Mientras Steve conduce, Chelsea sonríe, evaluando cuan exitosa sería esta vez su cita. Ella había investigado sobre los tres pasos básicos para considerar una cita exitosa: el primero, era lograr una cita; el segundo, pasarla espectacular y fallar; y el tercero, que indicaba si había sido perfecto, el mensaje o la llamada del día siguiente. Por ahora todo iba viento en popa.
Las anteriores citas de Chelsea habían sido un fraude, todo por su manía de creer en el amor y sobre todo en las frases cliché “Nunca te vayas a la cama en tu primera cita” “Los hombres no se casan con mujeres fáciles” “Aguanta que el que te ama, te espera” frases inusuales en la realidad. Ella las había creído todas y peor aún, las habia implementado todas, eran su bandera de guerra.
Mas esa noche en realidad, ella estaba dispuesta a deslastrarse de sus prejuicios y creencias y a entregarse a lo que realmente sentía. Sexo, sexo gritaba en su cabeza cada uno de sus pensamientos.
Cuando el auto se detuvo, él bajó y dio la vuelta hacia el otro lado para abrirle la puerta. “Gracias a Dios” pensó ella. Al menos podría sujetarse de él y no caerse al salir, todo en su vista tenía movimiento, inclusive la columna de concreto situada a un lado del auto.
Steve, le ofreció su mano, ella se sujetó y logró salir del coche. Caminaron hasta el ascensor, nuevamente ella se aventuró a besarlo, y esta vez él no dudó en hacerla humedecerse aún más. Estaba en su territorio y podía darse algunas libertades. Por lo que la hizo girar dw espaldas a él, llevándola hacia la pared posterior y acariciando sus muslos fuertes y suaves, el rostro de ella estaba pegado al espejo, el cual se empañaba tras la respiración agitada de Chelsea.
Steve restregó su pelvis contra las nalgas de la chica, ella podía sentir su dureza, su pene a punto de traspasar el pantalón de lino que llevaba. Solo se detuvo cuando el ascensor se paró. La tomó de la mano y salieron, afortunadamente el lujoso apartamento de soltero de Steve estaba a un par de metros. Sacó el manojo de llave de su bolsillo y con desesperación pudo encajar la correcta. Abrió, entraron, como dos lobos hambrientos se besaron, ella podía sentir lo tibio de sus manos encendiendo cada lugar por donde pasaban, sus lenguas y labios entrelazados en una cruenta lucha por tomar el control de la situación, logró respiración agitada, ritmo cardíaco a mil y sus sexos húmedos, agitados, curiosos y deseosos por conocerse.
Steve deslizó sus labios y lengua por su cuello, fue bajando hasta su pecho, sus manos lo ayudaron a sacar del escote el par de senos que como capullos se mostraban ansiosos de sentir la humedad de su lengua. Lamió, mordió y succionó cada uno de sus pezones. Ella gimió y movió frenéticamente sus caderas como mostrándole el camino que debía seguir. Ella acarició su amplia y espalda, bajó por la curvatura y reposo sus manos en la parte baja donde inician sus dos colinas. Sus manos, las de él se aventuraron a ir hasta el interior de sus muslos, al sitio tibio y húmedo de donde emana el exquisito fluidos que parece tenerlo con la boca hecha agua. Con sus dedos hurgó entre sus pliegues, buscó su cartílago y lo frotó estaba lo suficientemente duro e hinchado, siguió con sus dedos hacia la hendidura de su sexo que como una ventosa se abría y cerraba, latente, palpitante. Comprobó su humedad y tibieza, ella estaba ardiendo como agua para chocolate, a punto de ebullición.
Aquello provocó en Steve un nivel de excitación excesivo e incontrolable. Comenzó a desvestirse rápidamente, mientras Chelsea contemplaba su perfecta anatomía. “Dios, es perfecto” pensó, él notó su curiosidad visual e hizo su mejor espectáculo como exhibicionista hasta mostrar la dureza, firmeza y grosor de su falo erecto en 3D.
Ella estuvo tentada a hacerlo, se acercó a él y lo acarició, podía sentir como sus venas parecían inyectarse aún más de fluidos, pero Steve necesitaba estar dentro de ella, le quitó el vestido para sentir su piel por completo, se agachó para quitar su pantie y sentir aquel olor directamente de su sexo almíbarado, abrió sus pliegues con sus dedos y posó su lengua con movimientos circulares. Ella dejó escapar un gemido intenso al recibir aquella caricia.
—¡Ahhhhh! —lo miró como diciéndole sin hablar, es allí; y él sonrió.
Hurgó un minuto entre sus pliegues y su hendidura, se levantó y la pegó contra la pared, sujetó uno de sus muslos dejando ver sus labios verticales hinchados y mucho más húmedos. Preparó su embestida taurina y acestó con un movimiento firme su pene dentro de la cavidad uterina de su amante desconocida, al sentir su suavidad y el fuego interno que se desprendía, sus movimientos pélvicos no se hicieron esperar, su pene encajaba de manera perfecta, ajustado, suave, aquella chica parecía tener poca actividad sexual y volcánica.
Efectivamente así lo era. Chelsea había estado tres veces con su ex, Rusbel su primer novio y único gran amor de su vida, para ella; para el chico sexy de la universidad Chelsea solo fue la apuesta que esperaba ganar como siempre. Tres meses de noviazgo y poco amor.
Para ella aquella experiencia era única e increíble. Los sonidos de sus pieles chocando, el sonido de sus sexos contenidos uno en el otro, sumado a los latidos cardíacos acelerados, la respiración entrecortada, jadeos y gemidos completaban la pieza musical perfecta para este par de amantes desconocidos. Steve la disfrutó al máximo, no quería salir de ella, pero lo estrecho de su cavidad lo enloquecía y lo obligaba a correrse en el próximo movimiento. Por lo que instintivamente sacó su falo y roció su montículo.
Chelsea entía que las piernas le temblaban, tuvo que sostenerse del pequeño buró y como pudo se sentó en el sofá. Steve en tanto fue hasta el baño para ducharse. Ella estaba ensimismada, flotando en una nube, preguntándose a sí misma si había hecho eso. Y sí, lo había hecho y lo había disfrutado al máximo.
Como pudo, tomó el vestido que descansaba sobre la alfombra y se limpió el vientre. Steve salió de la ducha envuelto en la toalla, la ayudó a ponerse de pie. Chelsea sintió la humedad de su cuerpo que le quemaba.
—Ve a ducharte, aún no hemos terminado —Susurró a su oído y un escalofrío la invadió por completo. Asintió y fue hasta la ducha.
Debajo del agua tibia, su cuerpo volvía a hervir con ganas de más de aquella exquisita experiencia. Salió del baño, se cubrió con la toalla que apenas alcanzaba para taparse a medias. El baño la había ayudado a minimizar el aturdimiento de licor que había tomado. Steve la esperaba ansioso, cuando ella lo vio, él la sujetó de la cintura, la lanzó sobre la cama, abrió sus piernas sujetando sus rodillas y se sumergió entre sus acantilados para saborear su sexo por completo, Chelsea elevaba sus caderas, provocando mayor roce de sus labios, su lengua, su nariz y su mentón. Su vagina se contrae, desea más y Steve también lo desea. Él puede sentir sus ganas por lo que sin dudarlo, la vuelve a penetrar una y otra y otra vez.
Durante el resto de la noche, lo hicieron una vez más. Los cuerpos cayeron exhaustos y durmieron profundamente, al punto que al percatarse, ya estaba amaneciendo. Chelsea despertó angustiada, se había quedado dormida, su entrevista sería en media hora. Como pudo se vistió, tocó el hombro de Steve para despertarlo.
—Fred, despierta —pero este solo se movió para acomodarse boca abajo.— M****a, voy a llegar tarde.
Salió de la habitación, tomó su bolsa, se colocó los tacones y salió de la habitación apresuradamente, con un poco de suerte, si acaso lograría cambiarse y tomar un taxi para llegar a la hora pautada para su entrevista.
Para su fortuna, Chelsea pudo encontrar un taxi rápido y llegar a su casa con el tiempo justo solo para cambiar su ropa, el peinado y el maquillaje tendría que hacerlo dentro del coche, pero, no contó con que el tráfico estuviera imposible, llegó unos diez minutos tarde hasta las oficinas principales de Bullock&Company, pero, una vez más, la suerte estaba a su favor y el director ejecutivo no había llegado a las instalaciones. Justo cuando se encontraba hablando con una chica de recursos humanos llegó nada más y nada menos que el mismo Hugh Bullock.—Señor Bullock, esta chica ha venido a la entrevista para la plaza vacante de asistente administrativo, pero su hijo no ha llegado aún.—¿Cómo que mi hijo no ha llegado? Es inconcebible que a sus treinta años todavía quiera darse la vida de niño rico loco, tiene que madurar de una maldita vez —La chica de recursos humanos carraspea su garganta para llamar la atención del señor Bullock— perdóneme señorita, ya con esta edad no estoy para los
Chelsea no era la única sorprendida en esa oficina, los ojos de Steven se abrieron como platos cuando se dio cuenta de quién era ella. Por unos segundos, los dos se quedaron completamente en silencio, la única diferencia era que ella estaba ansiosa por decirle miles de improperios, no le importaba que fuera su jefe, tampoco que recién había comenzado a trabajar ahí; mientras que, él no sabía cómo actuar, obviamente no tenía pensado volverse a encontrar con esa chica, simplemente había sido su excusa perfecta para no perder la noche en ese restaurante.¿Cuál era la probabilidad de volverse a topar con ella en esa gran ciudad? New York era una locura y las personas caminaban a toda prisa por sus calles, era algo casi imposible, pero había sucedido. Después de unos escasos segundos, por fin Steven consiguió articular las palabras.—Stephanie, déjanos a solas, necesito conversar con la señorita Smith —la chica lo miró extrañada, pero acató su orden sin problemas, cuando por fin estuvieron
Mientras más conocía sobre ese hombre arrogante, más le costaba a Chelsea creer que era todo real. Le resultaba imposible que alguien pudiera ser tan arrogante y tan cretino, ella acababa de decirle que le haría su vida insoportable, lo amenazó con demandarlo de forma legal y tal parece que nada de eso parece perocuparle. Al final había terminado Steve amenazándola a ella con su puesto de trabajo dándole a entender que, si se atrevía decir algo, su empleo estaría en peligro, sin mencionar que le dejó claro que él era el jefe y ella la asistente ¿En qué mundo de locos estaba viviendo?Por mucho odio que estuviera sintiendo, después de pensarlo un poco más con la cabeza en frío, decidió enfocarse en lo que mejor sabía hacer, trabajar. Tenía decidido que no iba a darle el gusto de llamar su atención o de expulsarla, si lo hacía todo de forma impecable, Steve no tendría más remedio que verla todos los días, si ella lo tendría que soportar, pues él a ella también.Algo que todavía no podía
Luego de casi cuatro semanas, ya Chelsea se había puesto al día con todo el papeleo, había organizado completamente toda su oficina, tenía guardadas por orden alfabético cada carpeta de cuentas, cada contrato, era una friki de la organización y así lo había dejado plasmado en su espacio. Ella no solo había organizado, también se había esmerado por ser la mejor asistente que podía existir, había determinado muy firmemente que no le daría ninguna excusa al canalla de Steve para que llamara su atención, la señalara negativamente o la amenazara con expulsarla de la empresa, se vio obligada a recurrir a todas las técnicas de relajación existentes para controlar su ira y no darle una mala contesta, pero lo había logrado.Ya sabía que Steve llegaba en días normales alrededor de treinta minutos tarde y, las noches en la que se iba de fiesta, hacía su aparición sobre los mediodías, así que, cuando llegaba, ella ya le tenía su taza con café preparada y caliente encima de su escritorio junto con
Chelsea se desviste, se recuesta y en segundos la imagen de Steve irrumpe en su cabeza. Es un hombre tan apuesto, alto, fornido, su cabello oscuro hace juego perfecto con su blanca piel y esos ojos color amielados que le endulzan el alma a cualquiera. Repasa mentalmente su cuerpo, sus pectorales levemente adornados con finos vellos que parecen prolijamente peinados y cortados, semejantes a trazos de finas líneas. Sus muslos gruesos, piernas largas y el abdomen perfectamente cincelado que se asemejan a la gran obra escultórica de Miguelangel. La pelvis que hace perfecto juego con su pecho, semi poblada y aquel enorme y prominente miembro que no consigue dejar de estremecerla con el solo hecho de recordar esa noche de placer inconcebible e indescriptible entre sus brazos.Suspira y trata de leer un poco la agenda propuesta para la mañana siguiente. Desayuno con los empresarios, paseo por el Parque des rapides y finalmente un recorrido por el museo de Bellas Artes. El día iba a estar bas
Finalmente y en un último esfuerzo miró el destello rojo del salvavidas de Chelsea, la jaló del cabello y con su otra mano se sujetó con fuerza a una roca que sobresalía entre la fuerte corriente. La jaló hacia él, metió su brazo y hábilmente logró tomarla de la cintura. Ella tosía con dificultad, había tragado mucha agua.—Resiste mi amor —le dijo, ella se desmayó sobre su hombro, mientras él gritaba— ¡La tengo! Ayúdenme, la tengo.André y Chris remaron juntos, acercándose hasta ellos, André ofreció sus brazos y entre él y Steve lograron subirla al bote. Después extendió su brazo para ayudar a Steve. Estando dentro del bote, Steve comenzó a darle respiración boca a boca a Chelsea. Llegando hasta la orilla, los paramédicos los recibieron, la llevaron a la pequeña carpa que servía como una especie de consultorio médico para casos de emergencias como aquel. El médico atendió a la chica, quien lentamente comenzó a reaccionar. Steve tenía algunos raspones productos de las enormes piedras
El fin de semana transcurrió rápidamente, quizás más de lo que a Chelsea le hubiera gustado, no podía esperar que fuera ya lunes para volver a verlo aunque quedaban varias interrogantes en su cabeza por responder, no tenía idea de cuál sería la reacción de Steve al verla, si lo que pasó en Montreal se quedaría ahí, muy a su pesar, ahí en New York ambos tenían vidas hechas, ella estaba conociendo a Fred y Steve tenía una relación con Larissa.Ella sabía muy bien cuáles eran sus sentimientos hacia él pero, ¿estaría pensando él en ella de la misma manera? ¿estaría dispuesto a terminar su relación con Larissa, a dejarla por ella? Le parecía prácticamente una falacia en toda su regla, ella no era nada excepcional, no creía que fuera una de esas chicas que resalta a donde quiera que llega, ni tampoco de las que atrae todas las miradas, se consideraba simple, el antónimo de alguien como Larissa, esa chica era todo lo contrario desde su personalidad hasta su forma de vestir y caminar ¿Quién e
Desde su oficina, Chelsea pudo escuchar los gritos del presidente de la empresa, por lo que se ocupó en revisar algunos pendientes de la reunión que tendrían.Escuchó los pasos de Steve y su corazón latió con fuerza. Se puso de pie para esperarlo, lo saludó con la más amplia sonrisa.—Buenos días Sr Bullock —él apenas volteó a mirarla y a darle instrucciones.—La junta está suspendida. —respondió parcamente.—¿Ocurrió algo? —preguntó con asombro. Mas Steve no respondió, ella miró como detrás de él, venía Larissa.Eso fue suficiente para ella interpretar la actitud displicente de Steve entender cual era la dinámica de su relación“Eres una tonta, Chelsea” se recrimina así misma; el sentido que tiene todo aquello es muy simple, ella solo es importante para él cuando su prometida no está cerca. Más allá de lo que ocurrió en Montreal, de los besos, del deseo de la pasión ella no podía hacerse la vista gorda con la relación que llevaba Steve con Larissa.Las dudas comienzan a hacer su buen