja a una gran velocidad, poniendo sus redondas y exquisitas tetas en mi cara. Todo su cuerpo está rígido debajo de mí, y yo…creía que me gustaban las mujeres pequeñas de estatura justo hasta este momento. —Suélteme, por favor. Déjeme. Usted no quiere hacer esto.- patalea, intentando zafarse de mi agarre. —Ay, pero te equivocas conejita. Claro que sí deseo hacer esto.- susurro burlonamente, besando su cuello. —¡Eres un bruto, un animal!- chilla. Beso su mentón, y la olisqueo notando como su piel se pone de gallina. Todos sus vellos de elevan en tensión. —Tú también quieres, conejita. Sé que me tienes ganas. —No.¡Estás equivocado, suéltame! —Sientes curiosidad por mí. —No.- lloriquea. —Y yo también, siento curiosidad por ti. Satisfagamos nuestra curiosidad. —¡Estás loco!- protesta, forcejeando. Y cuando la repao bien, tiene el rostro inundado en lágrimas. La suelto.Y ella corre por su vida, espantada. Saliendo de la
Augusto: Por un momento ella parece contrariada, luego libera un bufido, eleva su mentón en forma desafiante y retadora. —¡Lo que haga con mi dinero no es de su invonvencia! - brama. - usted me contrató para trabajar, para que le cuide a su madre. ¡Mi vida privada a usted no le importa! Oh,estás equivocada, nena. Tu vida privada me importa, y me importa mucho. —No te lo permitiré. No permitiré que le des el sueldo que te pago al cabrón que te golpeaba después de emborracharse.- protestó. Ella palidece, y veo que le tiemblan los labios. —¡Usted no tiene ningún derecho a interferir en mi vida!- chilla. —Mientras trabajes para mí, tendré todos los derechos que se me den la gana. No soy hombre de esperar a que me den lo que creo que es correcto, por eso tomaré medidas. Me contemola ceñuda. —Voy a enviar tu dinero a una cuenta de banco, a la que tendrás acceso solo cuando acabe tu contrato. —¡Usted no puede hacer eso!- chilla, histérica. —Claro que puedo, y es más...ya lo hice.
Mariela: Mi hermana está tan feliz de que estemos viviendo juntas, que no tengo corazón para decirle que no debería estar aquí. Aprovecho que es temprano en la mañana, y salgo a buscar a mi patrón. Me lo encuentra sentado a la mesa del comedor, comiendo su desayuno como si nada. —¿Cuánto tiempo estará mi hermana aquí?- lo interrogo directamente. —Buen día, Señor Augusto. ¿Durmió bien? - parodia lo que él cree debí decirle. Ruedo los ojos. —Esto es importante. Diana está enferma y ... —Mariela, cálmense. Su hermana no está enferma. Su hermana estuvo enferma y ahora gracias a los cuidados médicos y al transplante se está recuperando. —Pero... Él me mira directamente a la cara, manteniendo una expresión seria en su rostro. —No hay nada de lo que deba preocuparse, la cocinera ya tiene sus órdenes. Sabemos que la chica necesita una dieta estricta y medicamentos en horarios fijos. El personal de la mansión se rotará por turnos para quedarse acompañando a mi madre mientras usted c
Augusto:—No es cierto. Por favor, ¡dinos que no es cierto!- llora Yudith desconsoladamente.Y no quisiera tener que hacer esto, realmente no.Ella fue...es, la única madre que he conocido. La única madre que tuve.Pero estoy aquí para romper todos los lazos, tanto con ella, como con los Farías.Ahora son los enemigos.—Siento decepcionarle, Señora. Pero es cierto. Fui quien bombardeó el nido de ratas dónde se reunía su hijo con otros cabecillas de la mafia.—¿Por que hiciste algo así?- susurra ella.—Oh, ¡pues por órdenes de los rusos!- brama Yunior.—¡Eso es mentira!- masculla Xavier. - Viktor Ivanov es mi aliado, jamás me traicionaron de esa manera.—Estas equivocado, padre. El ruso no es tu aliado, es tu amo y tú solo eres uno más de sus lamebotas.—¡Ya es suficientemente!- ladra el abogado, impaciente. - estoy aquí para resolver este problema legal, no para verme inmicuido en sus rimas familiares. ¿Señor Farías, que responde usted a las exigencias del Señor Cuéllar?Mariela:— Deb
Augusto:Yunior me mira, por encima del hombro de su madre, y bufa. Baja su arma con lentitud, y ella se la quita de las manos, con un movimiento rápido.—Esta vez te dejaré escapar Cuéllar, porque mi madre se interpone entre tú y yo. Pero cuando volvamos a encontrarnos, uno de nosotros morirá.- masculla.—Eso espero.- riposto, guardandome mi arma.Yencaminandome de nuevo hacia la salida.—¡Augusto, hijo! ¡Espera, Augusto!Ya casi llegaba a mi limo, cuando la escuché llamarme. Venía corriendo, bajando las escaleras con el rostro enrojecido por el esfuerzo y el apuro de querer alcanzarme.—Por favor...por favor...¡vete!- me implora.- regresa a Estados Unidos. Tú tenías una buena vida allá. No hagas esto, hijo. No enfrentes a tu hermano. Te lo imploro.—Lo siento mucho, Señora Farías. Pero ya ve que no tengo otra opción. No soy yo quien busca enfrentarlos, son su marido y su hijo los que interpones en mi camino.—¿Señora Farías?- chilla. - ¡esa no es forma de hablarle a tu madre, August
Mariela:—¿En serio? ¿Él te dijo eso?- susurra Diana, emocionada.- ¡ Le gustas, Mari!—No te hagas falsas iluciones, esto no es prueba de que le gusto. Un hombre como él debe estar acostumbrado a salir con modelos, y actices...yo sería solo una diversión.—¿Y qué?- chilla Diana.- ¿quien dice que si tienen una aventura, no la gozarás tú también?—¡Diana!- protesto.— ¿Qué?No me lo puedo creer. ¡Mi hermanita adolecente está intentando convencerme de tener una "aventura" con mi jefe!—No seas tonta, Mari. Si él está interesado...—No. Vine aquí a trabajar, no a comportarme como una puta barata.Diana rueda sus ojos.—Entonces, sé una puta cara, hermana.Augusto:Dentro de mí despacho, checo la información que me han enviado. Yudith no mintió.Sí fue realmente ella quien asesinó a mi padre.Me sirvo un trago de whisky.Realmente Alonso Farías no era ningún santo. Desde el principio fue evidente su rivalidad con Xavier.Rivalidad que los llevó a la guerra entre pandillas y a involucrar