—Espero que esto valga la pena —se quejó Lucyan cuando bajaron del metro en una estación intermedia, para subir al otro que los llevaría a su siguiente parada.

—Ya deja de quejarte, va a ser algo bueno. Voy a llevarte, por un recorrido por la historia. —Trató de hacerlo sonar interesante, pero el rostro de aburrimiento de Lucyan la disgustó—. No te quejes. —Lo sujetó de la camisa, encarándolo con un mohín.

—No prometo más de lo que puedo. —Miraba a los pasajeros de ese, estaba incluso más abarrotado que el anterior. Tampoco le agradaba estar en esos lugares estrechos, casi siempre se prestaba la ocasión para perder sus cosas a manos de carteristas.

Cuando el metro estaba más atestado de gente, iban incómodamente cerca de otros pasajeros y algo hizo reducir de manera repentina por unos segundos la velocidad, haciendo tambalear a los pasajeros.

—¡Eh! ¡¿Dónde cree que están tocando?! —se quejó Sophie, volteando cuando alguien le dio un apretón—. Alguien me manoseó. —Estaba disgustada,