Capítulo 27

Desperté entre la calidez y el dulce aroma de un perfume que está regado en todo mi ser y me tiene delirando. Al abrir los ojos y acostumbrarme a la luz, sonreí al ver a Emma viéndome fijamente aún estando a mi lado. Me acerqué más a ella, quedando nuestros rostros a tan solo centímetros. Podía fácilmente hasta robar sus labios, pero no podía dejar de mirar sus ojos brillosos y hermosos.

—Hola, dulzura mía.

—Hola, bizcocho mío — sonrió ladeado—. Me quedé dormida cuando te fuiste.

—Sí me di cuenta — la acerqué más a mí por la cintura— ¿Cuánto hemos dormido?

—No lo sé — rozó nuestros labios—. No he podido ni ir al baño por tu culpa.

—¿Y por qué es mi culpa?

—Eres el culpable de que tenga ganas de ir y no pueda porque me tienes muy embobada viéndote dormir. Te ves más papacito cuando duermes.

No pude ocultar la emoción y la vergüenza que sus palabras me causaron.

—Bueno, tú pareces un peluche muy tierno y suavecito.

Soltó una risita, acercándose más a mí y viéndome con ojos brillantes. L
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