Capítulo 43

Desperté desorientado, perdido y sin saber muy bien en qué lugar me encontraba. Ante mis ojos se desplegaba una habitación muy blanca y fría. Lo único que cortaba el silencio eran algunos ruidos que no logré identificar del todo. Me sentía ligero, como si nada me doliera, pero con un vacío por dentro que no podía describir con exactitud.

—Despertaste — esa voz suave e inconfundible era la de mi madre, tenía sus ojitos grises rojos y llenos de lágrimas aún así, me dedicó una linda sonrisa—. ¿Cómo te sientes, cariño?

Traté de conectar mis recuerdos, pero nada venía a mi mente. Todo estaba muy difuso y revuelto en mi cabeza.

—¿Qué me pasó? ¿Dónde estoy?

Incluso mi voz salió extraña, como perezosa y cansada.

—Estamos en la clínica. Has dormido por dos días enteros.

¿Cómo es posible que haya dormido durante dos días completos? ¿Qué estoy haciendo aquí?

—¿Y Emma dónde está? — levanté la cabeza, sintiendo poca fuerza en el cuerpo.

—No puedes levantarte, mi amor — varias lágrimas salieron de
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