El ojo por ojo y diente por diente, también aplica con él. —Este es algún tipo de venganza personal contra mi persona—reclama el ogro ruso al leer el contrato que le extendimos. —Es eso o nada—replico en mi defensa—no se siente bien cuando eres tu el que debe cumplir con ciertos requisitos ¿verdad? —Repito, venganza en mi contra. —Y lo tienes bien merecido —No lo niegas, estos años te han hecho más… —Descara, inteligente, con carácter —No dije nada de eso, siempre lo fuiste solo que eras un ave enjaulada. Lo miro con molestia—¿Ya firmaste? —Debería leerlo bien, pero confío en ti. Siendo sincero no se la razón por la cual me haces esto, ya eres una mujer libre Margoth. —Siempre lo he sido, sin embargo, lo que no me dejaba serlo, fue haberme topado con hombres que no me lo permitieron, unos déspotas. Ahora si me permites, necesito el contrato de compra que hiciste con mi padre. —No tengo razones para dártelos. —¿No? ¿seguro? —tomo los documentos que me ha entregado con su fir
Limpio la mesa que hace pocos minutos han desocupado unos clientes, el bar-café por las noches en fines de semana se llena un poco a eso de las nueve.He recibido muchas propinas esta semana, cada una va a parar a la cajita de ahorros que tengo bien escondida debajo de un ladrillo en la habitación de la casa.Estoy segura que con eso, ya puedo pagar el primer mes de renta para un piso de dos habitaciones y un baño. No es muy espaciosa, mas, estaremos tranquilas.—Margoth— me llama el jefe detrás de la barra— Café negro bien cargado para mesa cuatro y una cerveza—coloca el pedido sobre la bandeja, enseguida la tomo y me dirijo hacía donde están esperando dos hombres.—Buenas noches—saludo cortes y les sirvo su pedido y antes dar la vuelta para irme me llaman—Margoth, ¿cierto? —pregunta uno de los tipos, asiento con la cabeza—tu padre es Cornelio Richmond—doy dos pasos hacia atrás tímida—somos amigos suyos—sonríe con suficiencia al ver mi reacción.—Con permiso—respondo con sonrisa ner
Muy pocos días de mi vida han sido tan funestos como el de ayer. Comencé a ganar dinero desde los trece años, ayudando a los vecinos, y ese poco dinero ganado siempre me lo rebató el hombre que ayudo a mi procreación.No me di cuenta de la hora en la que por fin me quedé dormida, ya madre no esta conmigo, siento el cuerpo adolorido, tengo raspones por la caída gracias a los tipos que mandaron a amenazar a padre, de la conmoción, no me fijé siquiera en los daños a mi cuerpo.Aun llevo las manos sucias, me sorprendo al ver el reflejo en el espejo del baño, es como si me hubiera despertado de alguna noche de juerga, llena de anfetaminas y licor barato, cuando no se no lo que es despertarse con resaca.Cierro los ojos y las lagrimas no tardan en caer, cubro mi rostro con las manos, sollozando en lo bajo, preguntándome ¿Qué voy a hacer ahora?— Margot—escucho la voz de mi madre detrás de la puerta del baño—Hija ¿estás bien? —interroga con voz inquieta, mientras yo sigo llorando viendo con
¿Como se le llama a esa sensación de anticipación? Tengo esos pensamientos que creemos que van a pasar y que esperamos que vayan a ir mal. Eso es exactamente lo que siento, he roto dos tazas, quemando a un cliente con café y estropeado mi uniforme.Mi jefe no ha tenido más remedio que adelantar la hora de descanso. Así que, debido a eso limpio el uniforme manchado sin ningún buen resultado.Paso las manos por el delantal para secarla del sudor por los nervioso que tengo de hablar con el ruso.Me paro frente a la mesa, y me mira esperando que diga algo—Estoy en mi hora libre, podemos hablar—vea hacia aun lado para evitar su miradaMe siento frente a el y no se que esperar. Después de tantos años llega y no creo que sean buenas noticias.Sus ojos, se detiene en mis manos, con chimones, frunce el señor y su rostro se torna serio—¿Qué te ha sucedido? —intenta tomar mis manos, aparto de inmediato antes de que apenas las toque—responde Margot—Una caída, ahora dígame que quiere decirme, n
Como era de esperase, no pegué el ojo en toda la noche. Di vueltas por la habitación, me quedé sentada en la ventana y luego me acosté para seguir viendo el techo sin poder entender todo lo que me está pasando.Me pregunto por qué Dios se empeña en ponerme en situaciones difíciles, cada día todo se me complica, no recuerdo un solo día de mi vida que sea lindo, que sea feliz, sin tanto caos.Pasaron miles de cosas por mi mente de lo que me podría pasar. Desde ser su sirvienta hasta que mis fuerzas me abandonen, hasta incluso una esclava sexualLas nauseas se apoderan de mi al pensarlo, no he tenido siquiera un novio, desde que recuerdo he trabajado y no sé qué es divertirse.Me levanto para ducharme, después de estar casi una hora en el baño, salgo para ponerme unos jeans y una camisa con mariposas. Esta ha sido un regalo de Trudie, dice que deseara que yo desplegara mis alas y volara hacia la felicidad.Y yo también deseo eso, que, al cerrar y abrir los ojos, todo esto no existieran.
No sé qué expresión tengo en el rostro, de regreso, todos los que trabajan en ese piso, me miran pasar con asombro.Al bajar en el ascensor hasta el estacionamiento, el chofer me espera para guiarme hacia el vehículoEn mi mente pasa el deseo de salir corriendo, mas, me detengo porque no tengo hacia donde ir. No conozco a nadie en esta enorme ciudadAsí que, cabizbaja, subo al coche, no pregunto donde me llevará, me dejo llevar por que al fin de cuentas y según lo que parece, ya no soy libre.La era moderna en la que las mujeres tienen voz y voto, es un asco totalY ¿si voy con las autoridades? —susurro—No creo que sea buena idea niña—responde el chofer, no me había percatado de que estaba pendiente, me remuevo incomoda evitando mirarle. Veo el folder amarillo donde están metidos los documentos de mi sentencia y suspiro cansada. —El señor quiere hablar con usted—me indica—por favor toque el botón rojo frente a usted—lo hago y una pequeña pantalla se enciende, y el rostro del ruso pre
GregoriCuando me enteré de que Vanessa, la empelada que se debe hacerse cargo de Margoth, no le ofreció siquiera de comer me enfierecí, me llamaron para informarme de su desmayo, enfurecí. Le di instrucciones precisas de todo, ¿qué más quería? ¿Qué se lo dibujara? Voy a reprenderla fuertemente, aunque a ella le importa muy poco. Vanessa, es una mujer de confianza, a pesar de ser tan joven es servicial y, sobre todo, leal. Tiene veinticinco años, y su madre fue empleada de mi familia, cuando heredé la mansión, ella ya venía incluida, pero pronto saldrá de ahí, está por graduarse y trabajará en una de las sucursales que tenemos en Londres. Desde que mi padre me comentó la situación de Margoth y lo que se le pidió hacer con ella, tengo la cabeza revuelta. ¡Solo a él se le ocurriría tal cosa!, ¡un contrato!, ¡un contrato de compromiso de pago! Por supuesto que Cornelio, estaría de acuerdo, encantado de recibir el dinero para seguir con su maldito vicio. No es que me agradara la idea
GregoriMe despierto por unos gritos, poco a poco abro los ojos sintiendo que no he descansado nada en toda la noche, teniendo sueños extraños.Al fin abro los ojos desperezándome,¡vaya que necesito más horas de descanso!.Sin lugar a dudas la voz de esos gritos es de Margoth, quien está al otro extremo de la cama notablemente espantada. Viéndome como si hubiese cometido un homicidio.—¿Qué demonios haces en mi cama? —cierro los ojos y doy un bostezo, estirando los músculos, he de señalar que duermo en bóxer, sin nada más encima.Ahora veo la razón por la cual me mira con espanto, estoy muy seguro que nunca en su vida, ha visto un hombre desnudo.—Yo, yo, es usted quien está en la cama de la habitación que me han dado—responde con la voz temblorosa.Veo alrededor, asegurándome de que efectivamente, estoy en su habitación. ¡maldición!Me levanto como un bólido y me cubro con una almohada, cuando la puerta se abre…—Buenos días Mar.. —Vanessa, deja la oración a medio dar, me mira con so