Capítulo 22

—Será mejor que nos calmemos, bizcocho — mordí mis labios al sentir su boca lejos de la mía—. Te espero abajo mientras te arreglas.

Se quedó mirándome por un momento, esperando a que le respondiera todas esas palabras tan bonitas que dijo, pero sencillamente las palabras no salieron de mi boca. Es tanta la dicha, la emoción, la traga y lo atontada que me dejó, que no encuentro qué decirle.

—¿A qué hora es la boda?

Saqué mi celular de entremedio de mis senos para mirar la hora en este. La picardía en su mirar no me pasó desapercibida, aunque solo se relamió los labios y sonrió ladeado.

—En treinta minutos — desvié la mirada tan pronto lo vi desabrochando su pantalón—. ¿Qué crees que haces?

—Voy a tomar una ducha, desde luego.

—Al menos espera que me vaya. ¿Cómo se te ocurre desnudarte frente a mí?

Contemplé a detalle cada uno de sus músculos, de la anchura de sus brazos y hombros y ese definido camino que va más allá de su ombligo y se alcanza a ver una montaña de lo que quiero creer q
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