Capítulo 40

Salía de mi trabajo cuando recibí una llamada de Amelia. Con este embarazo lo único que quiere hacer es comer y seguir comiendo. No me molesta cocinar para ella y mi sobrino, pero en los últimos días le he tomado asco al olor que desprenden las comidas. Cada que cocino, debo tomar aire varias veces para no vomitar.

En vista de mi falta de motivación hoy en la oficina y ese cansancio que no me permite dar un paso sin sentir dolor, mi jefe me envió a hacerme un chequeo médico. Además, estuve a poco de golpearme la cabeza ante el desmayo que sufrí. Por suerte el chupasangre de mi jefe estaba cerca y me tomó entre sus brazos antes del golpe.

—Muero de hambre y ya acabé con lo que cocinaste para mí ayer — se quejó.

—¿Dios mío, cuántos niños tienes por dentro?

—Supongo que uno.

—Pero come más que la plata al veinte — murmuré—. Hoy no podré cocinar para ti y mi sobrino, bebé.

—¿Por qué? No me digas que te vas de viaje de nuevo.

—No, ahora mismo estoy saliendo a la clínica del centro.

—¿Por q
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