Berlín, AlemaniaEmiliaDespierto de golpe, sintiendo el frío vacío en la cama detrás de mí. Mi mano tantea las sábanas, pero solo encuentra un espacio helado. Viktor no está.Mi corazón se acelera por un instante, pero luego miro la hora que es. Claro, ya debe haberse ido a trabajar. Exhalo despacio, intentando que esa simple lógica calme mis nervios. Aun así, no puedo evitar sentirme inquieta, como si algo dentro de mí se hubiera quedado suspendido en el aire.Me obligo a no pensar. Me levanto, camino hacia el baño y dejo que la rutina tome el control. Me ducho en automático, dejando que el agua caliente corra por mi cuerpo mientras mi mente se evade en un limbo gris, sin emociones ni pensamientos claros. No quiero analizar lo que siento, ni revivir lo que ocurrió anoche. Mejor no pensar.Después de vestirme, bajo las escaleras en silencio, sintiendo el eco de mis pasos en la enorme mansión. El aroma a café y pan tostado me guía directo a la cocina. Allí está Gerda, moviéndose con l
Berlín, AlemaniaViktorEl día ha sido una pesadilla. Reuniones interminables, proveedores intentando sacar ventaja, empleados que no saben hacer su trabajo. Y, por si fuera poco, mi cabeza no dejó de girar en torno a Emilia.Más de una vez metí la mano en el bolsillo, buscando el teléfono que no llevaba conmigo. Aunque lo hubiera tenido, ¿de qué me habría servido? Emilia no tiene celular y llamar a la casa habría sido raro, especialmente si alguien más contestaba.¿Está bien?Esa pregunta martilleó mi mente durante todo el día. No sé por qué diablos me inquieta tanto. Ella ha estado bien sin mí durante años, ¿por qué ahora siento esta necesidad casi desesperada de asegurarme de que está a salvo?Cuando por fin llego a la mansión, ya es tarde. Las luces del primer piso están apagadas, excepto por una pequeña lámpara que ilumina el pasillo cerca de la habitación de Helena. Decido pasar por allí antes de subir a mi cuarto.Me detengo frente a su puerta y golpeo dos veces.—¿Quién es? —p
Berlín, AlemaniaEmiliaMe despierto poco a poco, como si flotara en un limbo entre el sueño y la vigilia. El calor me envuelve, es cálido y reconfortante, como si estuviera arropada por una nube.Me estiro sin abrir los ojos, disfrutando de esa sensación perezosa que se siente tan bien. Mi cuerpo se arquea un poco, y un cosquilleo placentero se enciende en mi vientre. Me muevo otra vez, despacio, retorciéndome un poco más para alargar ese placer que me recorre. Un jadeo suave escapa de mis labios y es entonces cuando lo noto.El peso detrás de mí. El calor que no proviene solo de las sábanas, sino de un cuerpo firme, sólido, fuerte… Viktor.Mi mente se despierta por completo, pero mi cuerpo no reacciona de inmediato. Sigo congelada en el sitio, demasiado consciente de cómo su pecho está pegado a mi espalda y, sobre todo, de cómo sus caderas están firmemente encajadas contra las mías.¡Oh, rayos!Mi primer instinto es dejar de moverme, pero entonces siento algo que me deja sin aliento
Berlín, AlemaniaViktorEl sol entra a través de las cortinas, proyectando líneas doradas sobre las sábanas. Sé que es de día, que ya debería estar en pie y trabajando, pero sigo aquí, tumbado junto a Emilia.Ella duerme profundo, su cuerpo relajado contra el mío. Su rostro está medio oculto entre las sábanas, con sus labios entreabiertos y una expresión de paz que no había visto en ella antes. No quiero moverme, no quiero romper esta burbuja de calma que parece envolvernos.Intenté dormir después de que ella se quedó inconsciente, pero fue inútil. Mi cabeza no deja de dar vueltas, intentando comprender cómo llegué a este punto.No estaba en mis planes que Emilia se convirtiera en… esto. En alguien que me importa.No puedo señalar el momento exacto en que todo cambió. Quizá fue cuando la vi por primera vez en ese bar, intentando mantener la compostura mientras el miedo se reflejaba en sus ojos. O tal vez fue después, cuando la vi desmoronarse, tratando de fingir que estaba bien. O cua
Berlín, AlemaniaViktorEl silencio de mi oficina es bienvenido. Después del día agitado que tuve ayer y el maldito interrogatorio de Helena esta mañana, necesito concentrarme. Los números en la pantalla empiezan a bailar frente a mis ojos, pero logro poner todo en orden. Un par de llamadas más, revisar un par de contratos, y por fin siento que el día comienza a enderezarse.Entonces, llaman a la puerta. Es un sonido suave, casi tímido, muy distinto a la forma en que mis hombres suelen golpear.—Adelante.La puerta se abre, y mi corazón da un vuelco cuando veo a Emilia aparecer con una bandeja entre las manos.—Hola… —murmura sin mirarme.Se queda de pie en la entrada, como si dudara si entrar o no.—¿Eso es para mí? —pregunto, aliviado de que haya venido.—Sí… pensé que podrías tener hambre.Es extraño verla así: tímida, insegura, como si no supiera dónde meterse. No es que Emilia sea extrovertida, pero esta incomodidad es diferente. Tal vez se deba a lo que ocurrió esta mañana… o qu
Berlín, AlemaniaViktorPensé que podría sin ella. Después de pasar todo el día con Emilia, creí que volver a mi rutina, a mi cama vacía y a mi vida sin distracciones sería sencillo. Estaba equivocado.La noche avanza con una lentitud insoportable. Intento dormir, pero apenas cierro los ojos. Su rostro aparece en mi mente: su sonrisa tímida, la forma en que baja la mirada cuando está nerviosa, la calidez de su cuerpo cuando se acurruca contra el mío. Todo me atormenta.Giro en la cama, frustrado. Maldita sea… esto no es normal. Yo no soy así. No soy el tipo de hombre que se desvela por una mujer, que se obsesiona con una sonrisa o que se queda mirando el techo porque extraña el sonido de una respiración tranquila junto a él. Me paso una mano por el rostro, intentando calmarme. «Duerme», me digo. Solo tengo que cerrar los ojos y dormirme. Es entonces cuando escucho el leve chirrido de la puerta abriéndose. Me incorporo de inmediato, tensándome como un resorte. Mi mano se desliza bajo
Berlín, AlemaniaViktorEl maldito teléfono suena como una explosión en mis oídos. Abro los ojos de golpe, sintiendo el peso cálido de Emilia aún dormida a mi lado. El mundo parece tranquilo por un instante, pero en cuanto veo el número en la pantalla, sé que no lo es.—¿Qué pasa? —gruño al contestar.—Nos están atacando, jefe. La bodega principal… es un jodido infierno. —La voz de Henrik, uno de mis hombres de mayor confianza, suena grave y alterada.El estómago se me revuelve. —Voy en camino.Cuelgo y me levanto de la cama de un tirón. Emilia se remueve bajo las sábanas, murmurando mi nombre, pero no puedo detenerme. Me visto a toda prisa: pantalones oscuros, camiseta negra y la funda del arma bajo mi chaqueta.—Viktor… ¿qué pasa? —Su voz es suave y somnolienta.—Quédate aquí. No salgas de la mansión.Mis palabras son secas y cortantes. No puedo perder tiempo explicando. Ella abre la boca para protestar, pero ya estoy fuera de la habitación, cerrando la puerta tras de mí.Para cuand
Berlín, AlemaniaEmiliaEl primer disparo suena como un trueno dentro de la mansión. Estoy en la biblioteca, hojeando un libro sin leerlo, cuando el estruendo retumba en las paredes. Me congelo en mi asiento, sintiendo el escalofrío recorrer mi espalda. El segundo disparo es más cercano. Luego otro. Y otro más.Los gritos de los hombres de Viktor llenan el aire. Un estruendo se oye desde la entrada, y entonces los disparos se multiplican. Me pongo de pie de golpe, dejando caer el libro al suelo.Algo está mal. Muy mal.Salgo de la biblioteca con el corazón en la garganta, pero apenas pongo un pie en el pasillo, el caos me golpea en la cara. Hay un tiroteo desatado en el vestíbulo. Los hombres de Viktor están disparando desde la escalera, cubriéndose detrás de los muebles, mientras otros hombres, hombres que no reconozco, avanzan con armas largas y chalecos antibalas.Un cuerpo cae al suelo, la sangre salpicando el mármol blanco. Un grito se ahoga en mi garganta.—¡Se metieron en la ma