Henry salió de casa, no había logrado mucho con sus padres, pero estaba vivo y eso ya era mucho decir; el enojo de su madre era evidente e insistía en que debía cancelar la fiesta de compromiso. El joven magnate se sentía entre la espada y la pared, estaba en una situación difícil, muy complicada. Por un lado, estaba Nicole y por el otro sus hijos y Romina.Henry estacionó frente a un antro, en un momento de debilidad estuvo tentado a bajarse y entrar, sin embargo, lo pensó mejor. Lo último que necesitaba era ahogar sus penas en el alcohol, él tenía dos hijos a quienes darles el ejemplo, definitivamente, NO, no quería darles una mala impresión, así que, con valentía, puso el motor en marcha y se alejó de la tentación, mientras la conversación de sus padres volvía a repetirse en su cabeza.«—No pueden ser tan radicales, mamá. Ni Nicole ni yo sabíamos que estaríamos frente a esta situación —reflexionó.—Ninguno de los dos tenían idea de la existencia de los niños, tú lo has dicho. Ahora
Lucas y Alexander miraron a Henry en completo silencio, el hombre los había sacado de donde estaban para reunirse, alegando que tenía algo importante que decirles, pero hasta ese momento no les había dicho ni media palabra.—Entonces, ¿vamos a esperarte toda la noche? —preguntó Alex, perdiendo la paciencia, estaba en medio de una cita con su novia y la había dejado para reunirse con Henry, así que, su humor no era el mejor en ese momento.—Dale tiempo, Alex, no seas tan duro —lo defendió Luca como siempre.Alexander lo miró con una mirada matadora, golpeó la madera con sus dedos y esperó a que Henry decidiera hablar, para lo cual pasaron otros largos y tensos minutos.Henry dejó escapar el aire que ni siquiera sabía que retenía, bebió un trago de su vaso, el líquido ambarino le quemó la garganta y solo entonces pareció reaccionar.—Quieren conocerme —dijo.—¿Quiénes? —preguntó Lucas, frenando lo que Alexander iba a decirle.—Mis hijos, Holly y Bastian quieren conocerme —susurró con vo
Un relámpago de furia atravesó los ojos de Nicole ante las palabras de Henry, fue breve y ella supo manejarlo muy bien y esconderlo tras la carta, la cual bajó solo cuando estaba segura de que sus ojos no delatarían su molestia.Un silencio casi sepulcral se hizo en la mesa de la pareja, mientras los otros comensales conversaban, comían y ordenaban su almuerzo, ajenos a lo que ellos estaban conversando.—No puedes hablar en serio, Henry, creí que ya era un tema solucionado. No tengo ningún problema con tus hijos, menos a convivir con ellos, ¿por qué vuelves a hablar sobre nuestra fiesta de compromiso? —preguntó con voz ahogada.Nicole apretó la carta entre sus dedos para contenerse, no sabía si quería llorar, gritar o maldecir.—Lo siento, Nicole, pero ahora mismo me siento dividido entre mis hijos y tú —dijo.Nicole estiró una de sus manos y la colocó sobre el puño de Henry que se cerraba sobre la mesa con fuerza.—No te he dado a elegir, Henry, te prometí que los aceptaría en nuestr
«¿No tienes miedo de que envenene tu comida y tire tu cuerpo al mar?»Henry no pudo evitar recodar las bromas que Romina le hacía durante el breve tiempo que fueron novios. No habían sido más de tres meses en los que ella se mostró tal cual era, algo que él no supo manejar, pues los rumores del colegio decían que ella solía ser así con todo el mundo, que no era solo él quien gozaba de sus atenciones.—¿Bromeas verdad? —preguntó, para romper el tenso recuerdo.—Por supuesto que sí, pero ten cuidado, si llegas a lastimar a mis hijos, no dudes que soy muy capaz de hacerte daño —le advirtió en tono bajo, justo cuando los dos pequeños venían con el helado para su padre.—Gracias —Henry agradeció, mientras Holly dejaba la copa de helado frente a él y Bastian le entregó la servilleta de papel y la cuchara plástica.—Disfrútalo —dijeron al unísono.Henry asintió, miró a Mina antes de tomar la primera cucharada, hacía mucho tiempo que no se detenía a probar un helado y las pocas veces, había p
Romina terminó de preparar la cena, miró su reloj, estaba con suficiente tiempo para darse un baño y relajarse, mientras se cuestionaba, ¿qué era lo que estaba pensando para invitar a Henry a su casa? ¿Por qué no le propuso mejor ir a un restaurante? Sencillo, Henry Cameron era uno de los hombres más ricos, codiciados y de los pocos hombres comprometidos en la ciudad. Mina no quería que su primera aparición en público con sus hijos fuera envuelta en un revuelo de escándalos. Sí, ese era el principal motivo por el cual le había pedido que la cena fuera allí, en su casa, lejos de los reflectores y de los periodistas capaces de arruinar la vida de una persona con una sola fotografía o un equivocado titular.—¿A qué hora viene papá? —preguntó Holly, llegando a la cocina con Bastian detrás de ella.—Aún es temprano y él está en la oficina —murmuró Mina, mirando lo bonitos que sus hijos se habían vestido para la ocasión. Holly con su vestido rojo favorito y Bastian, con un pequeño traje hec
Mina miró a Henry, en ese momento deseaba golpearlo por tirar la pelota a su tejado, claro que él sabía que no podía negarse si sus hijos se lo pedían, cosa que no tardó en suceder.—¡Di que sí, mami, di que sí! —pidió Holly muy emocionada y, aunque Bastian permaneció callado, su mirada bastó para desarmar a Mina, tal como imaginó, no podía decirles que no.Henry había jugado muy bien sus cartas.—Holly…—Por favor, mami, quiero conocerlos —pidió, haciendo un lindo puchero y batiendo las pestañas como solo ella podía hacerlo.—Si Bastian quiere ir…—Me gustaría —musitó él.Mina asintió.—Entonces, el fin de semana irán con su padre a conocer a sus abuelos —dijo Mina, con un hilo de voz, pues sabía que esto solo era el principio de todo.—Iremos, mami, porque tú tienes que venir, ¿verdad, papá? —pronunció Holly sonriendo.Henry le devolvió la sonrisa y asintió.—Ven con nosotros, Mina —le pidió.—¿A qué hora te dije que no iría? ¿Acaso te olvidaste de nuestra regla de oro? —mencionó Mi
«¡Bienvenidos!»Los mellizos abrieron los ojos al escuchar el grito de las personas que los esperaban, ellos no se imaginaron que su llegada fuera tan deseada, Holly y Bastian se miraron y sonrieron.—¿Ellos son nuestra familia? —le preguntaron a Henry, había emoción en sus pequeñas voces.—Sí —respondió—, vengan, vamos a presentarlos —añadió, llevando a los dos hacia donde los abuelos, tíos y primos esperaban para conocerlos.Entre tanto, Mina se quedó a un lado, viendo como la familia Cameron recibía a sus hijos, en el fondo se alegraba, aunque sabía que no todo sería color de rosa, sobre todo, porque Nicole tarde o temprano entraría en escena y ese momento sería el más crucial, pues lo quisiera o no, Nicole sería la esposa de Henry.—Mina, ¿verdad? —preguntó Daphne al acercarse a ella.—Sí.—Soy Daphne, la hermana del bruto de Henry, ven, siéntate —dijo, provocando que Mina sonriera.Daphne la llevó hasta una de las mesas, mientras los niños seguían siendo presentados.—Él es mi he
«¡Henry!»La pareja se separó en el momento que el grito de Nicole irrumpió en el jardín, ganándose la atención de todos los presentes, en especial de los mellizos, que fruncieron el ceño al escuchar a la mujer gritarle a su padre.Entre tanto, Nicole tuvo que morderse la lengua para no despotricar ante lo que sus ojos habían presenciado, se fijó en Mina y con un gesto de desprecio giró el rostro para encontrarse con la mirada de Henry. Él caminó hacia donde ella estaba, alejándose de Mina y bajo la atenta mirada de sus hijos.—¿Qué haces aquí? —preguntó en tono bajo.—¿Qué hago acá? —repitió —. ¿Qué es lo que tú haces besando a esa mujer delante de toda tu familia? —le cuestionó con enfado —. Soy tu novia, Henry, me estás faltado al respeto con esto que haces —añadió al borde del llanto.Nicole deseaba maldecir, pero recordó las palabras de su madre, “quien se enfada, pierde” y ella no iba a perder.—No hagas una tormenta en un vaso de agua, Nicole, era un juego —explicó.—¿Un juego?