—Oh, bueno... Por nada es solo que, estás un poco nerviosa, y cuando dijiste eso de ahora parece que estabas a punto de orinarte encima, tu cara esta más roja que el mantel, ¿anda todo bien? Por reacción, las mejillas de Sophie se pintaron antes de que pudiera contestar claramente y lo negara con expresión un poco nerviosa. —Ah, sí. No es nada, solo son algunos asuntos personales, pero no entiendo por qué dicen que estoy actuando rara. —Porque lo estás, es sospechoso, pero hace un tiempo que noto que hay un ligero cambio en tí. Parece que nos hubieran cambiado a nuestra linda y tierna niña. Estás un poco diferente. —Ay vamos por favor no seas infantil, de ninguna forma puede haber cambiado tanto, es decir mírala, es la misma de siempre —repuso su amiga señalando a Sophie—, un poco desorientada del mundo talvez, pero todo parece estar bien. —Vaya, gracias Doria, eso sí que ayuda, pero no sé a quién —se quejó Sophie con sarcasmo. —Aunque también creo que ocurre algo más que no nos
—Si te mueves de ahí me enojaré mucho —dijo antes de acercar su mano para tocar su frente, tenía la temperatura muy alta y estaba bañado en sudor—. Quédate acostado. —Ella bajó de la cama y él se apoyó en los codos para alzar el cuerpo. »Lily, creo que nos vamos a tener que ocupar de esto un buen rato. Hay que bajarle esa temperatura que tiene, está ardiendo. —Lily asintió, Lucyan observaba en silencio cómo parecía ignorarlo mientras estaba tendido en la cama. Lily salió de la habitación y Sophie tomó asiento en una silla mirando con reproche y algo de recelo, Lucyan parecía no muy complacido de que no pueda ser capaz de valerse solo. Pero estaba tan débil y fuera de la realidad que no podía gestionar alguna idea. —Ni se te ocurra quejarte —dijo Sophie antes de que hablara—, no me mires así, es tu culpa por estar de testarudo. No te puedes mejorar si no te cuidas, así que tendrás que aceptar que lo haré yo, sin quejas, no tienes objeción que valga. La expresión autoritaria y firme
Un amargo vacío se comenzaba a abrir en la mente de Lucyan, la culpa que comenzaba a sentir de estar permitiendo lo cercana que se estaba volviendo Sophie lo hacía mantener distancia. Tras despertar bastante mejor a la mañana siguiente, estuvo afuera pensando con la mirada perdida en la distancia, un gesto duro e inexpresivo se veía en sus ojos mientras permanecía con la mandíbula tensa. Esa mañana ninguno del personal, excepto Lily, se atrevió a hablarle. Estaba obviamente molesto, pero no daban con la conclusión de porqué estaba así. Estar cerca de ella había comenzado a provocar cambios que se hacían más firmes dentro de su propio carácter. Se sentía culpable de imaginar que le estaba tomando afecto a una persona que dolorosamente le recordaba a su difunta esposa. Por más que intentara ignorarlo y no estar molesto por eso, resultaba enojado cada que recordaba la ausencia de su esposa y debido a que Sophie era su viva imagen le hacía imposible sacarse de la cabeza que Haley ya no
Sophie escuchaba atentamente, podía percibir cómo la melodía tenía un gran cúmulo de emociones, en ese momento se lograba sentir lo que expresaba en ella, todo lo que no era capaz de decir. Su angustia, su ira, alegría, dolor, sus penas, tristeza, llanto, agonía, armonía, desconsuelo, sufrimiento y su anhelo. Todo llegaba a través de su melodía, su forma de decirle adiós a su amada; dejando ir todo lo que siente como solo podría expresarlo con el piano. Una auténtica vorágine de arrebatos sobre el marfil del piano con más intensidad a cada vez, era como si desahogara de forma inconsciente toda la furia y rabia que había sofocado todo ese tiempo, tal como la última noche que tocó para su esposa. «Continúa… Déjalo ir» pensaba mientras que soltaba su frustración en un ritmo violento y feroz moviendo sus dedos a impresionante ritmo con ágiles cambios de lugar «solo déjalo ir...» Siguió así por un momento hasta que sentía la respiración pesada. Para cuando tocaba las últimas notas, Soph
—No lo haces... —respondió con voz profunda antes de levantarse y pararse frente a ella—, no esperaba que llegaras tan temprano. —Pues quise y ya, además ¿quién dice la hora en que debo venir? —le respondió con una sonrisa coqueta de forma involuntaria—, soy libre de ir y venir sin hora fija. Tengo permiso de lo que quiera. —Lo tienes hasta que te casas, eso decía mi madre... —respondió desviando la mirada a un lado cuando algo pareció llamar su atención—, ella siempre dice cosas como esa cuando se toman libertades... —Sophie lo miraba extrañada, estaba diferente. Algo en él le decía que podía estar escondiéndole algo. —¿Tu madre?... —Lucyan volteó hacia ella en cuanto la escuchó, apenas notaba que se le había escapado la mención de su madre involuntariamente. —Olvida que lo dije. —Pero me gustaría oírlo... Quisiera oír sobre ella. —¿Por qué? —Es la primera vez que dices algo sobre ella, cuéntame cómo es. —Sophie lo veía perturbado, con la mirada perdida, pensando algo cuando el
Alice casi saltó de la risa cuando la vió caer como esperaba. —¿Te afectó verdad?, madre mía. Lo sabía. Parecía muy complacida mirando la expresión molesta de Sophie, en silencio y siendo incapaz de articular una respuesta. —Te equivocas, yo no me siento... —respondió con amargura, apretando los dientes antes de mostrarse indiferente, guardaba la apariencia sin demostrar lo perturbada que estaba. —Eso dices, pero no te creo. —No podía contener las ganas de reír en su voz, mientras hablaba en un tono cada vez más alto por la risa que se mezclaba con sus palabras. »Madre mía, Dios santo. Pero si solo fue un beso, además mírate, ¿qué creías, que no se notaba? No me lo creo, no me lo puedo creer. De verdad estás… —Sophie se moría de vergüenza por dentro en ese momento. —Es por eso que saliste tras de él antes de que se fuera con Layla —dijo ella nuevamente y se llevó una mano a la frente para evitar echarse a reír de nuevo—. Dios mío, no lo creo. Sin dudas eso a ella le producía un
Sus mejillas iban ardiendo en vívido color por el enojo, la vergüenza, la tristeza, la rabia y la miseria que sentía. Lily apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando la vio pasar corriendo junto a ella sin voltear, cubriéndose el rostro con las manos. —Señorita... —murmuró Lily al verla bajar las escaleras y no detenerse sin mirar atrás, miraba a Sophie con preocupación, terminó de llegar rápidamente con Lucyan y lo miró de forma disgustada antes de hablarle—, ¿qué le dijiste? Lily estaba obviamente enojada, tanto que parecía que su respiración se aceleraba y sus ojos eran notoriamente intimidantes y tenebrosos, rechinó los dientes y se apresuró a correr detrás de Sophie, quizá la podría alcanzar si no se había marchado. Sophie quería gritar, pero se sentía incapaz. Se sentía indignada, ¿qué había pasado con el sujeto desamparado que la noche anterior se había echado en su regazo abrazándola? —Si será... ¡Idiota! —gruñó entre llantos sofocando su voz, abrió la puerta y salió encaminad
—Lo es —respondió ella acomodándose la chaqueta que llevaba puesta antes de dar la vuelta—, es una buena persona que no trata mal a nadie. —También está muy bien, es bastante atractivo —dijo Lana frotando su barbilla con un dedo mientras lo veía de reojo. Sophie se volvió a verla con la misma expresión nebulosa y extrañada con algo de intriga. Era cierto que Sebas tenía el atractivo que pocos hombres de su clase tenían. Aunque eso no pasaba desapercibido para ella, había una peculiar reacción silenciosa y lejana cuando le hacían mención de ello. —Sí, tiene buenas virtudes —dijo con voz distante—, tiene algo especial… —Por un breve momento pensó en Lucyan, no se podía sacar de la mente seguir anhelando lo que parecía imposible, pero también recordando que era algo que no podría tener. —Según veo sí, es bastante exitoso además —dijo Lana un poco pensativa. —Sebas es… En resumen, lo que podríamos decir el ejemplo del éxito en persona tras ser adoptado en una familia adinerada —respon