Entre todas las trabas que se habían presentado en su relación nunca llegó a pasar por su mente, que a solo un paso de detenerla se la arrebatarían en sus narices, esa noche Jasiek soportó por horas las humillaciones de su padre. Luego, ahogó sus penas entre el alcohol y sexo, en clubes de alto nivel, buscando un respiro en el tumulto de emociones que le atormentaban. Sabía que los días siguientes serían largos, pero en esa noche en particular, solo ansiaba comprender cómo alguien que había causado tanta tristeza a Alana y, que se había marchado de su vida por años, ahora tenía la oportunidad de estar a su lado en todo momento, mientras él apenas podía ganarse algo más que gritos y amenazas por parte de su propia familia.El ruido de la cabina del avión lo sacó de sus pensamientos. El zumbido de los motores, el ligero temblor al tocar tierra, todo parecía distante y ajeno a su tormento interior. Mientras el avión se detenía en la pista de aterrizaje, las peores escenas de Alana y su
La odiaba, pero una cosa es lo que su mente decía y otra, lo que su corazón gritaba en ese momento al verla en ese estado vulnerable. Los recuerdos de cuando eran niños y las pesadillas la atormentaban.«¿Dónde quedó mi princesa atrevida que no se dejaba de nadie?», se preguntó al verla inconsciente y que con solo unas palabras de ese hombre tuviera ese efecto en ella. La señora del servicio no sale de la habitación, como si temiera que Izan le hiciera daño. Izan la mira sin gracia alguna, negando, y en eso llega Pavel con el botiquín de primeros auxilios.— Sabes lo que debes hacer. Quiero saberlo todo, hasta el más mínimo detalle, y también de ese imbécil. Quiero que le demos una visita amigable. Pavel curva sus labios con malicia y asiente, Pavel es una máquina de matar con ojos azules como el cielo.— Por supuesto, señor. La orden ya está en marcha. El alcohol en el algodón arde al tocar la piel de Alana, pero ella apenas lo nota. Sus mejillas enrojecidas y su cabello rubio esp
Horas después, el estruendo de mo despiertan a Alana, entre lágrimas, se había caído rendida en el suelo. Se levanta con paso pesado y se acerca al balcón, solo para presenciar una escena desconcertante: varios hombres de negro rodean los flamantes coches estacionados frente al castillo. Alana no puede evitar preguntarse una y otra vez en qué estará metido Izan. Todo lo que rodea a ese hombre destila peligro y misterio.Lo ve salir imponente en su silla de ruedas. A pesar de su condición, Alana no puede negar que Izan sigue siendo una figura imponente «De pies debe ser más alto» piensa, es más hermoso de lo que su mente puede imaginar. Lleva puesto una camisa de color negr# de cuello alto y una gabardina del mismo tono, su cabello perfectamente peinado y un elegante reloj de oro adornando su muñeca izquierda. Alana niega con la cabeza porque nunca dejó de ser un fanfarrón. «Izan desmayaría a cualquier mujer» pensó. Los hombres asienten ante él, como si reconocieran su autoridad sin
Horas antes, ajeno a lo que sucedía con Alana. Izan se reunía con un escuadrón completo, sediento de desentrañar los misterios ocultos tras Jasiek y su padre. Ha investigado de su religión y no cualquier Americana puede pertenecer a su familia, un hijo de un Jeque y sucesor, casarse con una, sería una deshonra y de toda la caída de varios negocios. Los cimientos de los imperios, eran construidos por personas mayores, aferrados a su fe, leyes y creencias, y Alana no cree en Ala, de eso estaba seguro.A puertas cerradas entre las sombras, cómplices de su equipo de confianza, Izan se levanta de su silla de ruedas y se desliza pensativo entre ellos, su presencia es una corriente eléctrica que recorre el ambiente. —Nadie es santo en este mundo y cada uno guarda un esqueleto en su armario y sus trapos sucios también. Van a traer toda la información sobre este individuo, además de lo que Pavel solicitó— señala la pantalla detrás de él, donde se proyecta la figura del Sr. Rashid, rodeado de
IZAN RIBEIRO Marta me espera en la entrada, su rostro es de asombro al verme caminando, al llegar frente a ella, está atónita. Me cuidé mucho cuando venía al castillo, la ignoro y corro dentro del gran jardín, El dolor que me aquejaba parece desvanecerse cuando escucho sus gritos y llantos. No puedo evitar quedar hipnotizado al verla frente a mí, una rubia desgarrada por el dolor, pero al mismo tiempo, radiante de pasión en cada paso que da.Esas zapatillas... las mismas que guardaba en su mochila el día que la vi entrar en la empresa de mi padre. Ahora, está inmersa en su propio mundo, un lugar que solo ella habita, ¿Qué pasará por su mente en estos momentos? No lo sé, pero siento que le quema. Salta con gracia y limpia sus lágrimas, lleva puesto un hermoso tutú corto que deja al descubierto sus bellas piernas, tan tonificadas, tan firmes. No cualquiera puede sostener su peso en un solo pie y dar esos saltos. Es como un jodido ángel caído.Mi corazón late desbocado en mi pecho, inca
Alana se despierta sobresaltada al sentir un dolor punzante en su piel, mientras el ardor se extiende por sus extremidades. Aturdida, baja la mirada y se da cuenta de que han cambiado su ropa. Su corazón late con fuerza y su mente lucha por despejar las neblinas de la amnesia que la envuelve. El dolor en su cabeza se intensifica, y al mirar sus brazos y pies vendados, el temor la envuelve como una manta helada.A su lado, un quejido de Izan la saca de su aturdimiento.«¿Qué hace aquí? ¿Cómo llegué a la habitación? ¡Ay, padre, ¿quién me cambió?!», se pregunta entre gritos mentales y cubre sus pechos para luego mirar a Izan, que sigue quejándose. —Izan… — susurra con temor, tocando su hombro, pero él no reacciona.Su camisa está desabotonada hasta la mitad de su pecho, sus tatuajes están a la vista y le es imposible quitar la mirada. —Princesa… —murmura Izan, su voz apenas un susurro febril. Alana, trata de alejarse rápidamente de la cama, pero su mano se cierra en su muñeca y jala d
Alana cortó la llamada con un dolor agudo en el centro de su pecho. No había razón para que se sintiera de esa manera o tal vez si. Ambos habían seguido adelante con sus vidas, pero le resultaba imposible evitarlo. Izan había sido su primer amor, el primero en mostrar empatía hacia ella a pesar de su apariencia. Ninguno de sus otros compañeros se acercaban, pero él lo hizo, compartiendo incluso su comida, un gesto que nunca olvidaría, especialmente porque aquel día su pancita dolía más que nunca. Dejó caer el teléfono, tragando el nudo en su garganta y agradeciendo no tener bloqueo de huellas. Se detuvo un momento antes de dejar el dispositivo sobre el escritorio, notando los juegos un tanto afeminados. Unos pasos la alertaron y salió apresuradamente de la oficina, solo para encontrarse con unos ojos azules que la escudriñaban de arriba abajo. Miró detrás de ella y vio el teléfono encendido de su jefe.—¿Qué estás haciendo de pie? ¿Dónde está Izan? —preguntó.—Está en la ducha. Tení
ALANA GERBER ♛Desde ese día, he evitado a Izan a toda costa. Intento desayunar antes que él o cenar muy tarde. Cada día se vuelve más pesado, como si estuviera al borde de la locura. Lo único agradable que he descubierto es una inmensa biblioteca en una de las habitaciones. Toda la ropa que Izan compró para mí, o mejor dicho, Pavel, sigue en sus costosos envoltorios. No pienso usar algo así, simplemente no puedo. No está bien.Marta me contó que Pavel me encontró desmayada y me llevó a la habitación. Ella cambió mi ropa y cuidó de mis heridas. La noté un poco nerviosa, o tal vez fueron cosas mías. La verdad es que no sé. Recuerdo una voz muy parecida a la de Izan y dulces palabras que no vendrían de ese mantón. Terminé de vestirme con uno de mis vestidos habituales y recogí mi cabello en una cola alta. Copito salió debajo de la cama, como si supiera que era hora de comer. Al pasar por los pasillos y los salones, me siento aliviada, porque ningún espejo está colgado, agradezco a quie