Desde su oficina, Chelsea pudo escuchar los gritos del presidente de la empresa, por lo que se ocupó en revisar algunos pendientes de la reunión que tendrían.Escuchó los pasos de Steve y su corazón latió con fuerza. Se puso de pie para esperarlo, lo saludó con la más amplia sonrisa.—Buenos días Sr Bullock —él apenas volteó a mirarla y a darle instrucciones.—La junta está suspendida. —respondió parcamente.—¿Ocurrió algo? —preguntó con asombro. Mas Steve no respondió, ella miró como detrás de él, venía Larissa.Eso fue suficiente para ella interpretar la actitud displicente de Steve entender cual era la dinámica de su relación“Eres una tonta, Chelsea” se recrimina así misma; el sentido que tiene todo aquello es muy simple, ella solo es importante para él cuando su prometida no está cerca. Más allá de lo que ocurrió en Montreal, de los besos, del deseo de la pasión ella no podía hacerse la vista gorda con la relación que llevaba Steve con Larissa.Las dudas comienzan a hacer su buen
Chelsea estaba pensativa, solo imaginaba la tarde tan incómoda que le tocaría pasar en la empresa; mientras Fred se estaba despidiendo de ella en el coche, su mente estaba divagando sobre el comportamiento de Steve en ese almuerzo ¿Por qué se tuvo que haber quedado en su misma mesa? ¿Por qué aceptó comer con ella y Fred? ¿Acaso lo que habían vivido en Montreal no significaba nada para él? Ella se encontraba alicaída, no se había dado cuenta de que había puesto sus expectativas demasiado altas “¿Qué te esperabas Chelsea, que él te recibiera con los brazos abiertos y diera vueltas contigo en brazos como en las películas? ¡Qué idiota fuiste! Por supuesto que eso no iba a suceder, él tiene una novia y es el jefe de la empresa y tú, solo su asistente”, se fustigaba a sí misma.Chelsea ya sabía que el encuentro con Steve ese día sería difícil, pero nunca esperó que la ignorara de la forma en la que lo hizo en cuanto se apareció Larissa allí. Ella había descubierto sentimientos en ese viaje
Chelsea estaba flotando en una nube, la manera de Steve tocarla, besarla, y hacerla suya era única y maravillosa. Aquel hombre tenía el poder de doblegarla con tan sólo tocarla. Chelsea arde de deseo y lujuria frente a él.Abrió la puerta del apartamento, escuchó ruidos y vio la luz encendida, aquello la puso algo nerviosa, no era lógico que alguien estuviese, excepto que…Dejó su bolsa sobre la mesa de centro y fue hasta la cocina, allí estaba, sí era su gran amigo Gustavo que había regresado finalmente.—¡Gus! Volviste —se cuelga a su cuello y él la sostiene de la cintura dando vuelta con ella.— ¡Me alegra que hayas vuelto, se me hizo una eternidad ese viaje tuyo.—A ver querida, que exagerada eres, apenas fueron unas semanas. Una semana de los last, en la que me divertí a lo grande en ese crucero.—Bueno si tú no me extrañaste, yo sí lo hice —se cruza de brazos haciendo pucheros.—Claro que te extrañé mi pecosita. Imagínate cada vez que veía uno de esos millonarios en el restaurant
La semana continúa llena de encuentros a escondidas entre Chelsea y Steve. A ratos se besan, se tocan, se entregan al deseo. Sentir que pueden ser descubiertos en cualquier momento, les eleva la adrenalina y provoca sensaciones más placenteras en ellos.Finalmente todo parece estar ocurriendo de la mejor manera, Chelsea está feliz en brazos de Steve aunque, no puede evitar sentirse un tanto culpable al saber que es un amor oculto, prohibido; él tiene un compromiso con Larissa y ella, mal que bien con Fred, quien ademas no deja de enviarle hermosos mensajes y detalles para intentar conquistarla. ¿Mas, quien puede escoger a quien amar y decirse victorioso? El amor es quien nos elige, no nosotros a él.El fin de semana, es el único momento en que no pueden verse tan constantemente, y ese sábado además de ser un día de descanso tanto para Chelse como para Steve, estará lleno de grandes e inesperadas sorpresas.Steve despertó poco más de las diez de la mañana, su padre Hugh al contrario, s
Chelsea estuvo toda la mañana de compras con su amigo, habían decido preparar una pasta a la putanesca, que Gustavo sabía hacer mejor que cualquier chef. La verdad era que Gus, como ella le decia cariñosamente tenía unas manos increíbles para hacer cualquier cosa, desde cocinar y preparar cócteles exóticos hasta diseñar trahes, decorar o maquillar a una miss. Era el mejor, sus dotes artísticos eran una bendición. Aún así, mientras hacían las compras, Chelsea se notaba inquieta, no dejaba de mirar insistentemente su móvil. Estaba ansiosa, y su razón tenía un nombre, Steve Bullock.Era en momentos como esos en los que ella se odiaba a sí misma por permitirse caer en la posición en la que estaba “la querida”. Sabía que eso no estaba bien y que no debía continuar viéndolo, pero le era imposible retroceder, había algo en Steve que la atraía hacia él como si fuera un imán, sentía la necesidad de estar con él, de verlo, sentirlo… era un pecado que ella estaba dispuesta a cometer.Después del
—¿Te atreviste a llamarlo? —preguntó Gustavo al ver lo que acababa de hacer su amiga— No, no, no. De verdad, ¿Estás segura que eres mi triki? ¿No te abdujeron los extraterrestres, verdad?—Creo que estar esos días sin ti, me sirvieron para pondr en práctica todo lo que habias estado diciéndome mes tras mes, día tras día, hora tras horas.—¡OMG! Ahora ya perdí a ka única amiga a quien podía llamarle la atención. Pues bien, vamos para que te arregles porque tienes que estar fabulosa para cuando llegue tu patrocinador.—Deja de decir eso, si salgo con Fred e porque es caballeroso y atento.—Linda no seas ingenua, todos los hombres lo son y me excluyo OK. Ellos son caballeroso y tiernos siempre que buscan conquistarnos y me incluyo en esta parte, pero luego que consiguen el triángulo inverso o el hoyo negro, nos dejan viendo para todos lados.—No creo que Fred sea ese tipo de hombres. Él se ve diferente.—Bueno yo solo quiero que te pongas regia, y te tomes mil selfies, me las envíes que
Por fin había llegado el lunes, Chelsea había pasado todo el fin de semana deseando que comenzara la semana laboral aunque, después del sábado, las razones fueron diferentes, estaba ansiosa por confrontar a Steve, por decirle todo lo que tenía por dentro. Lo que no sabía ella, ni se imaginaba era que él también, tenía muchas cosas que reclamarle; desde esa misma noche de sábado no había podido borrar de su cabeza la imagen de Chelsea bajando del coche de nada más y nada menos que Fred. Él también estaba listo para confrontarla. Dos choques de titanes estaba a punto de suceder. Para la sorpresa de Chelsea, cuando ella llegó, ya Steve estaba en su oficina sentado en su escritorio con las manos entrecruzadas.—Señor Bullock, buenos días, no esperaba encontrarlo aquí tan temprano —dijo ella en voz alta en un intento por mantener las apariencias hasta que entró en la oficina.—Buenos días Chelsea, por favor entra y cierra la puerta detrás de ti.“Si piensa que va a venir hoy a querer besar
Mientras más vueltas le daba al asunto en su cabeza, más crecía el odio y el enojo en Larissa, ¿enojada? ni siquiera eso cubría una parte de lo que estaba sintiendo ella en ese momento, era ira lo que crecía desde su interior, estaba furiosa porque por un lado, Steve se pensaba que ella era tonta y la estaba queriendo dejar como la chica loca que ve fantasmas donde no los hay y, en segundo lugar, esa asistente de mierda se estaba creyendo con la autoridad para quitarle a su hombre justo en frente de sus propios ojos, definitivamente no tenía ni idea de quién era Larissa Hamilton, pero ya ella misma se encargaría de demostrárselo lo más próximo posible.Si hubiera podido, le hubiese arrojado a Steve el primer objeto que hubiese tenido a mano porque ella estaba consciente que la tal Chelsea nunca podría acercarse a él, si él mismo no se lo permitiera, pero sabía que, si hacía eso, era su boleto seguro a la separación y no se podía dar ese lujo. Ya ella había determinado desde hacía much