Chelsea no era la única sorprendida en esa oficina, los ojos de Steven se abrieron como platos cuando se dio cuenta de quién era ella. Por unos segundos, los dos se quedaron completamente en silencio, la única diferencia era que ella estaba ansiosa por decirle miles de improperios, no le importaba que fuera su jefe, tampoco que recién había comenzado a trabajar ahí; mientras que, él no sabía cómo actuar, obviamente no tenía pensado volverse a encontrar con esa chica, simplemente había sido su excusa perfecta para no perder la noche en ese restaurante.
¿Cuál era la probabilidad de volverse a topar con ella en esa gran ciudad? New York era una locura y las personas caminaban a toda prisa por sus calles, era algo casi imposible, pero había sucedido. Después de unos escasos segundos, por fin Steven consiguió articular las palabras.
—Stephanie, déjanos a solas, necesito conversar con la señorita Smith —la chica lo miró extrañada, pero acató su orden sin problemas, cuando por fin estuvieron a solas, él se acercó un poco más al escritorio— Chelsea, yo…
—¡No te atrevas! —dijo ella en voz baja, pero con gran ira en su tono de voz, no quería provocar una escena— No se te ocurra decir ni una sola palabra, eres un cretino ¿quién demonios te crees que eres para llevarme a tu habitación haciéndome creer que eres mi cita, con la que vengo hablando dos meses antes de concretar esa cita ¡no soy una cualquiera!
—Bueno, a decir verdad, el hecho de que ni siquiera conocieras a ese hombre con el que hablaste por dos meses, me da a entender todo lo contrario.
—¡Eres un imbécil! No tienes ni idea de nada, ni te tengo que dar explicaciones, al contrario de ti y, te aconsejo que comiences a darme explicaciones o mi primera acción será salir de aquí e ir en busca de mi abogado para acusarte, no me imagino la repercusión que un juicio por robo de identidad, violación y sabrá Dios cuántos cargos más, tendrán sobre ti.
—¿Violación? Estoy seguro que no debo recordártelo, pero tú estabas disfrutando mucho anoche —justo cuando Chelsea se disponía a darle riendas sueltas a su ira, la llegada de una chica alta y estilosa la interrumpió.
—Corazón, ¿me puedes explicar desde cuándo tengo que yo que pedir permiso para venir a verte?
Era una mujer tan alta y delgada que parecía ser una modelo, no se podía negar que tenía mucha clase para vestir pero, Chelsea jamás se llevaría de forma más íntima con alguien así, lo supo desde que la vio llegar con sus tacones enormes y su cartera sujetada del pliegue de su brazo. Todavía no sabía muy bien qué era, pero algo en ella no le gustaba en lo absoluto y, para colmo, la novia del cretino de su jefe.
—Desde nunca —responde él escuetamente después que ella lo besa de forma casi obligada.
—¿Y por qué la recepcionista no quería dejarme pasar? —insistió ella.
—Porque estoy trabajando Larissa ¿no te das cuenta?
—No, de hecho, no te veo trabajando, sino conversando —dijo mientras le lanzó una mirada amenazadora a Chelsea, no hacía falta conocer el contexto para saber que algo estaba sucediendo entre ella y Steve, la tensión casi se podía palpar en esa habitación— por cierto, ¿quién es ella?
—Larissa, no empieces, es la nueva trabajadora, mi padre la ha contratado esta mañana —contestó Steve retirando el brazo que ella había colocado alrededor de su cintura, después de su ausencia en la cita que se suponía tendrían la noche anterior, él tenía ahora la oportunidad perfecta para quitársela de encima, ya venía molestándolo desde hacía varios días, pero no había tenido una excusa para dejarla— espérame en mi oficina, tengo que hablar contigo.
A decir verdad, a Chelsea le estaba costando demasiado trabajo contenerse de hablar, lo que más estaba deseando era soltarle todo lo que estaba pasando. Como si no fuera poco haberla engañado y acostarse con ella, ahora, el hecho de que él estaba en una relación amorosa lo hacía todo peor. Ese hombre con el que había estado no tenía ni una sola gota de escrúpulos o educación en su cuerpo, podía asegurar que era uno de esos fuck boys que solo velaban por sí mismos e iban de noche en noche en busca de alguna chica.
La situación ya era lo suficientemente incómoda para ella como estaba, ahora lo era el doble por tener que fingir que no conocía a Steve de nada, lo único que le causaba un poco de satisfacción era saber que él, al igual que ella estaba ahora entre la espalda y la pared, lo tenía en la palma de su mano, si tan solo decía unas pocas palabras, lo tendría condenado y de buena manera.
—¿Demoras mucho? —insistió la exhuberante mujer.
—No, solo unos pocos minutos.
—Está bien, te estaré esperando con una pequeña sorpresa —le dijo y comenzó a caminar desabrochando los botones de la blusa que traía puesta asegurándose de que él la viera. Cuando por fin volvieron a estar solos, Steve habló.
—Mira, no te niego que no estuvo bien lo que hice, pero es evidente que no puedes ir por la vida teniendo citas con personas a las que no has visto ni una sola vez, cualquiera podría aprovecharse de ti —dijo con una sonrisa maliciosa y provocativa, estaba claro que quería molestarla.
—No puedes estar hablando serio, es imposible ¿cómo m****a te atreves a decir algo así? Para que lo sepas bien, por mucho que me lo quieras meter en la cabeza, yo no tuve la culpa de las acciones que tú hiciste, tomaste las decisiones por ti solo, yo no te obligué a hacerte pasar por mi cita, eres un depravado, un cínico y sucio cochino y te lo voy a dejar bien claro, tengo miles de maneras de convertir el resto de tu vida en un infierno y acusarte es solo una de esas maneras, creo que las demás serán mucho mejores. No tienes ni idea de la guerra que acabas de comenzar y, solo para que lo sepas, no te pienso dar tregua, cuando termine contigo me estarás suplicando piedad —a medida que ella iba hablando a toda velocidad, él se fue aproximando más a su escritorio y ya tenía su cara a pocos centímetros de la suya.
—¿Ah sí? ¿con que esas tenemos? La chica bella de la barra me ha salido con garras afiladas, eso querré verlo, así que me esforzaré por que lo cumplas.
Ella no sabe la razón pero, algo en el ambiente la ha hecho cambiar de humor. De repente tienen sus rostros tan cerca que ella puede sentir el aliento a menta de él, el mismo que la estuvo besando hacía solo unas pocas horas; el olor a madera seca que tenía su perfume tampoco estaba colaborando mucho, era como una droga para ella. Todos los detalles de los que se estaba dando cuenta ahora, la hacían recordar la noche de desenfreno que recién habían tenido y todo el placer que sintió, eso sin mencionar que no salía de su cabeza que esa chica alta lo estaba esperando en su oficina y probablemente tendrían sexo como mismo ella lo había hecho; para su sorpresa estaba experimentando algo de celos, no quería que él le hiciera las mismas cosas, que sus manos tocaran a Larissa de la misma forma en que la habían tocado a ella. Hace un esfuerzo sobrehumano y recuerda por qué él estaba ahí hablando con ella en primer lugar.
—Pues, en ese caso, te daré justo lo que pides, pero te advierto, no te parecerá tan divertido como lo está siendo ahora.
—Por mí perfecto —dijo y le pellizcó suavemente uno de sus mejillas para luego detenerse justo cuando ya estaba en el umbral de la puerta—¡Ah! Por cierto Chelsea, solo una cosa más, no te confundas, esta es mi empresa y aquí, tú eres mi trabajadora y yo tu jefe, no te conviene estar en malas, nada ha pasado entre nosotros, nuestra relación será estrictamente profesional, espero que te quede claro…
Mientras más conocía sobre ese hombre arrogante, más le costaba a Chelsea creer que era todo real. Le resultaba imposible que alguien pudiera ser tan arrogante y tan cretino, ella acababa de decirle que le haría su vida insoportable, lo amenazó con demandarlo de forma legal y tal parece que nada de eso parece perocuparle. Al final había terminado Steve amenazándola a ella con su puesto de trabajo dándole a entender que, si se atrevía decir algo, su empleo estaría en peligro, sin mencionar que le dejó claro que él era el jefe y ella la asistente ¿En qué mundo de locos estaba viviendo?Por mucho odio que estuviera sintiendo, después de pensarlo un poco más con la cabeza en frío, decidió enfocarse en lo que mejor sabía hacer, trabajar. Tenía decidido que no iba a darle el gusto de llamar su atención o de expulsarla, si lo hacía todo de forma impecable, Steve no tendría más remedio que verla todos los días, si ella lo tendría que soportar, pues él a ella también.Algo que todavía no podía
Luego de casi cuatro semanas, ya Chelsea se había puesto al día con todo el papeleo, había organizado completamente toda su oficina, tenía guardadas por orden alfabético cada carpeta de cuentas, cada contrato, era una friki de la organización y así lo había dejado plasmado en su espacio. Ella no solo había organizado, también se había esmerado por ser la mejor asistente que podía existir, había determinado muy firmemente que no le daría ninguna excusa al canalla de Steve para que llamara su atención, la señalara negativamente o la amenazara con expulsarla de la empresa, se vio obligada a recurrir a todas las técnicas de relajación existentes para controlar su ira y no darle una mala contesta, pero lo había logrado.Ya sabía que Steve llegaba en días normales alrededor de treinta minutos tarde y, las noches en la que se iba de fiesta, hacía su aparición sobre los mediodías, así que, cuando llegaba, ella ya le tenía su taza con café preparada y caliente encima de su escritorio junto con
Chelsea se desviste, se recuesta y en segundos la imagen de Steve irrumpe en su cabeza. Es un hombre tan apuesto, alto, fornido, su cabello oscuro hace juego perfecto con su blanca piel y esos ojos color amielados que le endulzan el alma a cualquiera. Repasa mentalmente su cuerpo, sus pectorales levemente adornados con finos vellos que parecen prolijamente peinados y cortados, semejantes a trazos de finas líneas. Sus muslos gruesos, piernas largas y el abdomen perfectamente cincelado que se asemejan a la gran obra escultórica de Miguelangel. La pelvis que hace perfecto juego con su pecho, semi poblada y aquel enorme y prominente miembro que no consigue dejar de estremecerla con el solo hecho de recordar esa noche de placer inconcebible e indescriptible entre sus brazos.Suspira y trata de leer un poco la agenda propuesta para la mañana siguiente. Desayuno con los empresarios, paseo por el Parque des rapides y finalmente un recorrido por el museo de Bellas Artes. El día iba a estar bas
Finalmente y en un último esfuerzo miró el destello rojo del salvavidas de Chelsea, la jaló del cabello y con su otra mano se sujetó con fuerza a una roca que sobresalía entre la fuerte corriente. La jaló hacia él, metió su brazo y hábilmente logró tomarla de la cintura. Ella tosía con dificultad, había tragado mucha agua.—Resiste mi amor —le dijo, ella se desmayó sobre su hombro, mientras él gritaba— ¡La tengo! Ayúdenme, la tengo.André y Chris remaron juntos, acercándose hasta ellos, André ofreció sus brazos y entre él y Steve lograron subirla al bote. Después extendió su brazo para ayudar a Steve. Estando dentro del bote, Steve comenzó a darle respiración boca a boca a Chelsea. Llegando hasta la orilla, los paramédicos los recibieron, la llevaron a la pequeña carpa que servía como una especie de consultorio médico para casos de emergencias como aquel. El médico atendió a la chica, quien lentamente comenzó a reaccionar. Steve tenía algunos raspones productos de las enormes piedras
El fin de semana transcurrió rápidamente, quizás más de lo que a Chelsea le hubiera gustado, no podía esperar que fuera ya lunes para volver a verlo aunque quedaban varias interrogantes en su cabeza por responder, no tenía idea de cuál sería la reacción de Steve al verla, si lo que pasó en Montreal se quedaría ahí, muy a su pesar, ahí en New York ambos tenían vidas hechas, ella estaba conociendo a Fred y Steve tenía una relación con Larissa.Ella sabía muy bien cuáles eran sus sentimientos hacia él pero, ¿estaría pensando él en ella de la misma manera? ¿estaría dispuesto a terminar su relación con Larissa, a dejarla por ella? Le parecía prácticamente una falacia en toda su regla, ella no era nada excepcional, no creía que fuera una de esas chicas que resalta a donde quiera que llega, ni tampoco de las que atrae todas las miradas, se consideraba simple, el antónimo de alguien como Larissa, esa chica era todo lo contrario desde su personalidad hasta su forma de vestir y caminar ¿Quién e
Desde su oficina, Chelsea pudo escuchar los gritos del presidente de la empresa, por lo que se ocupó en revisar algunos pendientes de la reunión que tendrían.Escuchó los pasos de Steve y su corazón latió con fuerza. Se puso de pie para esperarlo, lo saludó con la más amplia sonrisa.—Buenos días Sr Bullock —él apenas volteó a mirarla y a darle instrucciones.—La junta está suspendida. —respondió parcamente.—¿Ocurrió algo? —preguntó con asombro. Mas Steve no respondió, ella miró como detrás de él, venía Larissa.Eso fue suficiente para ella interpretar la actitud displicente de Steve entender cual era la dinámica de su relación“Eres una tonta, Chelsea” se recrimina así misma; el sentido que tiene todo aquello es muy simple, ella solo es importante para él cuando su prometida no está cerca. Más allá de lo que ocurrió en Montreal, de los besos, del deseo de la pasión ella no podía hacerse la vista gorda con la relación que llevaba Steve con Larissa.Las dudas comienzan a hacer su buen
Chelsea estaba pensativa, solo imaginaba la tarde tan incómoda que le tocaría pasar en la empresa; mientras Fred se estaba despidiendo de ella en el coche, su mente estaba divagando sobre el comportamiento de Steve en ese almuerzo ¿Por qué se tuvo que haber quedado en su misma mesa? ¿Por qué aceptó comer con ella y Fred? ¿Acaso lo que habían vivido en Montreal no significaba nada para él? Ella se encontraba alicaída, no se había dado cuenta de que había puesto sus expectativas demasiado altas “¿Qué te esperabas Chelsea, que él te recibiera con los brazos abiertos y diera vueltas contigo en brazos como en las películas? ¡Qué idiota fuiste! Por supuesto que eso no iba a suceder, él tiene una novia y es el jefe de la empresa y tú, solo su asistente”, se fustigaba a sí misma.Chelsea ya sabía que el encuentro con Steve ese día sería difícil, pero nunca esperó que la ignorara de la forma en la que lo hizo en cuanto se apareció Larissa allí. Ella había descubierto sentimientos en ese viaje
Chelsea estaba flotando en una nube, la manera de Steve tocarla, besarla, y hacerla suya era única y maravillosa. Aquel hombre tenía el poder de doblegarla con tan sólo tocarla. Chelsea arde de deseo y lujuria frente a él.Abrió la puerta del apartamento, escuchó ruidos y vio la luz encendida, aquello la puso algo nerviosa, no era lógico que alguien estuviese, excepto que…Dejó su bolsa sobre la mesa de centro y fue hasta la cocina, allí estaba, sí era su gran amigo Gustavo que había regresado finalmente.—¡Gus! Volviste —se cuelga a su cuello y él la sostiene de la cintura dando vuelta con ella.— ¡Me alegra que hayas vuelto, se me hizo una eternidad ese viaje tuyo.—A ver querida, que exagerada eres, apenas fueron unas semanas. Una semana de los last, en la que me divertí a lo grande en ese crucero.—Bueno si tú no me extrañaste, yo sí lo hice —se cruza de brazos haciendo pucheros.—Claro que te extrañé mi pecosita. Imagínate cada vez que veía uno de esos millonarios en el restaurant