Antonella:
Llego el tan esperado lunes, Clarisse me acompaño a pesar que proteste porque se está tomando tantas molestias. Aunque en el fondo de verdad queria que viniera porque si es algo grave deseo tener en quien apoyarme. Hasta ahora la posibilidad de tener una grave enfermedad es muy grande, tal vez hasta alla avanzado demasiado encontrándome en la fase final.
—Buenos días chicas ¿Qué tal el domingo? Descansaron bien. – Nos pregunta.
—La pasamos tranquilo ¿Verdad Antonella? – Responde Clarisse.
—Si, las nauseas disminuyeron mucho. Ahora solo las tengo al despertar. – Le contesto.
—Eso es bueno, tienes que cuidarte mucho de ahora en adelante. – Me dice.
—Ya conoces mi diagnostico ¿Es grave? ¿Cuántos meses de vida me quedan? ¿Vas a tener que internarme? Se sincero dime que es. – Hablo.
—No es para que te asustes aunque si
Giovanni: Antonella me envió el nombre esa misma noche. Hable con mi amigo y me dijo que teníamos que estar el jueves a mas tardar a las dos de la tarde con el cuerpo para el entierro, así que quede encontrarnos a las 7 de la mañana en la casa donde vivimos. Fui antes para ir avanzando, aunque fue difícil porque tuve que llevar a Alexandra conmigo. No quiero que Laura se preocupe ni dar explicaciones así que mejor le dí el día libre. Además, no deseo que se entere de lo que hice, puedo soportar que todos me miren como un monstruo menos ella. Antonella llego a las siete en punto tal vez antes, se sorprendio al verme todo sucio cavando en el jardín junto al monitor de Alexandra, ya que la bebe se encontraba dormida en la de poner la tierra en su sitio. —Por lo visto ya casi terminaste. – Se percibía la melancolía en su voz. —Si, está envuelto en la manta.— Le señalo el lu
Giancarlo: Son las ocho de la noche, temprano para cualquiera menos para mi. Estoy aburrido, no hay nada que hacer lo único que me queda es dormir. Voy al baño me doy un vistazo en el espejo, no luzco bien, se notan las ojeras de las malas noches que paso. Por lo visto no fue buena idea traer a flote aquellos viejos recuerdos que me atormentaron de niño y si le sumamos mi futuro incierto además de no estar al lado de la mujer que quiero. Nada de eso es una buena formula para dormir, lo único que consigo es dormir por momentos en los que soy acosado por pesadillas. Me lavo la cara y voy por algo para ponerme para dormir. Odio toda esta rutina, si fuera como cuando estaba Antonella, en este momento estaríamos en casa de su madre, o en él cine viendo alguna película, salir a caminar o incluso quedarnos dormidos viendo televisión hasta jugando con su play4. Es verdad a ella le gusta eso, llevo su consola a la habitación, creo que es su vicio
Antonella: —No estoy del todo seguro. – Iba a protestar. – Pero tengo que hacerme responsable. Es también mi hijo y no pienso dejarlo desamparado. Siéntate, te prepare el desayuno espero les guste. Por desgracia el cocina muy bien y al bebe le parecen manjares convirtiendo todo lo que cocina en antojos. La mañana transcurrió tranquila, lavamos los platos juntos en si a él lo deje sentado para que seque los platos. Al terminar fue cuando el me pidió sentarme a su lado. Quería que habláramos y por más que quise hacerme la difícil el insistió en que desea sincerarse conmigo, no le encuentro el caso. —Espero que me escuches y no me interrumpas. – Me pide. —En serio no le encuentro el caso, ya te he dicho que podrás ver a nuestro hijo cuando quieras, no te pondré barreras ni quejas. No creo que seas capaz de quitármelo así que es mejor dejar todo así. – Quiero convencerlo.
Giovanni:Antonella me pego el susto de mi vida cuando se desmayó luego del entierro, no sé cómo conseguí sujetarla, por suerte Alexandra se encontraba en su coche y no en el canguro como suelo llevarla. La tuve que cargar hasta la que es la habitación del cuidador del cementerio que fue muy amable al prestárnosla.Supongo que habrá sido la impresión, tal vez el largo viaje eso más el extraño mal que la aqueja y no me dice nada. Me tiene comiéndome las uñas de la angustia, ya creo que voy hacer un hueco en el piso de lo que camino en círculos porque no despierta. Lo peor es que aquí no hay ni siquiera una posta, si la hay pero se encuentra cerrada, siendo sincero no entiendo ni porque la tienen. Si no despierta en los siguientes quince minutos tendré que llevarla al otro pueblo que es más grande donde tienen, un centro médic
Giancarlo:Otro día más atrapado en estas cuatro paredes a pesar que ahora tengo internet no sirve de mucho porque ella me bloqueo de sus redes así que lo único que me quedaría seria llamarla a su celular, pero aún sigo sin uno. Si que es un verdadero fastidio. Golpeo el teclado por la frustración que siento. A este paso recién podre buscarla e intentar arreglar todo cuando me quiten este maldito yeso porque nadie está dispuesto ayudarme.Miro la fecha en el ordenador, hoy es seis de enero. Si mal no recuerdo hoy pensaba casarme con ella. Casi todo estaba listo para la ceremonia sin embargo esta no sé concluyo. Incluso ni si quiera sé si la volveré a ver, qué tal si se va del país o se muda. Sueno pesimista y hasta paranoico, pero estar encerrado te vuelve así.Antonella como te extraño, todo este tiempo ha sid
Antonella: Es tarde, no consigo poder dormir. Estoy intranquila al igual que ansiosa. Las náuseas siguen aunque no he vomitado. No sé si es bueno, me preocupa, pero no hay con quien compartirlo sin que se angustie y desee llevarme a emergencias, eso me da más miedo. Lo peor es que no dejo de pensar en cómo serían las cosas si estuviera Giancarlo aquí, si el supiera del bebé. Aún recuerdo sus palabras diciendo que no tenga miedo porque él estaría ahí. —Te extraño mucho Giancarlo. – Digo a la nada Ding, dong. – Suena el timbre ¿Quién será a estas horas? —Hablo desde el recibidor. — ¿Quién es? —Hola Antonella, soy Giovanni pasaba por aquí y te traje unas cosas que puedas necesitar. – Ese Giovanni, seguro piensa que estoy en las últimas. —No te hubieras molestado. – Le contesto. —No lo es, déjame subir para dejártelas. – Pide.
Supuse que serian los vecinos del departamento del frente, nuestras cocinas están una frente otra. La pareja de ancianos son muy ambles y tal vez les pueda pedir un poquito, creo que esto se convirtió en antojo. Quiero, quiero, quiero se repite en mi mente. Pero al llegar a la cocina no espere ver eso, un Giancarlo parado con sus muletas sirviendo una cena para dos. —Deberías estar descansando, no cocinando. – Lo regaño, se supone que debe cuidar su pierna sino va terminar cojo. Se supone que mi hijito o hijita va querer ver a su padre sano. —Supuse que despertarían con hambre y les cocine. – Sonríe, quiere disminuir mi enojo. —Siéntate y pon tu pie aquí. – Jalo una silla con un cojín. – No quiero que el padre de mi bebe termine cojo. —Vez, te dije que es mío. – Se abalanza y me abraza. —Contrólate, nos quitas el aire. – Le digo. —Disculpa. – Se a
Giancarlo: La noche fue muy larga, ella acepto dormir en la cama, eso decía Antonella. Pero con el cuento que volvía en un rato por no tener sueño cuando la fui a buscar estaba sentada en el sofá tapada con unas cobijas y su pijama de Hello Kitty puesta junto un cesto de canchita jugando video juegos. —Vas a pasarte ahí toda la noche. – La interrumpo. —Giancarlo. – Pone pausa. – Debes descansar, mañana Adam pasara por ti. —Tu tienes que descansar no estar de ludópata. – Le digo. —No puedo dormir, así que mejor me quedo aquí jugando – No se atreve a mirarme. —Tan desagradable te resulto. – Valla por lo visto las cosas están peor de lo que esperaba. – Voy a un hotel, regresare en la mañana. – Voy por mi chaqueta y la bolsa con mis medicamentos. Una mano me detiene: No tienes que hacerlo… Descansa que yo iré luego. &nbs