Giovanni:
Antonella me pego el susto de mi vida cuando se desmayó luego del entierro, no sé cómo conseguí sujetarla, por suerte Alexandra se encontraba en su coche y no en el canguro como suelo llevarla. La tuve que cargar hasta la que es la habitación del cuidador del cementerio que fue muy amable al prestárnosla.
Supongo que habrá sido la impresión, tal vez el largo viaje eso más el extraño mal que la aqueja y no me dice nada. Me tiene comiéndome las uñas de la angustia, ya creo que voy hacer un hueco en el piso de lo que camino en círculos porque no despierta. Lo peor es que aquí no hay ni siquiera una posta, si la hay pero se encuentra cerrada, siendo sincero no entiendo ni porque la tienen. Si no despierta en los siguientes quince minutos tendré que llevarla al otro pueblo que es más grande donde tienen, un centro médic
Giancarlo:Otro día más atrapado en estas cuatro paredes a pesar que ahora tengo internet no sirve de mucho porque ella me bloqueo de sus redes así que lo único que me quedaría seria llamarla a su celular, pero aún sigo sin uno. Si que es un verdadero fastidio. Golpeo el teclado por la frustración que siento. A este paso recién podre buscarla e intentar arreglar todo cuando me quiten este maldito yeso porque nadie está dispuesto ayudarme.Miro la fecha en el ordenador, hoy es seis de enero. Si mal no recuerdo hoy pensaba casarme con ella. Casi todo estaba listo para la ceremonia sin embargo esta no sé concluyo. Incluso ni si quiera sé si la volveré a ver, qué tal si se va del país o se muda. Sueno pesimista y hasta paranoico, pero estar encerrado te vuelve así.Antonella como te extraño, todo este tiempo ha sid
Antonella: Es tarde, no consigo poder dormir. Estoy intranquila al igual que ansiosa. Las náuseas siguen aunque no he vomitado. No sé si es bueno, me preocupa, pero no hay con quien compartirlo sin que se angustie y desee llevarme a emergencias, eso me da más miedo. Lo peor es que no dejo de pensar en cómo serían las cosas si estuviera Giancarlo aquí, si el supiera del bebé. Aún recuerdo sus palabras diciendo que no tenga miedo porque él estaría ahí. —Te extraño mucho Giancarlo. – Digo a la nada Ding, dong. – Suena el timbre ¿Quién será a estas horas? —Hablo desde el recibidor. — ¿Quién es? —Hola Antonella, soy Giovanni pasaba por aquí y te traje unas cosas que puedas necesitar. – Ese Giovanni, seguro piensa que estoy en las últimas. —No te hubieras molestado. – Le contesto. —No lo es, déjame subir para dejártelas. – Pide.
Supuse que serian los vecinos del departamento del frente, nuestras cocinas están una frente otra. La pareja de ancianos son muy ambles y tal vez les pueda pedir un poquito, creo que esto se convirtió en antojo. Quiero, quiero, quiero se repite en mi mente. Pero al llegar a la cocina no espere ver eso, un Giancarlo parado con sus muletas sirviendo una cena para dos. —Deberías estar descansando, no cocinando. – Lo regaño, se supone que debe cuidar su pierna sino va terminar cojo. Se supone que mi hijito o hijita va querer ver a su padre sano. —Supuse que despertarían con hambre y les cocine. – Sonríe, quiere disminuir mi enojo. —Siéntate y pon tu pie aquí. – Jalo una silla con un cojín. – No quiero que el padre de mi bebe termine cojo. —Vez, te dije que es mío. – Se abalanza y me abraza. —Contrólate, nos quitas el aire. – Le digo. —Disculpa. – Se a
Giancarlo: La noche fue muy larga, ella acepto dormir en la cama, eso decía Antonella. Pero con el cuento que volvía en un rato por no tener sueño cuando la fui a buscar estaba sentada en el sofá tapada con unas cobijas y su pijama de Hello Kitty puesta junto un cesto de canchita jugando video juegos. —Vas a pasarte ahí toda la noche. – La interrumpo. —Giancarlo. – Pone pausa. – Debes descansar, mañana Adam pasara por ti. —Tu tienes que descansar no estar de ludópata. – Le digo. —No puedo dormir, así que mejor me quedo aquí jugando – No se atreve a mirarme. —Tan desagradable te resulto. – Valla por lo visto las cosas están peor de lo que esperaba. – Voy a un hotel, regresare en la mañana. – Voy por mi chaqueta y la bolsa con mis medicamentos. Una mano me detiene: No tienes que hacerlo… Descansa que yo iré luego. &nbs
Bladley: No espere la visita de Giancarlo a estás horas y en especial sabiendo que esta con la pierna rota. De todas formas lo recibí, debe ser algo importante aunque no me imagino que. Por lo que sé Antonella y él se llevan mejor, al menos ya esta enterado del embarazo sin embargo no han regresado. Si viene a pedirme consejos es por gusto porque para esas cosas con mujeres como Antonella o mi Clarissita no soy muy bueno. —¿Qué te trae por aquí mi viejo amigo? – Lo saludo. —Necesito preparar mi testamento. – Su respuesta me deja frío. —¿Tu testamento? Hombre ni que estuvieras tan viejo casi somos de la misma edad además en unos meses vas a ser padre y bueno si eres paciente regresaras con Antonella. – No me esperaba que viniera hacer eso. —No bromeo y si te pido esto es por ellos tres, mis hijos y Antonella. – Si que esta preocupado, no entiendo la razón.
Antonella: La boda fue sencilla, fuimos a los juzgados con parte de mi familia y vino Adam junto a su familia, no puedo olvidar a Clarisse y Bradley que se ofrecieron a ser los padrinos y testigos. Giovanni no asistió para evitar incomodidades, aunque llamo para felicitarnos. Todo resulto bien ese día, aunque los nervios no faltaron. Tal vez no estamos del todo reconciliados siempre queda ese sin sabor sobre los sentimientos de Giancarlo sin embargo estar sin él es una tortura. Nos tomaron varias fotos en el juzgado tanto por un fotógrafo de ahí, más Adam y mi familia. Lo único que falto fueron las selfies pero no lo hicimos teníamos que ser serios. El resto del día estuvo tranquilo, se decidió ir almorzar a un bonito restaurante por la playa que contara con juegos para que los niños se diviertan. Lo que tuve que soportar durante la tarde fueron los comentarios ácidos de mi hermana, por lo visto nuestra sencilla bo
—Giovanni. – Sospechaba que se sentía culpable pero no estaba segura. —Me daba asco y para intentar olvidar volvía al causante de mis explosiones; el alcohol; para coronar te fui infiel con Alexandra, ella me decía que me aceptaba tal cual era, que no cambiara. Yo caí, Pero el remordimiento no me dejaba tranquilo e intente cambiar sin embargo al final volví con Alexandra y acabe con lo único bueno que tenía… Tengo miedo de hacer lo mismo con Laura. – Me cuenta. —Cuando empecé con Giancarlo tuve mucho miedo, aún lo tengo aunque a menor escala. – Le confieso. —¿De qué? Él se ve un buen sujeto. Hasta ahora van bien. – Me dice. —Al principio no lo conocía, temía equivocarme de nuevo, de que me golpeara o engañara. Luego al descubrir mi embarazo no me sentía capaz de protegerlos. Hasta ahora sigo teniéndolo. Si los perdiera esta vez, me muero, no lo soportaría. – De pensarlo se aguan mis ojos.
Giancarlo:Despierto y lo primero que busco con la mirada es a Antonella o a Adam.—Hasta que por fin despiertas. – Escucho una voz indeseable.—¿Qué haces aquí?— Mi tono es molesto.—No deberías alterarte luego de una operación, es riesgoso. – Por desgracia tiene razón.—¿Qué quieres? Hasta donde recuerdo usted y yo no tenemos ningún parentesco. – Le contesto.—Negar lo innegable. Mírate, eres igual a mi. – Me dice.Me rio: Yo no le quite su herencia a nadie, ni abandone a una mujer embarazada y menos a mi hijo. Tampoco soy un golpeador.—El enojo se ve en su rostro.—Son situaciones que ameritaron dichas acciones. – Se justifica.—No me interesa