Capítulo 31

Subimos al barco y me quedé sorprendida por lo grande y lujoso que era. Incluso mi apartamento no es nada a comparación de todo lo que hay en el interior. Lo primero que nos recibió fue un salón grande, contaba con ventanales de piso a techo y se podía apreciar una hermosa vista de todo a nuestro alrededor. Había una mesa espaciosa y una cocina abierta con todo lo necesario para cocinar sin problema alguno. La decoración daba la impresión de estar en un restaurante de lujo. Aunque a esta hora de la noche entraba muy poca luz por los ventanales, los candelabros daban una luz tenue, pero justa para una cena tranquila y, por así llamarla, romántica.

—Los ricos y su dinero — murmuré, recorriendo el salón hasta llegar a los escalones—. ¿Arriba que hay?

—Un salón de descanso.

Subimos a la segunda planta y volví a quedar maravillada y sorprendida. Los sofás le daban la vuelta y forma al yate, se veían extremadamente suaves y cómodos. En el centro de este salón había una mesa de cristal y de
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