Horas antes, ajeno a lo que sucedía con Alana. Izan se reunía con un escuadrón completo, sediento de desentrañar los misterios ocultos tras Jasiek y su padre. Ha investigado de su religión y no cualquier Americana puede pertenecer a su familia, un hijo de un Jeque y sucesor, casarse con una, sería una deshonra y de toda la caída de varios negocios. Los cimientos de los imperios, eran construidos por personas mayores, aferrados a su fe, leyes y creencias, y Alana no cree en Ala, de eso estaba seguro.A puertas cerradas entre las sombras, cómplices de su equipo de confianza, Izan se levanta de su silla de ruedas y se desliza pensativo entre ellos, su presencia es una corriente eléctrica que recorre el ambiente. —Nadie es santo en este mundo y cada uno guarda un esqueleto en su armario y sus trapos sucios también. Van a traer toda la información sobre este individuo, además de lo que Pavel solicitó— señala la pantalla detrás de él, donde se proyecta la figura del Sr. Rashid, rodeado de
IZAN RIBEIRO Marta me espera en la entrada, su rostro es de asombro al verme caminando, al llegar frente a ella, está atónita. Me cuidé mucho cuando venía al castillo, la ignoro y corro dentro del gran jardín, El dolor que me aquejaba parece desvanecerse cuando escucho sus gritos y llantos. No puedo evitar quedar hipnotizado al verla frente a mí, una rubia desgarrada por el dolor, pero al mismo tiempo, radiante de pasión en cada paso que da.Esas zapatillas... las mismas que guardaba en su mochila el día que la vi entrar en la empresa de mi padre. Ahora, está inmersa en su propio mundo, un lugar que solo ella habita, ¿Qué pasará por su mente en estos momentos? No lo sé, pero siento que le quema. Salta con gracia y limpia sus lágrimas, lleva puesto un hermoso tutú corto que deja al descubierto sus bellas piernas, tan tonificadas, tan firmes. No cualquiera puede sostener su peso en un solo pie y dar esos saltos. Es como un jodido ángel caído.Mi corazón late desbocado en mi pecho, inca
Alana se despierta sobresaltada al sentir un dolor punzante en su piel, mientras el ardor se extiende por sus extremidades. Aturdida, baja la mirada y se da cuenta de que han cambiado su ropa. Su corazón late con fuerza y su mente lucha por despejar las neblinas de la amnesia que la envuelve. El dolor en su cabeza se intensifica, y al mirar sus brazos y pies vendados, el temor la envuelve como una manta helada.A su lado, un quejido de Izan la saca de su aturdimiento.«¿Qué hace aquí? ¿Cómo llegué a la habitación? ¡Ay, padre, ¿quién me cambió?!», se pregunta entre gritos mentales y cubre sus pechos para luego mirar a Izan, que sigue quejándose. —Izan… — susurra con temor, tocando su hombro, pero él no reacciona.Su camisa está desabotonada hasta la mitad de su pecho, sus tatuajes están a la vista y le es imposible quitar la mirada. —Princesa… —murmura Izan, su voz apenas un susurro febril. Alana, trata de alejarse rápidamente de la cama, pero su mano se cierra en su muñeca y jala d
Alana cortó la llamada con un dolor agudo en el centro de su pecho. No había razón para que se sintiera de esa manera o tal vez si. Ambos habían seguido adelante con sus vidas, pero le resultaba imposible evitarlo. Izan había sido su primer amor, el primero en mostrar empatía hacia ella a pesar de su apariencia. Ninguno de sus otros compañeros se acercaban, pero él lo hizo, compartiendo incluso su comida, un gesto que nunca olvidaría, especialmente porque aquel día su pancita dolía más que nunca. Dejó caer el teléfono, tragando el nudo en su garganta y agradeciendo no tener bloqueo de huellas. Se detuvo un momento antes de dejar el dispositivo sobre el escritorio, notando los juegos un tanto afeminados. Unos pasos la alertaron y salió apresuradamente de la oficina, solo para encontrarse con unos ojos azules que la escudriñaban de arriba abajo. Miró detrás de ella y vio el teléfono encendido de su jefe.—¿Qué estás haciendo de pie? ¿Dónde está Izan? —preguntó.—Está en la ducha. Tení
ALANA GERBER ♛Desde ese día, he evitado a Izan a toda costa. Intento desayunar antes que él o cenar muy tarde. Cada día se vuelve más pesado, como si estuviera al borde de la locura. Lo único agradable que he descubierto es una inmensa biblioteca en una de las habitaciones. Toda la ropa que Izan compró para mí, o mejor dicho, Pavel, sigue en sus costosos envoltorios. No pienso usar algo así, simplemente no puedo. No está bien.Marta me contó que Pavel me encontró desmayada y me llevó a la habitación. Ella cambió mi ropa y cuidó de mis heridas. La noté un poco nerviosa, o tal vez fueron cosas mías. La verdad es que no sé. Recuerdo una voz muy parecida a la de Izan y dulces palabras que no vendrían de ese mantón. Terminé de vestirme con uno de mis vestidos habituales y recogí mi cabello en una cola alta. Copito salió debajo de la cama, como si supiera que era hora de comer. Al pasar por los pasillos y los salones, me siento aliviada, porque ningún espejo está colgado, agradezco a quie
IZAN RIBEIRO Una barrera seguía de pié frente a nosotros, estamos en esta situación por culpa de ella, pero una parte de mí lo agradece. Ahora que estoy aquí, no pienso dejarla ni menos permitir que ese hombre la lastime más, le ha lavado el cerebro de qué manera no sé, pero la tiene envuelta por completo. Alana, vulnerable desde su infancia marcada por penurias, fue presa fácil para Jasiek, quien supo aprovecharse de su fragilidad. Y aunque los años siguientes mi tío le dio una familia con la que tanto soñó de esas que inventaba cuentos. La imagen de la gran pérgola, rebosante de flores, donde solía jugar con sus muñecas, es un doloroso eco del pasado que se desvanece. Mi mente también se encuentra dividida, entre la urgencia de mis negocios y la gran necesidad de apartar a ese hombre de su vida. Nuestros destinos están entrelazados de múltiples formas: mi madre tuvo una relación con el padre biológico de Alana, Anthony Mancer, sin saber que se adentraba en la guarida de una bestia
ALANA GERBERVerlo en medio de la gran sala no aceleró mi corazón como esperaba, pero la tensión en el ambiente era palpable. Jasiek se acercó hacia mí, su mirada escudriñándome hasta llegar directamente a mis ojos. Sus manos ascendieron hasta mi rostro, y yo instintivamente posé las mías en su cintura, anticipando un beso que nunca llegó. En su lugar, me examinó, detenidamente, su atención centrada en mi vestido. Sus dedos recorrieron mis mangas, notando la ausencia de heridas abiertas en mi piel. Sus cejas se fruncieron mientras su mirada escudriñaba el entorno.— Estamos solos, Izan está en su estudio —murmuré, aferrándome a su torso en busca de cercanía, pero él permanecía distante —, Jasiek, no sabes cuando quería verte luego de lo que paso. Sabes dentro de unos días volveremos a Boston, aunque aún no tengo la fecha exacta y podremos salir juntos y conversar mejor. Sonrió y le pido que se siente.— ¿Ya tuvieron sexo? Responde y dejamos esto hasta aquí, no te hagas la que no c
Jasiek, se revolcaba del dolor en una de las salas médicas. Pavel, luego de darle otra golpiza lo dejó tirado en la entrada de una clínica. Después de ser atendido, Jasiek llamó a su padre. Podía ver en la mirada de Alana que algo pasaba y estaba seguro de que sus sentimientos habían vuelto, pero lo que más lo aturdió fue ver a Izan de pie. Hubo momentos mientras crecía que su corazón lo traicionaba y sentía celos del amor y cariño que Alana sentía por alguien que la había dejado sin mirar atrás, pero luego recordaba que mi único deber era cuidar de ella por orden de su padre.—Mi heredero, mi hijo, dime que tienes buenas noticias, mejor aún, dime que ya viene en camino —su padre le dice con emoción, mientras de fondo suena música de su país.—Padre, no son buenas noticias, o tal vez sí, la verdad no sé. Ya no quiero seguir con esto, deja a Alana, puedes encontrar a otra chica pura e igual de hermosa. Yo te ayudaré, pero dejala. —Habla, ¿qué sucedió?. —Izan me ha dado una golpiza y